La brecha de género en la ciencia va más allá de las individualidades. Un nuevo estudio demuestra que campos científicos enteros, aquellos con mayor participación femenina, enfrentan desventajas significativas en términos de financiamiento. Una reciente investigación sugiere que existe un sesgo sistémico que penaliza a las disciplinas dominadas por mujeres.
Cada vez hay más mujeres dedicadas a la investigación científica. Pero aún se está muy lejos de la paridad e igualdad de condiciones. Un dato resulta esclarecedor. En los 123 años de historia del Premio Nobel, 901 hombres han sido galardonados en las áreas de física y química. Pero solo 11 mujeres han merecido tal distinción. Un caso que destaca es el de Marie Curie. Tiene el mérito de ser la única persona en haber recibido el Nobel en dos categorías científicas, uno en física y otro en química.
De acuerdo con datos del Instituto de Estadística de la UNESCO, las mujeres constituyen un tercio, alrededor del 33,3%, de los equipos de investigación en todo el mundo. Cifra arrojada por un análisis realizado entre 2015 y 2018 en 107 países. Números que ocultan grandes desigualdades entre diferentes disciplinas y regiones. Áreas como la salud y las ciencias sociales suelen tener una mayor representación femenina. Mientras que las ciencias exactas, la ingeniería y la tecnología siguen siendo dominadas por hombres. Son patrones que reflejan arraigadas influencias culturales y sociales. La brecha de género en la ciencia persiste. Especialmente en roles de liderazgo y áreas de alta tecnología como la inteligencia artificial.
Persistente desigualdad
La desigualdad entre hombres y mujeres en el ámbito de la investigación científica es un problema que impacta en las políticas de financiamiento. Un nuevo conjunto de investigaciones está arrojando luz sobre una faceta que podría haber pasado desapercibida. Ciertos campos de investigación pueden estar sujetos a sesgos de género.
Alex James, doctora en matemáticas de la Universidad de Canterbury en Nueva Zelanda, lideró uno de los estudios más recientes sobre este fenómeno. Según sus hallazgos, publicados en eLife, existe una correlación entre la presencia de mujeres en un campo y la disminución de la tasa de éxito en las solicitudes de subvenciones y la evaluación de la calidad de los investigadores.
Su análisis se basa en datos recopilados en más de 30 países y se suma a una década de investigaciones que han explorado cómo el sexismo y otros sesgos pueden afectar a diferentes disciplinas científicas. La sorpresa de los investigadores sobre los hallazgos varía. Algunos creen que han estado ocultos a simple vista, mientras que otros argumentan que no son sorprendentes dado el sesgo en beneficio de los hombres que históricamente ha habido en la ciencia.
Hallazgos clave
James y su equipo analizaron datos de financiación de diversas organizaciones que abarcan decenas de miles de investigadores y solicitantes de subvenciones en más de 40 disciplinas. Entre los conjuntos de datos se incluyeron las rondas anteriores del Fondo de Investigación Basado en el Rendimiento (PBRF) de Nueva Zelanda, que evalúa la calidad de la investigación de académicos en el país. Así como datos de tasas de éxito de solicitudes de subvenciones del Consejo Australiano de Investigación (ARC) y conjuntos similares de los Institutos Canadienses de Investigación en Salud (CIHR) y el Instituto Europeo para la Igualdad de Género (EIGE).
Utilizando modelos estadísticos, investigaron la relación entre el equilibrio de género en la disciplina de un investigador y su puntuación en el PBRF. Considerando la edad del investigador, la institución y el historial de publicaciones. Con los otros conjuntos de datos, analizaron el equilibrio de líderes de investigación de una disciplina por género en 2024, junto con las tasas de éxito de financiación.
Los datos de Nueva Zelanda mostraron que en disciplinas dominadas por mujeres, como enfermería o educación, los investigadores de cualquier género tendieron a recibir puntuaciones más bajas en el PBRF. En comparación con aquellos que trabajaban en campos dominados por hombres, como física o filosofía. Los hombres en disciplinas masculinas obtuvieron un promedio de alrededor de 40 puntos más que los hombres en campos femeninos. Por otro lado, las mujeres que trabajaban en campos dominados por hombres superaron a sus contrapartes en campos femeninos en aproximadamente 70 puntos.
Tasa de éxitos menor
El conjunto de datos de ARC de 2019 mostró que, aunque las mujeres tenían una tasa de éxito ligeramente mayor para obtener becas en la misma disciplina, las diferencias entre disciplinas eran notables. Por ejemplo, en filosofía (predominantemente masculina), la tasa de éxito promedio era del 22-23%. En enfermería (predominantemente femenina) era del 17-18%. Patrones similares se observaron en los datos de CIHR y EIGE.
Curiosamente, en el conjunto de datos más antiguo de ARC (2010), los hombres tenían más probabilidades que las mujeres de obtener financiación en todas las disciplinas. Pero las diferencias entre campos dominados por hombres y mujeres eran menos marcadas. Por ejemplo, las tasas de éxito en filosofía eran del 31-33%, similares a las de enfermería (30-33%).
Razones subyacentes
¿Por qué los investigadores en campos dominados por mujeres reciben menos financiamiento? Los autores del estudio sugieren varias razones. Desde prejuicios inconscientes en los evaluadores, disminución percibida en la calidad de los campos a medida que aumenta la presencia femenina, hasta influencia de estructuras de poder arraigadas que desvalorizan las disciplinas dominadas por mujeres.
James destaca que, aunque la gente es consciente de que el equilibrio de género en un campo afecta su percepción, no se había documentado hasta ahora. Virginia Valian, psicóloga del Hunter College de Nueva York, se sorprendió al descubrir que las mujeres parecen beneficiarse al trabajar en campos dominados por hombres. En contraste, en campos mayoritariamente femeninos, el trabajo de las mujeres a menudo es devaluado. Valian plantea que podría deberse a particularidades del conjunto de datos analizados.
Ebony McGee, que estudia el racismo estructural en la Universidad Johns Hopkins, no se sorprendió por los hallazgos. Afirma que las disciplinas femeninas a menudo sufren marginación debido a prejuicios arraigados que cuestionan la rigurosidad y el valor de su trabajo. En su opinión no basta con utilizar datos para poner de relieve posibles sesgos. Aboga por una transformación más profunda: empoderar a mujeres, y mujeres de color, para liderar y reconstruir estos campos. Pese a lo cual reconoce que la gente no está dispuesta a renunciar a su poder ni a compartirlo.
No es un caso aislado
El estudio sobre el sesgo de género en la financiación de la investigación no es un caso aislado. Investigaciones previas han revelado que otros grupos minoritarios también enfrentan desventajas significativas en la obtención de fondos. Además, la elección del campo de estudio, influenciada por percepciones culturales sobre el talento innato versus el esfuerzo, también juega un papel crucial en la desigualdad de género.
En 2019, investigadores de los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU. descubrieron que científicos negros proponían proyectos en campos con menores tasas de éxito en financiación. En 2015, se encontró que las mujeres estaban subrepresentadas en disciplinas percibidas como de talento innato.
A pesar de los avances en la comprensión de los sesgos en la financiación de la investigación, aún queda mucho por hacer. Rachael Murray, destacada científica biomédica de la Universidad Tecnológica de Queensland en Brisbane, Australia, resalta la complejidad que rodea los estudios en este campo. «Aún no tenemos una comprensión completa de todos los problemas existentes», afirma. Agrega que las instituciones y organismos de financiación tienen la responsabilidad de examinar minuciosamente sus datos, los cuales a menudo no son accesibles para los investigadores, con el fin de identificar los problemas que podrían requerir una solución.
Cambios necesarios
Los expertos coinciden en que es necesario un análisis más profundo de los resultados arrojados por el estudio por parte de las agencias de financiamiento. Para identificar y abordar las causas subyacentes de la desigualdad. Se requiere además, de una mayor transparencia en los procesos de evaluación. Así como una mayor participación de grupos subrepresentados en la toma de decisiones.
Algunas organizaciones están tomando medidas. Como la revisión del mecanismo de concesión de subvenciones por parte del ARC y la introducción de cuotas por parte del Consejo Nacional de Investigación Médica y Sanitaria en Australia. En Nueva Zelanda, el estudio de James y colegas generó debates en el Ministerio de Educación, que administra el PBRF. Katrine Sutich, directora general de políticas de educación superior del ministerio en Wellington, informó que un panel independiente revisó el PBRF y tuvo en cuenta los hallazgos de los investigadores.