Algo que ha quedado claro, es que la carrera de Angela Merkel está llegando a su fin. La actual canciller alemana anunció en octubre de 2018 que renunciaba al liderazgo del partido de la CDU. También dijo que no se postularía para la reelección. Tras 30 años de carrera política, hay mucha tela que cortar al hacer un balance de sus logros. Y entre ellos, la iniciativa conocida como Energiewende (la transición energética), podría ser uno de los más relevantes.
Los anuncios de Merkel se produjeron luego del pobre desempeño de su partido de centroderecha de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y sus socios de CSU en las elecciones regionales del año pasado.
Por otro lado, una serie de temblores visibles durante los eventos públicos a principios de este año también ha generado preocupación por la salud de la mandataria, y la especulación de que puede renunciar antes del final de su mandato.
Global emissions continue to rise, by 0.6% in 2019 https://t.co/O28iJ1iOcD
— Energiewende Germany (@EnergiewendeGER) December 4, 2019
El cambio climático
Merkel ha mostrado un enorme compromiso desde que asumió el poder en 2005. Ha dirigido estoicamente al gobierno de Alemania a través de una crisis financiera global, varias crisis europeas y el surgimiento de políticos populistas.
También en materia de energía y cambio climático, Alemania ha asumido un papel de liderazgo bajo la dirección de Merkel.
El país teutón ha impulsado inmensas inversiones en energía renovable y obtenido una reputación justificada como colaborador constructivo en la reducción de emisiones y la descarbonización de los sistemas energéticos en su territorio y en otros lugares.
En energía y descarbonización, el legado de Merkel probablemente estará definido por la Energiewende («transición energética»). Se trata del gran plan de Alemania para transformar su suministro de energía en algo que sea «bajo en carbono, ecológico, confiable y asequible», alejándose de los fósiles combustibles y generación nuclear a favor de un impulso masivo hacia las energías renovables, principalmente la energía eólica.
La iniciativa Energiewende recibió apoyo legislativo en 2010. Fue bien recibida tanto en Alemania como a nivel internacional por su ambición y alcance.
El país estableció objetivos audaces de reducción de emisiones, comprometiéndose a una reducción del 40% en las emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con los niveles de 1990 para 2020, 55% para 2030 y 95% para 2050.
Alemania apunta a que las fuentes renovables conformen el 80% de su mix energético para mediados de siglo.
One more great chart: estimated impact of minimum distance requirements for wind turbines relative to 800 m baseline. Increase to 1,000 m significant, even 1,500 m reduces potential by >60% pic.twitter.com/xYvENB6XLq
— Energiewende Germany (@EnergiewendeGER) November 29, 2019
Una iniciativa con trayectoria
Bajo los lineamientos de Energiewende, el gobierno de Merkel presidió una expansión masiva de la capacidad instalada de energía renovable en el país, incentivando el desarrollo de proyectos eólicos y solares.
Como resultado, Alemania experimentó rápidos aumentos en las fuentes de generación renovables entre 2010 y la actualidad. La capacidad eólica en tierra se duplicó entre 2010 y 2018, de 26,8 a 52,7 gigavatios (GW), mientras que la energía solar ha crecido de una base más pequeña de 17,9 a 45,3 GW el año pasado.
Una senda de altos y bajos
A pesar de las victorias tempranas las percepciones de Energiewende hoy en día son considerablemente menos positivas de lo que solían ser.
Esto se debe principalmente a que a pesar de los miles de millones que Berlín ha gastado en la transición energética, Alemania está en camino de perder su primer objetivo de reducción de emisiones en 2020, con objetivos a largo plazo que parecen inciertos también.
Los 866 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalentes (CO2e) emitidos en Alemania en 2018 estaban muy por encima del objetivo de 750 millones de toneladas de CO2e. El consenso es que ahora será imposible cumplir el objetivo de reducción de 40% para 2020.
El efecto Fukushima
Hay un problema subyacente para el decepcionante desempeño de Energiewende. Tras el colapso de la planta nuclear en Fukushima en 2011, el gobierno alemán anunció un compromiso para eliminar la flota de reactores nucleares del país para 2022.
Actualmente, solo siete plantas nucleares alemanas siguen en funcionamiento y están en espera de desmantelamiento.
Eliminar la energía nuclear con bajas emisiones de carbono ha ampliado efectivamente el papel y la vida útil de las plantas a carbón del país. Muchas de ellas son alimentadas con lignito, carbón blando que es más fácil de producir pero con mucho más contenido de carbono para quemar.
El sector eólico alemán lucha por mantenerse al día
La opinión pública en Alemania hace poco probable el cambio de rumbo hacia la energía nuclear. Por ello, es muy importante que el sector eólico terrestre, la mayor fuente de energía renovable del país, continúe desarrollándose fuertemente.
Sin embargo, hasta que se pueda lograr un almacenamiento de energía confiable a gran escala, la intermitencia continuará amenazando la seguridad del suministro. Esta situación extenderá la vida útil de las plantas a carbón.
El sector eólico enfrenta múltiples obstáculos. Entre ellos están las difíciles alcabalas regulatorias para obtener la aprobación de los parques eólicos en medio de una resistencia local regular y feroz.
La dinámica compleja de Energiewende ha dado tantos pasos hacia atrás y hacia adelante para los esfuerzos climáticos de Alemania. Ello ha amenazado los objetivos del país y dejado preguntas sin respuesta sobre su futuro energético a largo plazo.
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