Simcha Jacobovici, periodista y director de cine israelí-canadiense, presentó en 2011 Los clavos de la cruz, un documental en el que afirmaba que había encontrado los clavos que se utilizaron en la crucifixión de Cristo hace 2.000 años.
El documental ‘fue duramente criticado por la ciencia. «Se trata de una burda maniobra para promocionar el filme», declaró entonces el divulgador científico Javier Armentia, antiguo responsable de la Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico. Otros llegaron a decir que eran argumentaciones basadas en la imaginación y en un salto de fe.
¿Clavos de una crucifixión?
El estudio que documenta Jacobovici se realizó durante de tres años con unos clavos que se encontraron de 1990 en Jerusalén. El hallazgo se hizo, precisamente, en un sepulcro del sumo sacerdote judío Caifás, el responsable de la entrega de Jesús de Nazareth a los romanos que ordenaron la crucifixión «del que se hace llamar hijo de Dios».
En abril de 2011, Jacobovici se refirió a su hipótesis. “Si miras el episodio en su amplitud histórica, textual, arqueológica, todo apunta a que los dos clavos encontrados estuvieron implicados en una crucifixión. Y dado que Caifás solo está asociado a la crucifixión de Jesús, sumas dos y dos, lo más probable es que se usaron esos clavos”, declaró.
Sin embargo, Israel Antiquites Authority, que supervisó la exploración a la tumba en 1990, declaró que es habitual encontrar estos materiales en las tumbas. Descartó radicalmente la hipótesis de Jacobovici.
Are these nails from Jesus’ crucifixion? New evidence emerges, but experts are unconvinced https://t.co/udhwXNCNLe pic.twitter.com/lYd0lYG14W
— Whatafind.com (@Whatafind) October 8, 2020
Usaron microscopio electrónico y barrido geoquímico en los clavos
Un estudio reciente publicado en la revista Archeological Discovery encontró rastros de crucifixión en los clavos de la colección de Caifás que daban por desaparecidos y que concuerdan exactamente con los elementos químicos y orgánicos de la tumba.
El estudio Petrochemistry of Sediment and Organic Materials Sampled from Ossuaries and Two Nails from the Tomb of the Family of the High Priest Caiaphas, Jerusalem (Petroquímica de sedimentos y materiales orgánicos extraídos de osarios y dos clavos de la tumba de la familia del sumo sacerdote Caifás, Jerusalén, que publicaron los investigadores Aryeh E. Shimron, Yoetz Deutsch, Werner H. Schoch y Vitaly Gutkin, indica que los dos clavos tienen restos de material orgánico, madera y huesos, que corresponden a misma entidad.
Así, en el texto detallan que empleando el microscopio electrónico de barrido geoquímico y petroquímico, difracción de rayos X, encontraron que los materiales orgánicos e inorgánicos adherido a los dos clavos poseen y muestran muchos elementos químicos y características físicas idénticos a los encontrados en la tumba de Caifás.
«Basándonos en la evidencia colectiva, concluimos, con considerable confianza, que los clavos localizados por el periodista de investigación Simcha Jacobovici en la colección de artefactos del laboratorio de Antropología de la Universidad de Tel Aviv, son los clavos perdidos excavados en la tumba de la familia Caifás en 1990 y, además, que estos clavos se utilizaron en una crucifixión», afirman.
La comparación de elementos similares guardados en sitios diferentes
Desde que Jacobovici declaró que los dos clavos eran los que habían desaparecido del conjunto de elementos encontrados en la tumba de Caifás, la Autoridad de Antigüedades de Israel se negó a aceptar que fueran parte de los artefactos y que tienen una procedencia diferente. Pero no presentó ninguna prueba. El equipo dirigido por Aryeh E. Shimron asegura que si son los clavos «perdidos» y que además se utilizaron en una crucifixión.
«Hemos encontrado materiales orgánicos e inorgánicos a los dos. Ambos poseen y muestran muchas características químicas y físicas idénticas y lo que también se puede denominar únicas», insisten. Rebaten casi diez años después la declaración del profesor Gabi Barkai al Telegraph en 2011 en la que afirmaba que no había prueba alguna de que los clavos vinieran de la cueva de Caifás. «No hay pruebas de que los clavos están conectados a los huesos, o de que no es cualquier residuo de hueso. No hay pruebas de datos textuales de que Caifás tuviera los clavos de la crucifixión después de que Jesús fue bajado de la cruz», argumentó .
Jerusalem geologist, Aryeh Shimron, believes the fragments of nails used to crucify Jesus are found.
Israel is place where history comes to life! pic.twitter.com/DlMRZpRFow— Hananya Naftali (@HananyaNaftali) October 25, 2020
No hay dudas de que los clavos son los de la tumba de Caifás
La tumba de la familia de Caifás fue descubierta en 1990 por trabajadores de la construcción en el barrio de Talpiyot, a medio camino entre la antigua Jerusalén y Belén, en el norte de Jerusalén. De la tumba fueron removidos 12 osarios. El nombre de Caifás está en uno decorado con motivos florales. La mayoría de los eruditos está de acuerdo en que las mayoría de los nombres inscritos en los osarios se refieren a la familia de Kaiapha, transcrito como Caifás en el Nuevo Testamento.
Se encontraron dos clavos. Uno en el piso donde estaban los osarios 5 y 6; el otro, dentro del osario 1. Se dijo que los clavos se usaron para fijar las tapas de los osarios o para rayar el nombre del difunto en el costado de un osario. Ha sido la explicación admitida en los círculos académicos y por eso nadie se escandalizó cuando se perdieron.
Hace unos 20 años el profesor I. Hershkovitz del laboratorio de la Escuela de Medicina y Antropología Sackler, de la Universidad de Tel Aviv, recibió dos pequeñas cajas de la Autoridad de Antigüedades de Israel. Una tenía los dos clavos que el profesor Hershkovitz le mostró al periodista Simcha Jacobovici, que basándose en sus estudios planteó la hipótesis de que los clavos eran los desaparecido de la colección referida a Caifás. Dada su morfología supuso que podían haber sido utilizados en una crucifixión. Habiendo sido encontrados en un específico lugar arqueológico, la tumba de Caifás, esa crucifixión pudo ser la de Jesús de Nazaret.
Características de los clavos
Los clavos o uñas, como también se le denomina en el estudio, os clavos miden 8 cm de largo con un extremo ligeramente ahusado, se doblaron intencionalmente en un ángulo, una práctica aparentemente relacionada con los clavos usados en crucifixiones. Los fragmentos blancos adheridos son en su mayoría minerales de fosfato secundarios formados a partir de la descomposición del fósforo óseo.
La costra externa de hierro metálico ahora se convierte por completo en hidróxidos de hierro de color naranja microlaminado a marrón rojizo a casi negro. Algunas de las láminas son ricas en esferas zonificadas concéntricamente que, si fuesen de origen orgánico puede sugerir que la oxidación bacteriana del Fe por microorganismos que comen hierro puede haber actuado en la conversión del hierro metálico en óxido de hierro.
Los dos estuvieron clavados en madera de cedro
A los investigadores le sorprendió descubrir astillas finas de madera de unos 2 cm de largo en ambos clavos y también cantidades muy pronunciadas de materiales orgánicos iguales a los identificados en la tumba de los osarios. «Incluyen astillas de microhuesos, esporangios de hongos, al menos dos formas dominantes de esporas y tubos de filamentos relacionados, como esporangióforos e hifas», especifican. La madera fue identificada como cedro.
Pero lo mas importante es que al comparar lo encontrado en los clavos con la bioactividad de otras tumbas y osarios no identificaron ninguna especie fúngica o bacteriana o biodegradación del tipo que observamos en la tumba de Caifás y en los dos clavos.
Señala la investigación que «a pesar del poco material disponible para su estudio, determinar que la larga cadena de eventos sedimentarios, geoquímicos y microbianos que afectaron el interior de los osarios de la tumba de Caifás, los dos clavos eran idénticos en la mayor parte de su superficie.
Indican que los diversos componentes de los hongos, aunque muy fosfatados o petrificados por óxidos de hierro, han conservado sus morfologías originales y, por lo tanto, son reconocibles entre los restos óseos degradados. Lo mismo ocurre con la madera acumulada, que es de cedro y no se atreven a hacer suposiciones sobre su significado. El cedro no se usaba para osarios, sino para usos muy especiales. Era una importación rara y costosa. ¿La crucifixión?
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