Por Efe
14/07/2016
La compleja elección del presidente y de la Mesa del Congreso del próximo martes se presenta como la primera gran batalla de cara a la incierta investidura de Mariano Rajoy prevista para primeros de agosto. Una suerte de encaje de bolillos en el que a los partidos no les queda otra que hablar entre ellos.
Es lo que han empezado a hacer a varias bandas el PP, que aspira a recuperar la Presidencia del Congreso, y el PSOE, que está abierto a un acuerdo con Podemos y Ciudadanos para arrebatarle la tercera institución del Estado al partido más votado en las elecciones del 26J.
A los ‘populares’ les valdría un acuerdo con Ciudadanos para amarrar el cargo de presidente a cambio muy probablemente de cederles un puesto en la Mesa, pero Ciudadanos insiste en su idea de que el presidente del Congreso no sea del partido que, en principio, va a auparse con el Gobierno.
Un puesto de presidente para el que el PP todavía no tiene candidato claro, aunque se barajan nombres como la ministra de Fomento, Ana Pastor, de la máxima confianza de Mariano Rajoy, o la catalana Alicia Sánchez-Camacho, que ya está en la Mesa de la Cámara.
Será el próximo lunes, un día antes de la Constitución del Congreso y el Senado, cuando la Junta Directiva Nacional del PP apruebe ese candidato, así como el cargo del portavoz parlamentario, ocupado ahora por Rafael Hernando.
Desde el PSOE, fuentes del grupo parlamentario defienden también su derecho a presidir el Congreso gracias a un amplio acuerdo con Podemos y también con Ciudadanos.
Los socialistas están pendientes del partido de Albert Rivera, que sin tener ningún puesto asegurado en la Mesa, debe decidir si apoya al PP o a ese candidato alternativo.
En ese escenario tampoco se conocen aspirantes, aunque se ha hablado de mantener al actual presidente, Patxi López, o pasar el testigo a la vicepresidenta Micaela Navarro.
Ciudadanos también intenta jugar su baza con un candidato de consenso sacado de entre sus propias filas y con todas las miradas puestas en el actual secretario de la Mesa, Ignacio Prendes.
«Hay muchas opciones sobre la mesa incluida la del presidente», reconocen a Efe fuentes de Ciudadanos, que dan por hecho que las negociaciones, en todo caso «discretas», no se cerrarán hasta última hora como ocurrió en la pasada legislatura.
Aspiran además, a mantener su dos puestos en la Mesa, a pesar de que con sus 32 votos no tienen garantizado ninguno.
Al igual que el PP, el PSOE reúne el lunes a sus grupos parlamentarios del Congreso y el Senado para designar a sus candidatos y portavoces en ambas cámaras.
Unidos Podemos también han iniciado las conversaciones con el resto de los grupos para la Mesa, aunque dan por hecho que se rechazará su pretensión de tener cuatro grupos parlamentarios separados con las confluencias, catalana, gallega y valenciana.
En principio, Podemos volverá a proponer a Gloria Elizo para que ocupe una de las vicepresidencias mientras que también es previsible que el diputado de En Comú Podem Marcelo Expósito repita como secretario.
En cualquier caso, dan por hecho que se agotarán los plazos y que hasta el lunes, un día antes de la constitución de las Cortes, no habrá un acuerdo para la composición de la Mesa.
La quinta pieza del puzzle para elegir la Mesa la tienen los partidos nacionalistas.
De todos ellos, CDC es quizás el más interesado en intentar sacar provecho de sus ocho diputados para que, a cambio, sus socios le garanticen que podrá crear su propio grupo parlamentario.
CDC no cumple los requisitos que marca el Reglamento del Congreso para tener grupo porque obtuvo menos del 15 por ciento de los votos en el conjunto de Cataluña, aunque la Mesa es soberana y, si hay acuerdo, todo está sujeto a interpretación.
En ese objetivo, el portavoz de CDC, Francesc Homs, se ha ofrecido a los socialistas para buscar una alternativa a la investidura de Mariano Rajoy.
Una propuesta que no parece convencer a los socialistas. Fuentes del PSOE aseguran a Efe que no van a negociar nada con los independentistas de ERC y CDC, ni van a facilitar que el partido de Homs tenga grupo propio, después de las críticas que se granjeó en la pasada legislatura cuando cedió senadores a los nacionalistas catalanes con este mismo fin.