Ya es un hecho que la COVID-19 es una enfermedad multiorgánica, con un impacto importante en el sistema cardiovascular. Uno de cada tres pacientes en UCI presenta daño miocárdico, lo que indica «la presencia del virus en el corazón». Mientras que tres de cada cuatro pacientes en estado crítico necesita soporte vasopresor.
Las enfermedades cardiovasculares en los pacientes con COVID-19 fueron el foco de un seminario en línea organizado por SEMICYUC (Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias) y que se realizó el 13 de mayo. Contó con la participación de especialistas del área de cuidados intensivos del Hospital La Paz (Madrid), Hospital de Jerez de la Frontera, del Hospital Parc Taulí (Barcelona) y el Hospital Universitario de Bellvitge (Barcelona).
El daño miocárdico por la #COVID19 afecta a un tercio de los pacientes críticos. https://t.co/WOjGflaDaj pic.twitter.com/oyXooqVwD7
— SEMICYUC (@semicyuc) May 18, 2020
La COVID-19 y el sistema cardiovascular
Los expertos intensivistas dilucidaron sobre cómo la COVID-19 afecta el sistema cardiovascular, sea generando o empeorando las enfermedades cardiovasculares. Una es la hipertensión arterial, que de acuerdo con SEMICYUC, generó gran controversia en las primeras semanas de la pandemia.
Se cuestionaban los medicamentos utilizados para inhibir la enzima convertidora de la angiotensina II. El uso de los inhibidores de la ACE2 para controlar la hipertensión arterial podía estar asociado con una mayor mortalidad de los pacientes infectados con el virus.
El médico Pablo Millán, del Hospital La Paz, expuso que aún no se ha demostrado que el uso de medicamentos antihipertensivos –como los inhibidores de la angiotensina II– se asocien con mayor riesgo de infección o peor evolución de la enfermedad. Se recomendó seguir administrando los fármacos habituales para mantener controlada la hipertensión arterial.
Pacientes crónicos con COVID-19
Los pacientes crónicos de la COVID-19 muchas veces requieren de tratamientos que pueden ser un factor de inestabilidad en el cuadro existente. Existe el riesgo de que a partir de terapias aplicadas se desarrolle hipovolemia (disminución del volumen total de la sangre que circula en el cuerpo), vasoplejía (una complicación que suele aparecer en el período posoperatorio de la cirugía cardiovascular), embolia pulmonar (coágulos en las venas de los pulmones) y disfunción cardíaca «por daño directo del virus» al miocardio.
El daño al miocardio significa un impacto directo al músculo del corazón. De acuerdo con la ponencia de la médica Ana Ochagavía, jefa del Área de Críticos del Hospital Parc Taul, la COVID-19 podría incrementar el riesgo de daño agudo al miocardio. Las consecuencias son arritmias y miocarditis.
Las arritmias son más frecuentes en pacientes con la COVID-19 que requieren cuidados intensivos. Las estadísticas apuntan que 44,4% de los pacientes en UCI presentan arritmias, mientras que solo un 6,90% de los pacientes que no requieren cuidados intensivos presentan esta patología cardiovascular.
Ochagavía también señaló que entre el 25% y 35% de los pacientes en UCI con la COVID-19 ha sufrido daño miocárdico. La miocarditis aparece a las dos o tres semanas de la infección.
La detección del daño miocárdico es una señal de alarma. Empeora el pronóstico del paciente. Las recomendaciones son seguir el mismo patrón que se ejecuta ante otros tipos de infecciones. Además de realizar ecocardiografías que evalúen la función cardíaca y el estado hemodinámico.
ECMO
El último tema que se tocó en el seminario que aborda las enfermedades cardiovasculares y la COVID-19 fue el uso de ECMO (oxigenación por membrana extracorpórea).
La terapia con ECMO consiste en la utilización de una bomba que le proporciona oxígeno a la sangre a través de un pulmón artificial. Es una terapia común en bebés con enfermedades respiratorias o cardíacas.
El soporte de oxigenación a través de ECMO en pacientes con la COVID-19 es una necesidad que se ha incrementado exponencialmente en la pandemia. España es el segundo país de Europa en donde más pacientes han requerido de asistencia mecánica por ECMO. La médica intensivista del Hospital Universitario de Bellvitge, María Paz Fuset manifestó que la asistencia por ECMO «permite ganar tiempo para diagnosticar y tratar al paciente».
El soporte respiratorio, cardíaco o cardio-respiratorio depende de las necesidades de cada caso. Con respecto al uso de ECMO hay una advertencia: se recomienda cuando haya una parada cardiorespiratoria, pero solo en los centros donde exista un programa hospitalario. La ECMO es una técnica que requiere alta cualificación al utilizarse en pacientes con la COVID-19.
El seminario «Patología cardiovascular en el paciente con COVID-19» fue moderado por Virginia Fraile, médico intensivista del Hospital Universitario Río Hortega (Valladolid) y vicesecretaria de la junta directiva de la SEMICYUC.
El cursillo forma parte de una iniciativa de la sociedad de medicina intensiva para ampliar entre la comunidad de intensivistas y los profesionales sanitarios los conocimientos sobre la COVID-19.
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