Alcanzar la meta de neutralidad de carbono es de por sí un reto colosal, aun teniendo claridad del objetivo y sus valiosos resultados. Para algunos, arrimarse a ese propósito supone arriesgar miles de millones de dólares en demandas por detener proyectos de combustibles fósiles. Para otros, es un desafío transgredir los compromisos. Es el caso de reconocidas empresas que planean en silencio decenas de proyectos de petróleo y gas de «bomba de carbono». Empujando al límite las temperaturas acordadas internacionalmente con impactos globales catastróficos,
Datos exclusivos de una ardua investigación de The Guardian, muestran que estas empresas están haciendo apuestas multimillonarias contra la humanidad para frenar el calentamiento global. Sus enormes inversiones en la producción de nuevos combustibles fósiles solo podrían dar sus frutos si los países no logran reducir rápidamente las emisiones de carbono, lo que los científicos dicen que es vital.
La industria del petróleo y el gas es extremadamente volátil pero extraordinariamente rentable. Especialmente cuando los precios son altos, como lo son en la actualidad. ExxonMobil, Shell, BP y Chevron han obtenido casi 2 billones de dólares en ganancias en las últimas 3 décadas. Mientras que los recientes aumentos de precios llevaron al jefe de BP a describir a la empresa como una «máquina de efectivo».
El atractivo de los pagos gigantescos en los años venideros parece ser irresistible para las compañías petroleras. A pesar de que los científicos del clima afirmaron que una mayor demora en la reducción del uso de combustibles fósiles significaría perder nuestra última oportunidad de «asegurar un futuro habitable y sostenible para todos». Como advirtió el secretario general de la ONU, António Guterres, a los líderes mundiales en abril: “Nuestra adicción a los combustibles fósiles nos está matando”.
Proyectos de “bomba de carbono”, lo que nos espera
Los planes de expansión a corto plazo de la industria de los combustibles fósiles implican el inicio de terribles proyectos de petróleo y gas de “bomba de carbono”. Producirán gases de efecto invernadero equivalentes a una década de emisiones de CO2 de China, el mayor contaminador del mundo, reveló el diario británico.
Estos proyectos incluyen 195 bombas de carbono, gigantescos desarrollos de petróleo y gas que darían como resultado al menos 1.000 millones de toneladas de emisiones de CO2 durante su vida útil. En total equivalente a aproximadamente 18 años de emisiones globales actuales de CO2. Alrededor del 60% de estos ya han comenzado a bombear.
La docena de compañías petroleras más grandes está en camino de gastar 103 millones de dólares por día durante el resto de la década. Explotando nuevos campos de petróleo y gas que no se pueden quemar si el calentamiento global se limita a muy por debajo de 2 °C.
Oriente Medio y Rusia a menudo atraen la mayor atención en relación con la futura producción de petróleo y gas. Pero EE UU, Canadá y Australia se encuentran entre los países con los mayores planes de expansión y el mayor número de bombas de carbono. Estados Unidos, Canadá y Australia también otorgan algunos de los mayores subsidios del mundo a los combustibles fósiles per cápita.
En la cumbre climática COP26, después de un cuarto de siglo de negociaciones anuales, los países de todo el mundo finalmente incluyeron la palabra «carbón» en su decisión final. Incluso esta mención tardía del combustible fósil más sucio fue tensa, dejó a un presidente «profundamente arrepentido», Alok Sharma. Luchó por contener las lágrimas en el podio después de que India anunciara en el último minuto que suavizaba la necesidad de «eliminar gradualmente el carbón» a la de “reducir gradualmente el carbón”.
Código Rojo y los proyectos de “bomba de carbono”
Los científicos del mundo están de acuerdo en que el planeta está en serios problemas. En agosto, Antonio Guterres reaccionó enérgicamente a un duro informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático. “(Este informe) es un código rojo para la humanidad”, dijo.
El IPCC establece que las emisiones de carbono deben reducirse a la mitad para 2030 para preservar la posibilidad de un futuro habitable. Pero no muestran signos de disminución.
Los expertos han estado advirtiendo desde al menos 2011 que la mayoría de las reservas de combustibles fósiles del mundo no podrían quemarse sin causar un calentamiento global catastrófico.
En 2015, un análisis de alto perfil encontró que para limitar la temperatura global por debajo de los 2 °C, la mitad de las reservas conocidas de petróleo y un tercio del gas tenían que permanecer bajo tierra, junto con el 80 % del carbón. Pero no se mencionó el petróleo y el gas en el acuerdo final de la COP26, a pesar de que estos son responsables de casi el 60% de las emisiones de combustibles fósiles.
Los planes de expansión a corto plazo de las empresas petroleras y de gas, como ExxonMobil y Gazprom, tienen dimensiones colosales. La investigación de The Guardian descubrió que en los próximos siete años, probablemente comenzarán a producir petróleo y gas con proyectos que terminarán aportando 192.000 millones de barriles. El equivalente a una década de las emisiones actuales de China.
Este cálculo fue proporcionado por los analistas de Urgewald, quienes utilizaron datos de Rystad Energy, la fuente estándar de la industria pero que no está disponible públicamente.
Su base de datos Gogel incluye 887 empresas que exploran y producen petróleo y gas, y cubre el 97% de los planes de expansión a corto plazo.
Perforaciones peligrosas
Las empresas asumieron un compromiso financiero con proyectos que aportarán 116.000 millones de barriles, más de la mitad del total de 192.000 millones de barriles. También han realizado grandes inversiones en el resto de los proyectos. Incluidos los planes de desarrollo, ingeniería y operación. Esto hace que tengan posibilidades de seguir adelante. A no ser que el gobierno tome medidas drásticas, dice Urgewald.
Un tercio de los planes de expansión a corto plazo del petróleo y el gas procedería de fuentes “no convencionales” y más riesgosas. Entre ellas figuran la fractura hidráulica (fracking) y las perforaciones ultraprofundas en alta mar. Son intrínsecamente más peligrosas, pues a medida que las empresas petroleras y de gas perforan a mayor profundidad, aumenta el número de derrames, lesiones y explosiones.
Los 192.000 millones de barriles están divididos aproximadamente en un 50-50 entre líquidos, incluido el petróleo crudo, y el gas. La combustión de este volumen produciría 73.000 millones de toneladas de CO2. No obstante, el metano, que se escapa sistemáticamente de las operaciones de gas, es un potente gas de efecto invernadero que atrapa 86 veces más calor que el CO2 en un plazo de 20 años. Si se toma en cuenta este impacto, con una tasa de fuga estándar del 2,3% en la cadena de suministro, significa el equivalente a 97.000 millones de toneladas de CO2 añadidas a la atmósfera. Nos conduce hacia el infierno climático. Sin contar con los proyectos de “bomba de carbono”.
Las empresas petroleras estatales encabezan la lista de expansión a corto plazo de Urgewald, en la que Qatar Energy, la empresa rusa Gazprom y Saudi Aramco ocupan los tres primeros puestos. La mitad de la expansión proyectada para Gazprom se encuentra en la frágil región del Ártico.
La embestida de las grandes empresas
Las grandes empresas petroleras que cotizan en bolsa, ExxonMobil, Total, Chevron, Shell y BP, se encuentran entre las 10 primeras. La producción de petróleo y gas no convencional y riesgosa representa alrededor del 70% de los totales de las grandes petroleras estadounidenses. Mientras que la proporción de la fractura hidráulica y las aguas ultraprofundas oscila entre el 30% y el 60% en el caso de las empresas europeas.
“La mayoría de las empresas petroleras y de gas se limitan a seguir con su actividad habitual”, señaló Nils Bartsch, de Urgewald. “A algunas simplemente no les importa. Algunas no entienden su responsabilidad porque los gobiernos de todo el mundo las dejan proceder. Aunque, por supuesto, estos gobiernos suelen estar influenciados por la industria”.
Dos tercios de los 116.000 millones de barriles de proyectos de petróleo y gas con los que las empresas están comprometidas financieramente se encuentran en Medio Oriente, Rusia y Norteamérica, según indican los datos proporcionados por Rystad Energy.
Se prevé que Australia sea un gran contribuyente con 3.400 millones de barriles. Cifra superior a la de toda Europa, donde los yacimientos están relativamente agotados.
Un análisis independiente realizado por Urgewald para The Guardian sobre la inversión promedio anual en exploración de yacimientos de petróleo y gas en los últimos tres años revela importantes datos. Junto con Shell, tres grandes empresas chinas, aunque rara vez inspeccionadas, ocupan los cuatro primeros puestos: PetroChina, China National Offshore Oil Corporation y Sinopec. Siete de las 10 principales empresas exploradoras recurren a la fractura hidráulica, a las aguas ultraprofundas del Ártico y a la explotación de arenas bituminosas para obtener más de la mitad de su expansión.
Bombas de carbono, tick tack
Daniel Ribeiro lucha contra los planes de un enorme oleoducto submarino y una planta de gas natural licuado en la provincia de Cabo Delgado, Mozambique. Desde que se propuso el proyecto hace más de 15 años.
El proyecto cuenta con el respaldo de más de 1.000 millones de libras del gobierno británico. Y tiene a algunas de las mayores empresas petroleras y de gas girando a su alrededor, las cuales buscan otra enorme ganancia.
Una investigación identificó que el desarrollo en Cabo Delgado es uno de los proyectos de las 195 bombas de carbono que –a menos que sea detenida– provocará un colapso climático catastrófico en todo el mundo.
“El proyecto ya está causando grandes trastornos en la pesca local y en los agricultores de subsistencia que se están viendo obligados a abandonar sus tierras”, dijo Ribeiro. Investigador del grupo de campaña local Justiça Ambiental. “Pero si continúa y países como Mozambique emprenden el camino de los combustibles fósiles, será un desastre mundial. Podemos olvidarnos de atajar la crisis climática… todos sufriremos”.
El término bomba de carbono ha sido ampliamente utilizado en los círculos climáticos durante la última década para describir grandes proyectos de combustibles fósiles u otras grandes fuentes de carbono. La nueva investigación establece una definición específica: proyectos capaces de bombear al menos 1.000 millones de toneladas de emisiones de CO2 durante su vida útil.
Entre los proyectos identificados se encuentran las nuevas perforaciones de pozos que están surgiendo en la región silvestre de Canadá. Como parte del vasto desarrollo de petróleo y gas de Montney Play. Y los enormes yacimientos de gas de North Field en Qatar, denominados en el estudio como la mayor nueva bomba de carbono de petróleo y gas del mundo.
EE UU, Canadá y Australia, doble discurso
El estudio, dirigido por Kjell Kühne, de la Universidad de Leeds en el Reino Unido, reveló que pocos meses después de la COP2, líderes mundiales estuvieron autorizando una masiva expansión de la producción de petróleo y gas. Asad Rehman, uno de los principales activistas por la justicia climática en el Reino Unido, acusó a EE UU, Canadá y Australia de “hipocresía absoluta”.
“Estos países están socavando por sí solos los esfuerzos para reducir las emisiones globales. Ignoran su responsabilidad de eliminar gradualmente los combustibles fósiles de forma rápida y justa”. Señaló que los más pobres y vulnerables eran los que estaban sufriendo.
En conjunto, estos proyectos producirían 646 GtCO2 de emisiones, engullendo todo el presupuesto mundial de carbono.
“Solo la mentalidad colonial de los dirigentes políticos de los países ricos es capaz de hacer el brutal cálculo. El interés de los gigantes de los combustibles fósiles y sus miles de millones de ganancias es más importante que la vida de las personas. Que son, en su inmensa mayoría, afroamericanas, latinas y pobres”.
Kühne, director de la iniciativa Leave it in the Ground Initiative, comentó que, en primer lugar, se debe detener el 40% de los proyectos que todavía no han iniciado su producción. Si se desea evitar que el mundo avance cada vez más rápido hacia la catástrofe. Y añadió que deberían ser uno de los principales focos de atención del movimiento mundial de protesta contra el cambio climático en los próximos meses y años.
“La industria del petróleo y el gas sigue planeando estos enormes proyectos de bomba de carbono, incluso a pesar de un planeta en llamas. Estos proyectos de bombas de carbono son el mayor indicador individual de que no nos estamos esforzando lo suficiente”.
¿La ciencia climática pierde su tiempo?
El estudio está basado en los datos proporcionados por Rystad Energy. De acuerdo con la investigación, EE UU es la principal fuente de emisiones potenciales. Sus 22 proyectos de bombas de carbono incluyen la perforación de pozos convencional y la fractura hidráulica. Y abarcan desde las aguas profundas del Golfo de México hasta las faldas de la cordillera Front en Colorado, pasando por la Cuenca Pérmica.
En conjunto, tienen el potencial de emitir 140.000 millones de toneladas de CO2. Casi cuatro veces más en comparación con lo que emite todo el mundo cada año. Arabia Saudita es el segundo mayor emisor potencial después de Estados Unidos, con 107.000 millones de toneladas, seguido de Rusia, Qatar, Irak, Canadá, China y Brasil.
Australia, ampliamente condenada por los líderes internacionales como un país rezagado en la lucha contra la crisis climática, ocupa el puesto 16.
El profesor Kevin Anderson, del Tyndall Centre of Climate Research, de la Universidad de Manchester, y de la Universidad de Upsala en Suecia, comentó los hechos. La magnitud de la producción prevista a pesar de toda la evidencia sugería que las grandes empresas petroleras y sus partidarios políticos no creían en la ciencia relativa al clima. O pensaban que su extrema riqueza los protegería de alguna manera a ellos y a sus hijos de las devastadoras consecuencias.
“Una de dos: o los científicos han pasado 30 años trabajando en este tema y no lo han entendido bien, los CEOs de las grandes petroleras lo saben mejor. O, tras una apariencia de preocupación, ignoran por completo a las comunidades más vulnerables al clima. Generalmente pobres, de color y alejadas de sus vidas. De forma igualmente preocupante, son indiferentes al futuro de sus propios hijos”, añadió.
Transición con petróleo de por medio
El cambio para dejar de quemar petróleo y gas no puede ocurrir de la noche a la mañana. Y seguirá siendo necesario quemar una cantidad cada vez menor durante la transición hacia una economía mundial de cero neto de emisiones en 2050. La cuestión consiste en si las empresas y los gobiernos están actuando con la suficiente rapidez.
The Guardian envió un escrito a las empresas petroleras y de gas mencionadas en su análisis y les pidió su respuesta.
“En todos los escenarios relacionados con París, todas las fuentes de energía siguen siendo importantes hasta el año 2050. Y el petróleo y el gas natural siguen siendo componentes esenciales de la combinación energética”, indicó un vocero de ExxonMobil.
Sin embargo, el papel del petróleo y el gas se reduciría considerablemente en 2050, según indicó la AIE. “Aparte de los proyectos ya comprometidos a partir de 2021, no hay nuevos yacimientos de petróleo y gas aprobados para su explotación (en nuestro escenario neto cero)”.
ExxonMobil tenía previsto invertir más de 15.000 millones de dólares en iniciativas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en los próximos seis años, comentó el vocero. Incluyendo la captura y el almacenamiento de carbono, el hidrógeno y los biocombustibles. La empresa se propuso alcanzar el objetivo del cero neto de emisiones para el año 2050, pero únicamente a partir de sus propias operaciones. No de los combustibles que vendió. Por lo que solo cubre una pequeña fracción de las emisiones procedentes del petróleo y el gas que vende.
Palabras, informes, promesas
Un vocero de la empresa Shell citó declaraciones recientes de la empresa: “Como resultado de (nuestro) nivel previsto de inversión de capital, esperamos una disminución gradual de alrededor del 1-2% al año. En la producción total de petróleo hasta el año 2030, incluyendo las liquidaciones”.
“Para 2025, Shell espera que su gasto en productos y servicios (bajos y sin emisiones de carbono) en todos sus negocios haya aumentado hasta cerca del 50% de su gasto total”, señala un informe de la empresa. En 2022, se espera que la proporción sea superior al 35%. En 2021, “Shell alcanzó sus objetivos de inversión anual en energías renovables. Y soluciones energéticas de entre 2.000 millones y 3.000 millones de dólares”, indica el texto.
ConocoPhillips también citó un plan de cero neto de emisiones publicado recientemente: “Nuestro objetivo es apoyar una transición ordenada que adapte la oferta a la demanda. Y se centre en el rendimiento de, y en, el capital, al tiempo que suministra energía asequible de forma segura y responsable”.
Entretanto, “Petrobras planifica sus inversiones considerando que el acuerdo de París será exitoso y la temperatura global se mantendrá por debajo de los 2 °C”, explicó un vocero de la empresa. “El petróleo seguirá siendo importante en las próximas décadas, incluso en escenarios de transición acelerada”.
Asimismo, TotalEnergies destacó su reciente informe de sustentabilidad. “A nuestras partes interesadas que ya nos encontramos en el camino correcto”. La empresa tiene como objetivo reducir en un 30% las emisiones procedentes de las ventas de petróleo y gas para 2030. Y aumentar la proporción de sus ventas de energía que son renovables del 9% en 2021 al 20% en 2030.
Saudi Aramco y Eni enviaron una respuesta a The Guardian, pero declinaron realizar comentarios. Las demás empresas no respondieron.
Destrucción segura
“El mundo se encuentra en una carrera contra el tiempo”, señaló Antonio Guterres. “Es hora de acabar con las subvenciones para los combustibles fósiles y detener la expansión de la exploración de petróleo y gas”.
Reflexionó sobre el impacto de la guerra en Ucrania. “Los países podrían verse tan consumidos por el déficit inmediato de suministro de combustibles fósiles que descuidaran o soslayaran las políticas de reducción del uso de combustibles fósiles. Esto es una locura. La adicción a los combustibles fósiles es una destrucción mutua segura”, agregó.