POR CAMBIO16
17/10/2017
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El régimen de Nicolás Maduro ha venido celebrando, incluso de forma arrogante, su «victoria arrasadora» en las elecciones regionales del domingo 15 de octubre, donde el organismo electoral venezolano le adjudicó 17 gobernaciones contra cinco que el poder electoral atribuyó a oposición, de un total de 23 estados.
Este martes, sus representantes beneficiados serán juramentados por la Asamblea Nacional Constituyente, el suprapoder ilegal que convocó la elección y sus principales voceros aseguran que el resultado difundido debe interpretarse como «un llamado del pueblo» al diálogo entre Gobierno y Oposición.
En una rueda de prensa este lunes, el jefe de comando electoral de gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Jorge Rodríguez, luego de afirmar que hay una «recomposición del voto chavista», aseguró que los resultados difundidos «son un llamado del pueblo de Venezuela a que se incorporen al diálogo, ojalá. Aparentemente (los opositores) llamaron a la calle, hoy es el día uno sin calle y eso es algo para regocijar».
Pero nada más lejos de eso. Si el régimen de Maduro piensa que el proceso celebrado este domingo, con todas las irregularidades denunciadas, puede interpretarse como una «tajante» victoria y un clarín para que la oposición se siente en una mesa, está muy equivocado. Al contrario, lo sucedido el domingo no sólo distancia las posibilidades de una pronta salida a la profunda crisis política y económica del país petrolero, sino que se puede convertir en un látigo para el propio régimen. Veamos por qué.
Más confrontación
La elección era vista también como una oportunidad para la MUD de mostrar su fuerza de cara a incipientes acercamientos para un diálogo con mediación internacional. Pero ahora la vía de negociación política entre gobierno y oposición para rescatar equilibrios se rompe estrepitosamente.
Y para muestra un botón: La oposición venezolana reunida en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) exigió el lunes que se audite todo el proceso electoral desplegado el domingo en el país para la elección de gobernadores como condición ineludible para reanudar el proceso de diálogo político con el Gobierno de Nicolás Maduro.
Asimismo, volvió a denunciar hoy que hubo fraude en las elecciones de gobernadores celebradas el domingo, ante lo que pidió a la comunidad internacional ejercer mayor presión contra el Gobierno de Nicolás Maduro.
«El régimen asumió el camino del fraude, la violencia, irregularidad, manipulación, ventajismo, corrupción, trampa, extorsión, coacción y chantaje para torcer y desconocer la voluntad de nuestro pueblo», señaló en un comunicado la alianza opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
Cabe destacar que en la noche del domingo, tras difundirse el boletín del organismo electoral, la oposición venezolana solicitó a sus candidatos salir este lunes a diversas actividades de calle para respaldar el desconocimiento de los resultados oficiales de las elecciones regionales, luego de dos meses de tregua tras las protestas de cuatro meses que dejaron cerca de 150 muertos entre una feroz represión.
Más allá de cuál sería la respuesta a estos llamados por parte de los simpatizantes opositores, el escenario se presenta de muchas formas, menos dialogante, que es lo que el gobierno apuesta, más como un mecanismo de control que por una pacificación real. Puede preverse que el Gobierno también se radicalizará para «defenderse», pero también podrían fortalecerse los duros de la oposición, que rechazaron ir a los comicios y preferían seguir en las calles.
Más rechazo internacional
Portavoz Nauert: Condenamos la ausencia de elecciones libres y justas ayer en Venezuela. https://t.co/FigLIRmxfV
— USA en Español (@USAenEspanol) October 16, 2017
.@nikkihaley sobre elecciones en Venezuela: Una elección solo es legítima si se lleva a cabo de manera libre y justa https://t.co/XhmxDpVDb3 pic.twitter.com/uhwtsHlczU
— USA en Español (@USAenEspanol) October 16, 2017
Maduro ha sido acusado por sus adversarios y algunos países de haber instaurado una «dictadura» en Venezuela, ahora con el apoyo de una Asamblea Nacional Constituyente, totalmente oficialista, elegida el 30 de julio.
Buscando legitimidad nacional e internacional, convirtió estos comicios en una validación de su Constituyente, desconocida por la MUD y países de América y Europa por considerarla «fraudulenta» e «ilegal».
Tras la instalación en agosto de ese órgano todopoderoso, que regirá hasta 2019, Estados Unidos impuso sanciones económicas a Venezuela, tras haber sancionado a varios funcionarios del gobierno, incluido Maduro.
Y ahora, a tan solo un día de las elecciones, la Unión Europea ya comenzó a estudiar posibles sanciones para dirigentes chavistas, gobiernos como Francia, Canadá y EEUU han vuelto a manifestar su rechazo y la OEA reanudó las audiencias para tratar los delitos de lesa humanidad cometidos por el chavismo en Venezuela.
https://youtu.be/F3ZCyAjkxt0
Aunque el régimen ha esgrimido que todos los organismos y paíes antes mencionados forman parte de una «coalición» para «derrocar la revolución», lo cierto es que el chavismo se aleja del multilateralismo y, con él, de su posible influencia internacional, entregándose a merced de países como China o Rusia, que han aprovechado la contingencia y con el que el gobierno de Maduro tiene importantes deudas.
Más crisis
Aunque la MUD debió encarar la desilusión de sus simpatizantes tras no lograr su objetivo en las protestas, Maduro enfrenta una impopularidad del 80% -según la firma Datanálisis- ante la abrumadora situación económica que agobia a los venezolanos.
En una de las peores crisis de su historia, Venezuela, golpeada por la caída de los precios del petróleo -fuente del 96% de divisas-, sufre escasez de alimentos y medicinas, una caída del PIB que el FMI calcula será de 12% este año y está al borde de la hiperinflación. Así, los riesgos de conflicto y sanciones convierten a Venezuela en un país no apto para los inversionistas y avizoran un escenario de primitivización mayor; así Maduro diga que «van en camino a la recuperación económica».
¿Entonces, quién perdió?
Ninguno de estos escenarios son positivos para el gobierno, ni vaticinan la paz que tanto proclaman y no alejan la guadaña de los conflictos de su puerta. No hay mejores escenarios a mediano plazo ni para ellos, ni para la oposición -que tiene la responsabilidad de revisarse de cara a los próximos eventos y responder claramente a sus simpatizantes si sus dirigentes lograrán estar unidos- ni para el país, que profundiza su frustración y división bajo la manta de una crisis económica, social y política que no para de crecer.