Por Iñigo Aduriz
02/03/2016
Pedro Sánchez ha fracasado en su primer intento. Ningún otro grupo parlamentario se ha sumado este miércoles al acuerdo alcanzado la semana pasado por el PSOE y Ciudadanos para la gobernabilidad, y ni siquiera ha logrado una mayoría simple. Ha conseguido 130 ‘síes’, 219 ‘noes’ y una abstención. Era lo esperado para esta primera votación. Pero por lo sucedido en el Congreso de los Diputados se puede vaticinar que el revés se repetirá en la segunda, prevista para la última hora del viernes.
El barro y el fango volvieron este miércoles a la sede de la soberanía nacional en la segunda jornada del Pleno para intentar investir a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Tras su discurso de ayer, esta ha sido la sesión en la que el líder del PSOE se ha enfrentado a una suerte de oposición de un Ejecutivo, el que él pretende formar, que ni existe ni tiene visos de poder crearse al menos en las próximas semanas.
El actual presidente en funciones ha sido el primero en tomar la palabra. Mariano Rajoy no ha escatimado en ataques a su posible sucesor en La Moncloa. Pero después ha sido el turno del líder de Podemos, Pablo Iglesias, que con su tono hostil hacia el dirigente socialista ha hecho bueno al también presidente del PP, al menos desde el prisma de los diputados socialistas.
Rajoy, que rechazó la propuesta del Rey para tratar de renovar su mandato, se ha dedicado a ridiculizar y caricaturizar el pacto alcanzado entre el PSOE y Ciudadanos y las pretensiones de Sánchez.
El del socialista y Rivera es, según el líder popular, «el pacto de los Toros de Guisando». Se refería al supuesto acuerdo, cuestionado por los historiadores y, por lo tanto, de dudosa veracidad, alcanzado en 1468 Enrique IV, rey de Castilla, y su hermanastra Isabel para proclamar a esta princesa de Asturias y reconocerla como heredera de la Corona.
A Sánchez se ha referido como el «señor cambio», y al acuerdo entre PSOE y Ciudadanos como un «regodón de cambio de pareja». Rajoy ha acusado al líder socialista de haber sido el protagonista de una «comedia para asegurarse la existencia». Se refería a las negociaciones abiertas por el madrileño para tratar de formar gobierno.
Y precisamente por su pretensión de pactar tanto con Ciudadanos como con Podemos, Rajoy ha considerado que se ha producido un «vodevil de las negociaciones a dos bandas» que, a su juicio, no tiene ningún futuro y no prosperará ni esta semana ni en cualquier otra posible sesión de investidura.
Jaleado por los suyos y cuatro años después de acceder al poder, Rajoy ha vuelto a recurrir la herencia recibida para descalificar las opciones de Sánchez y alentar el miedo ante un gobierno socialista. Y ha concluido tildando el acuerdo entre socialistas y miembros del partido naranja como un «bluf».
Del «respeto» al insulto
Sánchez, sin saber lo que le esperaba después durante la intervención de Iglesias, abogaba por «desterrar el insulto» en su turno de réplica y reclamaba «respeto» al líder del PP. Pero, a renglón seguido, se refería a Rajoy como el «tapón» que impide que se puedan regenerar los populares y que, en consecuencia, éstos puedan formar gobierno al ser la fuerza más votada el 20D. El presidente en funciones utilizaba la contrarréplica para responderle al socialista en los mismos términos: «usted es el tapón», le decía.
La gran batalla de la mañana llegaba a continuación y, paradójicamente, se producía entre los dos líderes que están condenados a entenderse en el caso de que exista alguna opción para que Sánchez sea el nuevo presidente. Pablo Iglesias, que este miércoles se estrenaba como orador en el Congreso, optaba por ir a cuchillo contra el líder del PSOE, contra el PSOE en general y contra el pacto con Ciudadanos en particular.
Comenzaba apelando a los de Rivera y llamándoles «la naranja mecánica», y considerando a Ciudadanos como «lo peor de la política» porque, ha dicho, «no tiene más bandera que su relación con los poderosos».
Después ha asegurado respetar al PSOE porque, como ha sostenido en otras ocasiones, es el partido al que votaban sus padres o sus abuelos. Pero ha echado mano del terrorismo de los GAL para acusar a los socialistas de estar «manchados de cal viva». Hacía así alusión al asesinato de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala por parte de guardias civiles implicados en el mencionado grupo terrorista en 1983. Y el revuelo de los diputados socialistas ha sido máximo.
«Yo no traiciono a mi gente»
Pero aún quedaba más. Iglesias ha cargado contra todos y cada uno de los puntos del acuerdo entre PSOE y Ciudadanos, y ha acusado a los socialistas de haber cedido «a la presión del partido naranja». «Yo no traiciono a mi gente, señor Sánchez», ha dicho elevando el tono y sulfurando aún más a la bancada del Grupo Socialista.
Sánchez trataba de defenderse como podía en su turno de réplica, volviendo a tratar de vincular el ‘no’ anunciado por Podemos para su investidura, al ‘no’ del PP. «No hace falta que sea tan duro con el PP, tan sólo hace falta que no vote con ellos», le ha dicho. Él también ha recurrido al terrorismo. Ha recordado el asesinato por parte de ETA del concejal socialista de Mondragón, Isaias Carrasco, y ha criticado, por ello, que Iglesias se refiriera ayer a Arnaldo Otegi, secretario general de Sortu recién salido de la cárcel, como un preso político.
El líder de Podemos ha sacado entonces a relucir toda su artillería pesada contra el PSOE y, directamente, ha acusado al expresidente del Gobierno Felipe González de su vinculación con los GAL. «Tiene el pasado manchado de cal viva», le ha dicho. Es entonces cuando ha parecido dinamitar todos los puentes que se mantenían abiertos con los socialistas.
Los diputados de Sánchez se retorcían en sus escaños diciéndole a Iglesias que se marchara, provocando una broca monumental que el presidente del Congreso, Patxi López, no ha sido capaz de afrontar a tiempo. «Yo me siento muy orgulloso de Felipe», le respondía Sánchez que, a pesar de los palos recibidos, seguía insistiendo en reclamar a Iglesias su respaldo para un «Gobierno del cambio».
El terrorismo ha puesto a prueba la paciencia del exlehendakari como máximo responsable de la Cámara. Y a López se le ha visto dubitativo y muy permisivo, en general, con las peticiones que diferentes miembros del Gobierno y otros diputados le han relizado para tomar la palabra por alusiones. Ante la proliferación de exigencias, el presidente del Congreso ha tratado de cortar en seco: «Hasta aquí hemos llegado», le ha dicho, en esta ocasión, al portavoz de En Comú Podem, Xavier Doménech.
El beso entre Domenech e Iglesias
No todo ha sido tensión en la sesión de este miércoles. Domenech ha protagonizado una de las anécdotas de la mañana al darse un beso en la boca con Pablo Iglesias cuando ha terminado su turno de intervención.
Y tras el duro enfrentamiento entre Rajoy y Sánchez, primero, y el líder del PSOE e Iglesias, después, le ha llegado el turno al líder de Ciudadanos, Albert Rivera, que ha rebajado el tono del debate y ha hecho una apuesta clara por el diálogo y el entendimiento, presentándose como una suerte de Adolfo Suárez del siglo XXI.
Se superaban ya la tres horas de debate y muchos parlamentarios no disimulaban su cansancio e incluso su aburrimiento con las palabras del diputado naranja, que zanjaba cualquier opción de respaldar a Rajoy como presidente, en una futura sesión de investidura, posterior al fracaso de Sánchez. «Creo que no es creíble para liderar esta nueva etapa política. Usted desprecia que España tenga que ser reformada», le ha dicho.
El líder del PSOE empleaba su turno de réplica al líder de Ciudadanos para defender de nuevo su pacto. «Hay diputados más pendientes de la confrontación que del acuerdo, señor Rivera. «Estos son los tiempos en los que vivimos», ha concluido.
La propuesta de Baldoví
Por la tarde la primera imagen del hemiciclo ha sido la de la bancada popular prácticamente vacía nada más comenzar la intervención de los representantes nacionalistas. Tanto Mariano Rajoy como Albert Rivera han tardado algo más de una hora en reincorporarse al hemiciclo, y lo han hecho prácticamente a la vez en torno a las 16:10 horas.
Se han escuchado todas las lenguas del Estado en el hemiciclo. Y, por primera vez, su presidente, Patxi López, ha utilizado el euskara para referirse a los intervinientes de PNV o EH Bildu. Los primeros han vuelto a tender la mano al PSOE aunque han reclamado más transferencias para el País Vasco, mientras los segundos han descartado cualquier acuerdo con los socialistas.
Joan Baldoví, portavoz de Compromís, ha tratado de ejercer de enlace de distintos partidos y ha propuesto a todas las fuerzas a la izquierda del PSOE que se reúnan y consensúen un documento para presentar a los socialistas, que facilite un posible acuerdo de gobierno. En los mismos términos se ha expresado el diputado de IU, Alberto Garzón, que ha calificado la sesión de este miércoles de «acto electoral».