Aunque el virus ha matado a más de 2,3 millones de personas en el mundo y contagiado a unos 107 millones, el régimen de Tanzania asegura que no tienen casos de la COVID-19. Desde abril no actualizan las cifras. Y a partir de entonces, su presidente John Magufuli, afirma que están “libres de coronavirus” y que no necesitan vacunas.
Tanzania es uno de los pocos países del globo que no publica datos sobre la COVID-19. Con una población superior a los 56 millones de habitantes, las autoridades ofrecieron un último informe con apenas 509 casos y 21 fallecidos. Cifras que se remontan al segundo mes de declararse la pandemia. En esa ocasión, el régimen se burló de los tests, indicando que habían dado positivo una papaya, una perdiz y una cabra.
Magufuli, de formación científica, se ha opuesto a la adquisición de vacunas, argumentando que podrían dañar a las personas, sin dar pruebas. «Hay que mantenerse firmes. La vacunación es peligrosa. Si el hombre blanco fuera capaz de crear vacunas, ya habría encontrado la vacuna del sida. Ya habría encontrado vacuna para la tuberculosis, la malaria y habría encontrado una vacuna para el cáncer», dijo.
En ese sentido, la OMS y la Unión Africana lo instaron a sumarse al esfuerzo continental para inmunizar a la población y a no cuestionar las vacunas. Más, cuando en Suráfrica surgió una nueva cepa del virus que se ha propagado en el mundo, por su alta transmisibilidad.
Los críticos han acusado a Magufuli de negacionista y de minimizar la amenaza que representa el virus. No es la primera vez que el líder africado omite al virus y su impacto en la población. Después del primer caso de la COVID-19 en Tanzania, aseveró que «el corona(virus) es el diablo y no puede sobrevivir en el cuerpo de Cristo”. Por ello, pidió a sus compatriotas «rezar» para combatir la enfermedad. También dijo que uno de sus hijos se había curado del virus “aislándose en una habitación y bebiendo limón y jengibre».
Tanzania y su manejo de la COVID-19
En Tanzania insisten en obviar la existencia de la COVID-19. Para impedir que circule información sobre el virus, la ley prohíbe la publicación de noticias sobre «enfermedades mortales o contagiosas» sin permiso oficial.
A pesar de ello, en Zanzíbar, una región semiautónoma, el vicepresidente Seif Sharif Hamad confirmó que había estado hospitalizado por el virus. n médico de un centro de diagnóstico señaló que se habían registrado más de 80 casos entre mediados de diciembre y principios de enero.
«Pero no estamos autorizados a publicar estos datos. Los conservamos para el futuro», aseguró.
El aumento de casos da lugar a mensajes contradictorios de las autoridades. El Ministerio de Salud instó la semana pasada a evitar las congregaciones. Y recomendó «acudir al hospital más cercano para ser diagnosticado en caso de dificultades respiratorias».
Pero un responsable de ese ministerio desmintió, bajo pedido de anonimato, toda relación con el coronavirus.
En las calles de Tanzania son pocos los que llevan mascarilla y hablan abiertamente de su miedo a la COVID-19. «Esta cosa nos ataca y el gobierno no lo quiere decir, ni aceptar. Yo conozco a cuatro personas que han muerto de neumonía. Y todas murieron en el mismo periodo», cuenta Kuluthum Hussein, de 28 años de edad, que lleva mascarilla en una parada de bus.
Mientras tanto, Médicos sin Fronteras se hace eco de las dificultades que atraviesan los sanitarios de Mozambique, Eswatini y Malaui para poder tratar al enorme número de pacientes. No disponen de una vacuna que los proteja del virus, a pesar de que en muchos otros países han inmunizado a su personal de salud.
EE UU recomienda no viajar a Tanzania
La Embajada de Estados Unidos en Tanzania recomendó evitar los desplazamientos a ese país. Hay un «aumento significativo» de nuevos casos de coronavirus. A lo que se suma la precariedad de las instalaciones de atención médica y podría resultar «mortal» la espera para ser atendido de emergencia en los hospitales.
La delegación diplomática de Washington en Dar es Salaam lamenta que, pese a la mayor incidencia de la pandemia, las medidas de mitigación y prevención «siguen siendo limitadas».
«El Gobierno de Tanzania no ha publicado cifras agregadas sobre casos o muertes de COVID-19 desde abril de 2020», indicó. Además, alertó que las instalaciones de atención médica en la nación africana «pueden verse rápidamente abrumadas» en caso de crisis sanitaria. Cuestiona la confiabilidad de los test que hacen en ese país. «Los viajeros han dado positivo al llegar a destinos extranjeros después de las pruebas negativas de COVID-19 en Tanzania antes de la salida», precisó.
Baja incidencia de casos en España
A diferencia de Tanzania donde se ocultan las cifras de la COVID-19, en España los datos ofrecidos por Sanidad, advierten de más de 3,0 millones de positivos y más de 63.704 muertos.
La incidencia del coronavirus en España sigue descendiendo lentamente hasta llegar a 584 por cada 100.000 habitantes. En las últimas veinticuatro horas se registraron 18.114 nuevos casos y 643 muertes.
En cuanto al avance de la vacunación, están inmunizadas con las dos dosis 889.683 personas de las 2.914.755 inyecciones ya repartidas.
Mientras tanto, a nivel comunitario, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, reconoció que fueron «demasiado optimistas» respecto a la cantidad de vacunas que podían entregar las farmacéuticas a los países europeos.
«Hemos sido demasiado optimistas con la capacidad de producción. Y quizás estábamos demasiado seguros de que lo que habíamos encargado y pagado se nos iba a entregar a tiempo», dijo.»Globalmente hemos subestimado las dificultades que lleva la producción en masa», añadió.
Sus comentarios llegan después del anuncio de AstraZeneca de que sólo distribuirá 40 millones de dosis en el primer trimestre, la mitad de lo anunciado. Y tras superar los contratiempos con el número de vacunas de fizer-BioNTech.
Entretanto, en Kenia país vecino de Tanzania reporta más de 102.000 positivos de la COVID-19 y cerca de 1.800 muertos.
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