Los analistas aún no se ponen de acuerdo sobre el impacto de la crisis generada por el COVID-19 para las energías limpias. Puede darles un mayor impulso o hundirlas significativamente.
El impacto que el brote ha tenido para la economía es evidente. Desde China hasta los Estados Unidos, pasando por Europa y Oriente Próximo, Asia y América Latina, las pérdidas en los mercados globales se esparcen más rápido que la enfermedad.
Los precios del crudo se desplomaron a principios de esta semana debido a la anticipación de una guerra de precios entre Rusia y Arabia Saudí. Cayeron aún más después de que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, prohibió los viajes desde Europa a ese país.
El Brent bajó más de 30%, y se colocó en apenas 31,20 dólares por barril solo esta semana. El crudo de referencia internacional ha perdido 10% desde principios de año.
Many governments are already drawing up plans to stimulate economies suffering from the #COVID19 #coronavirus.
According to @IEA chief @IEABirol, this is an opportunity to accelerate the transition to #NetZero emissions, essential to combat #ClimateChange https://t.co/iENcR8lWBg
— UN Climate Change (@UNFCCC) March 14, 2020
Impacto para las energías limpias
Los bajos precios del petróleo pondrán a prueba la resolución de los planes de transición energética de las grandes empresas.
Algunos analistas esperan que los compromisos a largo plazo de las compañías con la descarbonización y las energías renovables permanezcan intactos. Otros son menos optimistas.
La disputa entre Rusia y Arabia Saudí ha enviado una avalancha de petróleo y gas baratos a los mercados mundiales, justo cuando la pandemia de COVID-19 está sofocando la demanda.
Esta situación llega en un momento en que las grandes petroleras europeas, incluidas Shell, Total, Repsol y BP, se están embarcando seriamente en un camino hacia la reducción de emisiones y la diversificación de sus negocios en energías renovables, movilidad eléctrica y otros servicios de energía.
La mejor energía es la que no se consume. Los recursos del planeta 🌏 son finitos, por eso trabajamos para hacer un uso más eficiente invirtiendo en tecnología e #innovación y seguir avanzando hacia la #TransiciónEnergética 👉 https://t.co/YHaKv4CZAA #DíaDeLaEficienciaEnergética pic.twitter.com/cr0WsFo1pb
— Repsol (@Repsol) March 5, 2020
Las compañías petroleras han sido muy lentas al orientar sus negocios hacia fuentes de energía más limpias.
Está por verse si la tormenta actual del mercado frenará aún más este avance o, por el contrario, acelerará la transición.
Cost reductions in renewables & digital tech advances are opening huge opportunities for energy transitions, with wind & solar PV providing almost all the electricity generation growth to 2040 in our Sustainable Development Scenario.
→ https://t.co/aE410jvi6i pic.twitter.com/ln3FY0Usj2
— International Energy Agency (@IEA) March 14, 2020
La competencia del crudo barato
El colapso de los precios mundiales del petróleo causado por la pandemia, podría terminar siendo una mala noticia a corto plazo para la transición a las energías limpias.
El descenso en el precio del crudo podría llevar a más personas a usar vehículos personales y aviones en lugar del transporte público, y alentar la compra de modelos más grandes y hambrientos de combustible, como los vehículos utilitarios deportivos.
Para las personas y las empresas, un barril de crudo barato también significa combustible para calefacción más barato, una desaceleración en el ahorro de energía y podría retrasar los esquemas para avanzar hacia una electricidad «más ecológica».
Sin embargo, un crudo más barato podría hacer que las empresas se alejen de la explotación de depósitos caros de combustibles fósiles.
Ese es el caso del petróleo de esquisto bituminoso en América del Norte. Este crudo es costoso de extraer y se considera que no es rentable a menos de 50 dólares por barril.
La seguridad de las energías limpias
Por otra parte, la dependencia de los combustibles fósiles hace que los países estén más expuestos al choque económico de las crisis mundiales.
Esto ha quedado demostrado a raíz del brote de coronavirus.
Esta semana vio la confirmación del coronavirus COVID-19 como una pandemia, junto con el anuncio de Arabia Saudita de que aumentaría el suministro de petróleo en un momento de disminución de la demanda.
El doble golpe de eventos provocó una caída del Promedio Industrial Dow Jones de hasta un 10%. Se trata del mayor descenso desde 1987.
Esta situación provocó que los bancos centrales emitieran más predicciones de recesión.
En este entorno, la pandemia podría alentar a los gobiernos a recurrir a las energías limpias para ayudar a reducir los riesgos ante situaciones de crisis.
Los riesgos del carbono
Muchas empresas, especialmente los fondos de inversión, también están teniendo en cuenta un alto «riesgo de carbono«.
Por esta razón, el mayor administrador de activos del mundo, Blackrock Inc, decidió retirar sus inversiones en carbono.
Sin embargo, la paralización del comercio mundial a causa de la pandemia también juega en contra de las energías limpias. La globalización ha hecho que las empresas del sector sean muy dependientes de los componentes importados.
Recent market moves have been reminiscent of the financial crisis. But we don’t think it’s 2008. Learn more: https://t.co/bvXO6gDEWI pic.twitter.com/8LHE1LaSSX
— BlackRock (@BlackRock) March 10, 2020
China, el país donde se produjo el brote, es uno de los mayores proveedores mundiales, tanto para el sector fotovoltaico como el eólico. Esta situación está afectando la construcción de parques que utilizan el viento y el sol como fuente de energía.
Se trata, sin embargo, de un obstáculo temporal. Estos proyectos se podrían reactivar después de pasada la crisis.
Todos estos factores, sumados a la pandemia del COVID-19, que ha paralizado las economías de varios países, ha reducido el tráfico aéreo y reducido la demanda global crudo, tendrían un impacto significativo en la transición hacia energías limpias.
Para más información visite Cambio16
Lea también:
Biocombustibles: “amistosos enemigos” del ambiente