Por Paz Mata
19/11/2016
Dice que no le gustan las polémicas y que jamás ha querido causar problemas con sus películas. Sin embargo eso es exactamente lo que lleva haciendo Oliver Stone (Nueva York, 1946) desde que decidió poner el dedo en el centro neurálgico de la sociedad americana cuestionando su historia (JFK, Nixon), su política exterior (Salvador, Platoon, Nacido el 4 de julio, El cielo y la tierra), su amor por la violencia (Nacido para matar) y su amor por el dinero (Wall Street). La controversia a gran escala es lo que se le da mejor, incluso cuando hace trabajos pequeños como el documental Comandante, un íntimo retrato del líder cubano Fidel Castro, que en su día fue retirado de la cadena de televisión norteamericana HBO por la presión de los anticastristas, o su más reciente documental La historia no contada de los Estados Unidos, motivada por su interés por descubrir los mitos de su país.
Tampoco se ha librado de ella con la publicación, el pasado 13 de septiembre en Estados Unidos, del libro La Experiencia de Oliver Stone en el que relata sus conversaciones con un exagente del Gobierno estadounidense, encargado de la seguridad del presidente John F. Kennedy, quien le reveló que alguien de su propio equipo había disparado contra el presidente. Un libro que vuelve a hacer hincapié en uno de los grandes misterios sin resolver del siglo XX. Nadie como Stone, pues, para contar la vida de Edward Snowden, el exanalista de la NSA (Agencia de Seguridad Nacional) y de la CIA, que en 2013 filtró miles de documentos clasificados al diario británico The Guardian y al norteamericano The Washington Post. Snowden, el film que ya ha pasado por varios festivales, entre ellos Shanghái, Venecia y San Sebastián, está basado en los libros The Snowden Files, de Luke Harding, y Time of the Octopus, de Anatoly Kucherena, con guion del propio Stone y Kieran Fitzgerald.
Una vez más, la polémica está servida. Edward Snowden, protagonizado en el film por el actor Joseph Gordon Levitt, es considerado por el cineasta como el héroe de nuestros días y su historia, “la mayor conspiración en lo que va de siglo”, como afirmó en Shanghái durante su participación en una master class titulada Cómo influye el cine en la vida real. Mientras el director muestra su admiración por Snowden o por el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, su más dura crítica va dirigida a la administración Obama, a la de Bush, a la guerra de Irak y al imperialismo estadounidense, defendiendo el cine que critica a las autoridades.
“Ha habido pequeños cambios en la actitud del gobierno, pero como dice Snowden lo único que se ha hecho es cambiar las cortinas de la habitación. Fundamentalmente, todo sigue igual”, recalca el director en el encuentro con Cambio16 en Los Ángeles. Con 70 años, el cineasta se muestra cansado pero satisfecho del resultado de su último esfuerzo. Aunque confiesa estar asustado por la situación que vive el planeta, la polémica que pueda crear la película no le preocupa. Después de todo, está acostumbrado a mantener una relación de amor y odio con su país y con la audiencia de todo el mundo.
¿Qué fue lo primero que le preguntó a Snowden en su encuentro con él?
Nuestro primer encuentro fue en enero de 2014 y entonces él estaba muy nervioso y vulnerable. En los siguientes meses nos vimos un par de veces más para llegar a un acuerdo y decidir si llevábamos a cabo esta película. En ese momento no teníamos muy claro si queríamos hacer una film más ficticio, basado en un personaje que no se iba a llamar Snowden. Por ese motivo compramos los derechos del libro de Kucherena y el de Luke Harding, que en su primera edición no tenía todavía información contrastada, pero sí en la edición revisada, según confirma el propio Snowden. Fue en el tercer encuentro cuando decidimos adoptar una visión realista de su historia. Al principio Edward tenía miedo, pero luego se dio cuenta de que era inevitable que se hiciera una película sobre su experiencia. Lo único que esperaba era que se hiciera un film honesto.
¿Qué futuro le espera a Snowden?
Él es muy realista y está convencido de que tendrá que quedarse en Rusia por una larga temporada a no ser que cambien las estrategias políticas. Pero si Clinton gana las elecciones lo tiene difícil para volver a Estados Unidos. No creo que le perdone, siempre ha mostrado una gran hostilidad hacia él, lo mismo que Obama. Pero no hay que perder las esperanzas.
¿Seguirá en contacto con él?
No lo he decidido todavía. Vamos a ver qué recepción tiene esta película.
No quisiera revelar el final de la historia, pero ¿qué le hizo terminarla como lo ha hecho, mostrando a Snowden como un nuevo héroe?
Es un recordatorio para la gente, que ya se ha olvidado de él, porque los americanos tienden a tener amnesia cuando se trata de afrontar hechos importantes y cuestionar a sus gobernantes. Queremos mostrar que Snowden es un simple ser humano que echa de menos su país y por eso dice “me gustaría volver a vivir allí, pero me siento orgulloso de lo que he hecho porque era lo correcto. Yo al menos puedo dormir con la conciencia tranquila”.
¿Ha sido usted investigado por el Gobierno a raíz de su relación con Snowden y las revelaciones que éste le hizo?
Que yo sepa, no. Pero tengo que decir que el 90% de los archivos siguen estando en manos de los periodistas de The Guardian y The Washington Post. Poco a poco van revelando más cosas y eso es algo que Julian Assange ha criticado de todo este proceso, pero Ed tiene muy claro que no quiere dar nombres para proteger la identidad de las personas y no ponerlas en peligro. Lo hace también por otras razones que se explican en la película. A pesar de ello ha sido criticado y vilipendiado por los conservadores.
A lo largo de su carrera y por medio de sus películas se ha convertido en un historiador del siglo XX y principios del XXI. Siempre va más allá de lo que uno puede aprender a través de la prensa. ¿Es esa su intención al hacerlas?
Mi intención es expresar a través del cine lo que sé, lo que siento y lo que he aprendido a lo largo de mi vida. A veces he pagado un alto precio, he perdido amigos y compañeros de trabajo por lo que he dicho en mis películas, pero este es el camino que he elegido en la vida. Además no hablo de cualquier cosa, sino de temas muy importantes, como son la Guerra de Vietnam o la administración de los presidentes Kennedy y Nixon. La historia de Snowden es toda una revelación para mí. Puede que nada sea cierto y puede que él sea un farsante. Si ese es el caso, entonces me habré equivocado completamente. Lo único que puedo hacer es seguir los dictados de mi sentido común y de lo que creo que puede ser verdad. Eso es lo que muestro en mis películas y no lo hago sólo para los jóvenes, que me importan mucho, sino para todo el mundo que se cuestiona las cosas y trata de encontrar formas para cambiar la situación en la que nos encontramos.
¿Qué podemos hacer los ciudadanos para combatir esta tendencia de los gobiernos de convertirse en el Gran Hermano y querer controlar todos nuestros pasos?
Es difícil contestar a esta pregunta. Eso es lo que están haciendo denunciantes como Snowden o Assange y por eso es muy importante que exista el programa de protección de denunciantes. En el caso de Snowden no ha funcionado porque él era un trabajador autónomo contratado por estas agencias y a él le aplicaron la Ley de Espionaje de 1917, que es una norma que se aprobó durante el gobierno del presidente Woodrow Wilson, cuando Estados Unidos decidió intervenir en la Primera Guerra Mundial para prohibir la interferencia con las operaciones militares o prevenir actos de insubordinación o de ayuda al enemigo. Es una ley que no se usa mucho y es muy cuestionable. Creo que Nixon la llegó con Daniel Ellsberg. Obama es el que más la ha utilizado, en ocho casos de espionaje. Algunos de ellos son hackers israelíes y un agente de la CIA llamado John Kiriakou. Pero ninguno de ellos ha cometido ningún acto de sabotaje contra los Estados Unidos. Snowden tuvo que irse a Rusia porque no había otro país en el mundo que le ofreciera protección. Está claro que cuando el avión de Evo Morales fue forzado a aterrizar cuando sobrevolaba Austria, todas las rutas aéreas del mundo, excepto Rusia, estaban controladas por los Estados Unidos. Sólo Rusia, Irán y China están fuera de ese control. Pero China no hizo nada por protegerle.
¿Y para proteger el sistema democrático de gente como George Bush o, últimamente, Donald Trump?
Le ha faltado mencionar a Barack Obama o a Hillary Clinton. Trate de analizar el comportamiento de estas personas. Las cosas están yendo cada vez peor desde la II Guerra Mundial y desde que se creó la NSA y la industria armamentística empezó a crecer sin parar. Ahora, además, debemos incluir el sector del comité de seguridad y el sector de inteligencia, dos propuestas que dominan la vida de los Estados Unidos con el presupuesto de gastos que conllevan. De ahí surge el problema, el coste de mantenimiento de ambos es imposible de sostener y los americanos, mientras tanto, viven bajo la ilusión de que todo esto sirve para salvaguardar su seguridad y su bienestar
¿Vivimos tiempos peligrosos?
Sí, muy peligrosos. Eso es lo que quiero decir con todo esto. Vivimos en un mundo controlado por un solo gobierno: el de los Estados Unidos. Nadie quiere ir contra él. La Europa que yo conocí durante los años 50 y 60 era mucho más independiente de los Estados Unidos que lo es hoy en día. En esos años a alguien como Snowden le hubieran acogido en Suecia, en Francia e incluso en Alemania. Los alemanes sin duda están a favor de Snowden, pero el gobierno alemán se lo ha puesto difícil. Vivimos tiempos muy fraccionados. Yo ya soy viejo y he visto muchas cosas, pero esto que veo ahora me da mucho miedo.
Un viejo que sabe mucho. ¿Qué es lo que ha aprendido haciendo esta película?
Para empezar yo no quería meterme en este proyecto, ya he hecho bastantes cosas que han creado mucha polémica. Sé muy bien que tienes que pagar un precio cuando tomas una posición crítica contra los Estados Unidos. Si recuerda, durante los años 70 se hicieron muchos largometrajes que criticaban la Guerra de Vietnam y la sociedad americana de la época. Pero cada vez se ven menos películas de ese tipo. Desde la revolución Reagan vemos cada vez más películas militaristas y patrióticas, que a veces han sido financiadas por la CIA y el Pentágono. Pero para contestar a su pregunta, lo que he aprendido es que la dimensión de este programa llevado a cabo por la CIA es mucho más grande de lo que todos pensamos y eso que no sabemos la mitad de las cosas, lo cual es terrible. La guerra cibernética y el virus que introdujeron en el sistema iraní han creado una situación incontrolable, no tenemos sentido de la soberanía o de gobierno, estamos viviendo un momento en el que cualquiera puede practicar la guerra cibernética y a niveles muy sofisticados. Es realmente terrorífico.
¿Qué piensa del intercambio que han tenido que hacer los ciudadanos para proteger la seguridad nacional a base de perder el derecho a la privacidad?
Que es una enorme tragedia y que deberíamos pelear contra ello. Lo más trágico es que hay una gran mayoría de norteamericanos que piensan que mientras les garanticen la seguridad no les importa que el gobierno vigile todos sus pasos. Pero siento decirles que nadie esta cien por cien seguro el resto de su vida porque todos vamos a morir o a sufrir accidentes y no vamos a tener siempre a alguien a nuestro lado que nos sujete la mano. La vida conlleva peligros. Pero lo que nadie tiene derecho a quitarnos es nuestro propio yo, nuestra esencia, nuestra alma.