El camino hacia un mundo más verde y “amigable con la naturaleza” parece empedrado de sacrificios de lugares prístinos, de incalculable valor ecológico. En el Valle de San Pedro en Arizona, ambientalistas y representantes de las etnias originarias luchan por salvar uno de los tesoros ecológicos de los Estados Unidos. Antes se enfrentaron a quienes lo reclamaban en aras del “desarrollo”. Ahora es el proyecto más importante de energía renovables en la historia estadounidense. Parece una lucha de David contra Goliat.
“De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”. Un viejo proverbio que recoge muchas de las experiencias compartidas por ambientalistas e indígenas del mundo. El gobierno de Joe Biden está comprometido con que Estados Unidos cumpla con los Acuerdos de París y las metas de descarbonización para el 2030. Parte esencial de ese plan es el desarrollo de las energías verdes o renovables. El más importante de ellos es la línea de transmisión SunZia. Su talón de Aquiles: sacrifica el Valle de San Pedro en Arizona. Los ambientalistas y las tribus originarias no están conformes.
Único en su tipo
El Valle de San Pedro en Arizona es el hogar del río San Pedro, fluye desde México, atraviesa el sur de Arizona y desemboca en el río Gila. Ubicado en el suroeste de Estados Unidos, es el último río sin embalses de la región. El río es uno de los pocos en el mundo que fluye hacia el norte, lo que lo distingue geográficamente. El valle y el río San Pedro son ecológicamente significativos. Forman un corredor de sombra fresca a través del desierto inhóspito.
El río ha recibido una considerable atención nacional e internacional en los últimos años, debido a que es un ecosistema de bosque ribereño. Alberga dos tercios de la diversidad de aves en los Estados Unidos, incluidas 100 especies reproductoras y casi 300 especies migratorias. Da cobijo a más de 80 especies de mamíferos, 20 especies de murciélagos y varios tipos de roedores. También hay más de 65 especies de reptiles y anfibios. La ictiofauna dulceacuícola nativa está representada por aproximadamente 38 especies, de las cuales 13 son nativas del río San Pedro. Por lo que se le considera vital para la biodiversidad regional. Es el hábitat de especies de peces nativos amenazados y en peligro de extinción y un corredor importante para las aves migratorias.
Para proteger este canal vital, se estableció el Área de Conservación Nacional Ribereña San Pedro en 1988. La Oficina de Administración de Terrenos supervisa casi 57.000 acres de terreno público entre la frontera mexicana y el pueblo de St. David en el Condado Cochise. Esta área de conservación es una de las dos únicas áreas de conservación nacional ribereña en todo el país, la otra es el Área de Conservación Nacional Ribereña Gila Box en Arizona, que protege más de 23.000 acres alimentados por cuatro canales perennes.
Amenazas recurrentes
El San Pedro es considerado la principal fuente de agua para las actividades agrícolas y ganaderas en la frontera entre México y Arizona, así como para los asentamientos humanos a lo largo de su curso. El rápido crecimiento y aumento de la población en el sur de Arizona ha generado preocupación por este río. La sobreexplotación de los acuíferos en las últimas décadas ha amenazado su caudal y la vida silvestre que depende de él. Varias organizaciones sin fines de lucro se han establecido en los últimos años para crear conciencia sobre este problema.
The Nature Conservancy posee varias reservas en la cuenca del río San Pedro, incluyendo la Reserva del Río San Pedro, la Reserva del Cañón Aravaipa, la Reserva Muleshoe Ranch, la Reserva Ramsey Canyon y, más recientemente, Rancho Los Fresnos. Este último, ubicado cerca del nacimiento del río, alberga la ciénega más grande de la cuenca del río San Pedro.
Es particularmente importante debido a que el 99% de las ciénegas del suroeste han sido drenadas y destruidas. La protección de estas áreas es vital para la conservación del ecosistema único del río San Pedro. El valle del río San Pedro también tiene un valor antropológico e histórico, ya que ha sido objeto de estudios etnográficos que revelan la presencia de grupos indígenas en la región.
Proyecto “ecológico”
El proyecto SunZia, una iniciativa de energías renovables en Estados Unidos, es una línea de transmisión de alta tensión de 550 millas que transportará alrededor de 3.000 megavatios de energía eólica desde Nuevo México hasta Phoenix. Es un proyecto de más de 8.000 millones de dólares, propiedad de la empresa californiana Pattern Energy. Considerado por el presidente Joe Biden como un hito en la construcción de la red de energía limpia del país. Una herramienta clave en la lucha contra el cambio climático.
La ruta propuesta para SunZia ha generado controversia. Después de entrar en Arizona, la línea atravesaría el valle de San Pedro. Una región ecológicamente sensible y hogar del río San Pedro, el último río sin represas del suroeste. Los defensores del valle argumentan que, aunque se necesita desesperadamente más energía renovable, el río San Pedro debería ser protegido debido a su singularidad.
El río San Pedro es un hábitat ribereño raro en el desierto de Sonora. Además, conserva miles de años de historia humana que son de gran importancia para los pueblos indígenas de la región. Ya está bajo una inmensa presión debido a una variedad de usos del suelo y propuestas de construcción, incluyendo minas de cobre, un muro fronterizo, pastoreo de ganado, una autopista interestatal y una urbanización que convertiría más de 12.100 acres de hábitat ribereño virgen en un complejo residencial y turístico.
A pesar de los desafíos, los grupos ecologistas han logrado detener o paralizar la mayoría de las amenazas al valle. Sin embargo, con la reciente inauguración de SunZia, surge la pregunta de cómo evitar que el río San Pedro y otras áreas ecológicamente sensibles sean invadidas por el próximo ciclo de desarrollo energético.
Proyecto SunZia
El gobierno de Biden tiene como objetivo crear una red energética libre de carbono para 2035, y la energía eólica es un componente esencial de este plan. Actualmente, la energía eólica proporciona más del 9% de la electricidad total de los Estados Unidos. Suficiente para abastecer a unos 40 millones de hogares. Sin embargo, para que la energía eólica sea efectiva, debe ser transportada desde donde se genera hasta donde se necesita.
Estados Unidos actualmente opera con un sistema fragmentado en tres redes separadas: Este, Oeste y Texas. Según el Laboratorio Nacional de Energías Renovables será necesario conectar estas redes y construir entre 1.400 y 10.100 millas de nuevas líneas de alta capacidad cada año, duplicando o triplicando la capacidad de transmisión actual. Si se quieren cumplir con el objetivo trazado por Biden. Es donde entra en juego el proyecto SunZia.
Es un proyecto de línea de transmisión de alta tensión de 550 millas que comenzará en el centro de Nuevo México. Donde Pattern Energy está construyendo más de 900 aerogeneradores capaces de generar 3.500 megavatios de electricidad. El proyecto promete crear 2.000 puestos de trabajo y generar más de 20.000 millones de dólares en beneficios económicos totales. Proporcionará una energía fiable y comparativamente limpia que aumentará por la noche, cuando disminuya la energía solar.
Pero la ruta propuesta para SunZia ha generado controversia, ya que atravesaría 33 millas de la cuenca del río San Pedro. La Oficina de Administración de Tierras de Estados Unidos finalmente aprobó una única opción de ruta a través del valle del río San Pedro producto de las negociaciones con múltiples agencias estatales y federales y propietarios privados desde 2006. Y luego de las modificaciones al trazado original para evitar áreas sensibles en Nuevo México. El dilema ilustra los desafíos que enfrenta el desarrollo de la energía renovable. La energía eólica es una parte crucial de la solución al cambio climático. Pero también es esencial proteger y preservar los valiosos ecosistemas naturales.
Tribus ignoradas
Se espera que, para finales de 2025, el proyecto SunZia atraviese este valle por un tramo de 45 millas. El proyecto, que es una prioridad presidencial, ha generado preocupaciones ambientales debido a su impacto potencial en el hábitat local. Pattern Energy, la empresa detrás de SunZia, promete mitigar sus impactos ambientales. Pero el acceso futuro a la zona, que requerirá la construcción de nuevas carreteras, plantea una amenaza especial para los yacimientos arqueológicos del valle. Los cuales contienen más de 12.000 años de historia humana.
Donde se planea el proyecto SunZia es un lugar de gran importancia cultural e histórica. Alberga pictografías, petroglifos, herramientas antiguas, restos de campamentos, canales de riego, restos humanos y terrazas que probablemente fueron parte de una antigua plantación de agave. Para las comunidades indígenas de la región, como los apaches, o’odham, hopi y zuni, esos lugares no son solo reliquias del pasado. Son lugares de comunión activa con sus ancestros.
La Ley Nacional de Conservación Histórica obliga a los agentes federales a catalogar y proteger estos sitios de cualquier actividad moderna que pueda dañarlos. Por lo tanto, cualquier desarrollo en la zona, incluyendo el proyecto SunZia, debe tener en cuenta la preservación de estos valiosos recursos culturales e históricos.
A pesar de los años de revisión ambiental y las numerosas reuniones con propietarios privados, las tribus de Arizona sienten que fueron ignoradas. En marzo de 2023, líderes de varias comunidades indígenas se unieron para pedir un desvío de SunZia, argumentando que la Oficina de Administración de Tierras ha ignorado en gran medida la importancia del Paisaje Cultural Tradicional del Valle de San Pedro.
SunZia avanza
Kevin Wetzel, de Pattern Energy, afirma que para que un proyecto se materialice, es necesario el consenso de todas las partes involucradas. Se requiere una coalición de apoyo que comprenda tanto las ventajas como las desventajas del desarrollo de infraestructuras. Equilibrando el intento de resolver la crisis climática con las realidades físicas del desarrollo de infraestructuras.
En agosto, Audubon Southwest, una organización que ha trabajado arduamente para proteger los bastiones ornitológicos de San Pedro, cambió su postura y se declaró oficialmente a favor del proyecto SunZia. Decisión que se tomó tras constatar la falta de voluntad política para alcanzar los objetivos de energías renovables por medios alternativos. En septiembre, la Oficina de Administración de Tierras (BLM, por sus siglas en inglés) aprobó la construcción de SunZia. Para octubre, las excavadoras ya habían comenzado a eliminar la vegetación del valle para exponer los caminos de tierra roja.
Otras opciones
Pattern Energy argumenta que la ruta actual del proyecto SunZia es la opción más responsable desde una perspectiva económica, ambiental y cultural. Los críticos del proyecto esperan que la línea pueda tomar una ruta alternativa. Aprovechando la infraestructura de transmisión existente al norte del río San Pedro. Una solución que evitaría la necesidad de crear un nuevo derecho de paso a través del desierto.
Los críticos apuntan al proyecto de transmisión Southline como un ejemplo de cómo se podría hacer. Southline es una conexión HVDC de 280 millas entre El Paso y Tucson. Obtuvo todos los permisos importantes y se espera que comience su construcción en 2025. Aunque la ruta de Southline no llega a las áreas de energía eólica de Nuevo México con la eficacia que SunZia desearía, demuestra que es posible utilizar la infraestructura existente.
Otra opción es el High Plains Express. Un proyecto que habría transportado energía eólica desde el centro de Nuevo México hasta Phoenix a lo largo de una ruta que evita el valle de San Pedro. A diferencia de SunZia, que creará un nuevo corredor a través de áreas vírgenes, el trazado del High Plains Express no habría afectado al paisaje intacto.
El alcance de la red eléctrica del país es limitado y los expertos afirman que no hay suficientes kilómetros de líneas eléctricas para cumplir los objetivos energéticos. La BLM supervisa hasta ahora casi 17.000 derechos de paso para la transmisión eléctrica a través de terrenos públicos en 11 estados occidentales y Alaska. La transmisión generalmente cuesta alrededor de un millón de dólares por milla. Los costos pueden aumentar si la línea tiene que hacer un giro o subir una colina. Las energías renovables están ligadas a la geografía, lo que significa que las líneas de transmisión de energías renovables a menudo deben recorrer largas distancias.
Ruta llena de obstáculos
A pesar de estos desafíos, la necesidad de más líneas de transmisión para transportar el aumento de la producción de energía renovable es clara. Como señala Allison Sandoval, portavoz de la Oficina de Administración de Tierras, cada línea de transmisión tiene un límite máximo de energía que puede transportar. A medida que se pongan en marcha nuevos proyectos de energías renovables, es probable que se necesiten más líneas de transmisión. La co-ubicación con las líneas de transmisión existentes puede mitigar, pero no eliminar, los problemas asociados con el proyecto SunZia.
La construcción de nuevas líneas conlleva sus propios desafíos regulatorios y ambientales. Durante la construcción, es probable que se tenga que desconectar la línea existente. Además, instalar más de una línea de transmisión en la misma infraestructura presenta riesgos. Como la posibilidad de que un incendio forestal arrase ambas líneas a la vez. Duplicar la capacidad puede ser beneficioso en puntos críticos, como los cruces de ríos y hábitats frágiles. En esos casos, tiene sentido agrupar las transmisiones para minimizar el impacto antes de dividirlas en trayectos individuales.
Pattern Energy puede tener otro incentivo para seguir con la ruta problemática que ha elegido. SunZia y High Plains Express surgieron como ideas hace unos 20 años, pero SunZia es la única propuesta que sigue en pie. Desde que la Ley de Políticas Reguladoras de los Servicios Públicos de 1978 intentó abrir la generación de energía a una mayor competencia, las empresas de servicios públicos se han vuelto posesivas de la red energética del país. Como resultado, un proyecto respaldado por una empresa de servicios públicos puede pasar de la idea a la construcción en nueve años. Mientras que una propuesta de un promotor privado puede permanecer en el purgatorio burocrático durante décadas.
Alternativa vial
Una solución sencilla podría estar justo delante de nosotros. En Minnesota, el proyecto NextGen Highways ha ganado apoyo para la idea de transportar energías renovables a lo largo de carreteras públicas. Dando una segunda vida al sueño de Eisenhower de fortalecer el país a través de la conexión. El sistema de autopistas interestatales ya une todos los rincones del país con amplios derechos de paso.
Utilizar estas autopistas existentes evitaría la necesidad de obtener permisos de innumerables propietarios privados. Reduciría la cantidad de permisos necesarios. NextGen planea enterrar las líneas HVDC junto a las carreteras. Permitiendo que millones de estadounidenses circulen a toda velocidad junto a electrones generados de forma renovable.
Otro experimento en el Medio Oeste, llamado SOO Green, ha seguido el ejemplo de la fibra óptica. Planea aplicar esa estrategia a las vías férreas. Rehabilitando los carriles de acero que una vez allanaron el camino para la expansión hacia el oeste. Para empezar, prevé conectar dos de los mayores mercados energéticos del país -la densamente poblada región del Atlántico medio y la cuenca del Misisipi- con un cable HVDC subterráneo de 350 millas.
Reusar la vía férrea
Bill Moyer, un activista medioambiental, propone una alternativa llamada Solutionary Rail. Esta iniciativa busca utilizar la infraestructura ferroviaria existente no solo para generar beneficios a partir de otra fuente de energía, sino también para contribuir a la red energética. Aunque es una apuesta arriesgada, Moyer ha logrado reunir a una coalición de expertos en energía, políticos, defensores del medio ambiente y trabajadores ferroviarios para apoyar esta idea.
Moyer, un activista medioambiental de Washington, ha pasado la última década impulsando la idea de electrificar los ferrocarriles del país. Su plan va más allá de utilizar el ferrocarril para transportar electricidad. También utilizaría electricidad renovable para alimentar los trenes.
Con los ferrocarriles como columna vertebral de una red eléctrica de gran alcance, las ciudades y los pueblos pequeños podrían aprovechar y añadir a la red cualquier forma de generación renovable que tuvieran a mano. Ayudaría a revitalizar las comunidades rurales que quedaron rezagadas cuando la nación pasó de invertir en ferrocarriles a hacerlo en autopistas.
Moyer espera que la inversión en ferrocarril electrificado desvíe parte de la carga de los camiones de mercancías por carretera, que producen un tercio de las emisiones del sector del transporte. El talón de Aquiles de la idea puede ser su ambición: El alcance del Solutionary Rail estaría más acorde con la época en que se construyeron los ferrocarriles que ahora cuando se infrautilizan.
Sacrificar el Valle de San Pedro
El proyecto SunZia, aunque representa un avance significativo en la energía renovable, genera preocupaciones debido a su impacto potencial en el hábitat y el patrimonio cultural del valle de San Pedro. Pattern Energy está instalando cables a través de San Pedro con el objetivo de transportar energía de corriente continua desde sus parques eólicos hasta sus clientes. En una etapa inicial del proyecto, se contemplaba la inclusión de una línea adicional que llevaría electricidad de corriente alterna, permitiendo a los propietarios de viviendas con energía solar contribuir a la red. Sin embargo, a medida que el proyecto SunZia progresaba, esta opción fue eliminada.
Los ambientalistas han expresado su intención de seguir presionando para lograr algo más que una simple victoria para las empresas a expensas del ecosistema. Argumenta que, si el precio de los proyectos como SunZia es dañar hábitats raros e insustituibles y patrimonios culturales, entonces el camino que se está trazando corre el riesgo de perder una oportunidad de verdadera innovación.
SunZia puede ser visto como un logro notable en el camino hacia un futuro de energías renovables. También plantea preguntas importantes sobre cómo equilibrar el progreso con la protección del medio ambiente y el patrimonio cultural. La historia y la política han dejado en Estados Unidos una red energética dividida en tres partes, con territorios que no se llevan bien y un paisaje marcado por las cicatrices de la infraestructura. Mientras el camino hacia un futuro renovable siga empantanado en una maraña de protocolos estatales y federales superpuestos, la industria presentará sacrificios como el del Valle de San Pedro como un requisito previo para el progreso.