Aunque muchos analistas dan un espaldarazo a los esfuerzos del gigante asiático por alcanzar los objetivos climáticos, incluso antes de lo previsto, los anuncios en materia energética van en sentido contrario. China no ha sido capaz de abandonar el carbón. Y, tanto la producción como el consumo del combustible fósil más sucio del país, está aumentando.
China es el mayor emisor mundial de los gases de efecto invernadero causantes del calentamiento global. De allí que los ojos globales están puestos en sus planes y actuaciones a corto y largo plazo.
En 2020, China fue responsable de más de un tercio de las instalaciones de capacidad eólica y solar del mundo. En términos de volumen, Beijing está superando a la competencia en lo que respecta a la transición de energía verde. El país también ha tratado de posicionarse a la vanguardia de la descarbonización a través de objetivos climáticos extremadamente ambiciosos. Incluido el compromiso de alcanzar las emisiones máximas de carbono para 2030 y la neutralidad total del carbono para 2060.
A pesar del desarrollo de la capacidad e infraestructura de energía renovable, no ha podido dejar de lado uno de sus mayores obstáculos para lograr estas promesas climáticas: su consumo masivo y dependencia del carbón. China no podido abandonar el carbón. De hecho, en marzo, la producción diaria de carbón de China alcanzó un máximo histórico.
La máxima prioridad de China y la verdadera razón detrás del impulso de la producción nacional de energía limpia, es la seguridad energética y la independencia. Y el contexto actual se torna confuso. Ante una escasez de suministro de energía global, la guerra de Rusia (potencia energética) en Ucrania y una economía volátil, el carbón es una alternativa segura, confiable y fácilmente disponible, reseña un análisis de Oil Price.
China se aferra al carbón en el contexto global
En la actualidad, la economía de China está siendo tocada por la política de respuesta nacional a la «Covid cero», frente al aumento de casos. A medida que se restringe el movimiento en todo el país, las economías locales están sufriendo. El reciente cierre total en Shanghái, uno de los principales centros económicos del país, le ha costado a China la asombrosa suma de 4.600 millones de dólares al mes. Esto representa aproximadamente el 3 % del PIB del país.
A pesar de esa contracción puntual, las perspectivas de la economía es seguir creciendo. Esta expansión está atada a una mayor producción y consumo de energía. Por tanto, se espera que Beijing tendrá que equilibrar simultáneamente sus ambiciones para satisfacer la enorme demanda de energía de su economía. Descarbonizar su combinación energética a un ritmo rápido y aumentar la producción de energía nacional. En un intento por volverse menos dependiente de las importaciones de energía.
Es una posición difícil. Hasta ahora, China ha elegido claramente la seguridad energética y la independencia sobre sus objetivos climáticos, y el carbón ha sido una parte importante de esa decisión.
Según el Foro Oficial de Instituciones Monetarias y Financieras (OMFIF), para China lograr la sostenibilidad y al mismo tiempo, satisfacer la demanda energética, deberá seguir con el carbón. Esta energía fósil “solo puede ser reemplazada por renovables cuando el crecimiento en la generación no fósil sea lo suficientemente grande. En cantidad para satisfacer las exigencias de proyectos y desarrollos”. Si bien Beijing ha creado objetivos para las fuentes de energía no fósiles para adaptarse a estos objetivos gemelos, queda por ver si estos objetivos son realistas.
Redes pocos flexibles para nuevas energías
Si China pudiera aumentar su producción de energía limpia lo suficientemente rápido como para reemplazar la capacidad del carbón, las redes de energía del país, actualmente no son lo suficientemente flexibles, comentó Oil Prace.
La transición, que requerirá importantes inversiones en infraestructura, es un obstáculo importante. Especialmente porque en China “los costos de integrar las energías renovables en la red los asumen principalmente las empresas eléctricas. Esto reduce sus márgenes de beneficio e incentivos para traer más energías renovables a la red”.
El OMFIF insiste sobre la transición de China del carbón a energía verdes. «A medida que la proporción de fuentes de energía renovable continúa creciendo, China debería tomar más medidas para mejorar su mercado de servicios auxiliares. Creando incentivos adecuados para fomentar una interacción positiva entre la generación renovable variable y la red».
Este dilema del carbón está lejos de ser exclusivo de China. Muchos países del mundo están pasando por las mismas presiones de tratar de desinvertir y abandonar el carbón al mismo tiempo que los precios de la energía alternativa están por las nubes. Además, de que los suministros son escasos y la seguridad energética tiene prioridad. Es necesario dejar atrás el carbón, pero será un camino accidentado y doloroso hacia la descarbonización para los gobiernos, las industrias y los consumidores.
Por lo pronto, China supera sus adiciones de energía eólica y solar, conforme bajan los costos. Y los desarrolladores se apresuran a cumplir con los plazos de los subsidios nacionales para construir la flota de generación renovable más grande del mundo.
En 2021 instaló 100 gigavatios de energías solar y eólica, una planta renovable en zonas desérticas y paneles solares masivos en techos.
No al carbón en el extranjero
El gigante asiático se ha comprometido a alcanzar un pico de emisiones de carbono en 2030 y a ser neutral en 2060, pero esto no incluye sus inversiones en combustibles fósiles en el extranjero.
También China el mayor financiador público de plantas de carbón en el extranjero. Tenía previsto construir 67 en más de una docena de países cuando el Presidente Xi Jinping anunció la prohibición de financiar «nuevos proyectos» en septiembre 2021.
Desde entonces, los promotores chinos han cancelado 15 proyectos de carbón en el extranjero a medida que se agotaban los fondos. Y los países anfitriones exigían alternativas más ecológicas, según un estudio del Centre for Research on Energy and Clean Air (CREA), en Helsinki.
Pero la falta de normas claras ha permitido a los promotores chinos seguir construyendo nuevos proyectos de energía de carbón, advirtió el centro.
«La principal preocupación es que China siga financiando o construyendo nuevos proyectos de carbón para alimentar parques industriales en el marco de la Belt and Road Initiative», dijo Isabella Suárez, investigadora de CREA. «La laguna legal es que, dado que los parques industriales llevan años en construcción, el carbón adicional en estos proyectos no se consideraría nuevo. Aunque las licitaciones se produzcan después de la promesa de prohibir la financiación del carbón».
Según el centro, estas directrices podrían detener la financiación china de 32 plantas de carbón planificadas. Y provocar el » replanteamiento» de otras 36 que están en marcha, reseñó World Energy Trade.
Sin embargo, «unos 18 proyectos de carbón (en trámite) que pueden generar 19,2 gigavatios de energía ya tienen asegurada la financiación y los permisos. Y podrían seguir adelante», añadió Suárez.
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