En estas reñidas elecciones presidenciales en Estados Unidos, aun por despejarse, el cambio climático pasó de bajo perfil o fue marginado completamente. Una contienda polarizada y ganada a debatir sobre la economía, los planes sociales y la pandemia dejó en la cuneta la definición de una política cónsona con los desafíos medioambientales. Lo contrario de Europa, donde los fondos de recuperación están supeditados a compromisos de cero emisiones.
Donald Trump y Joe Biden muestran dos programas de gobierno diferentes. Rivalizan propuestas en materia impositiva, sanitaria, salarial, inmigratoria, comercial y de relaciones exteriores. Pero ambas coinciden en darle un bien lejano último al cambio climático y a la protección de la biodiversidad.
Aunque Estados Unidos registra uno de sus peores años de incendios, en cuanto a frecuencia e intensidad, al igual que a huracanes y tormentas asociados al cambio climático, los asesores de Trump y Biden no los han motivado lo suficiente para presentar una agenda climática, una economía verde y circular que frene las tendencias destructivas y de altas emisiones de carbono.
El 1 de junio de junio de 2017 Trump retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París (en vigor el 4 de noviembre de 2016), siendo uno de los países más contaminantes del planeta. Como consecuencia y de acuerdo con la normativa la salida se hizo efectiva este miércoles 4, un día después de los comicios e indistintamente de los resultados.
Uno de los artículos del Acuerdo de París establece que ningún país firmante puede solicitar la separación hasta pasados tres años de la entrada en vigor de este acuerdo. En este caso, sería el 4 de noviembre de 2019. Sin embargo, la normativa añade que para que la retirada se haga efectiva, debe transcurrir un año, o sea, hoy.
EE UU, el cambio climático en segundo plano
Hace tres años Trump argumentó que Estados Unido se retiraba del acuerdo climático y medioambiental porque ponía en “permanente desventaja” a la economía y la estabilidad de los trabajadores norteamericanos.
Biden prometió en su campaña que Estados Unidos “liderará la lucha contra el cambio climático” y asomó importantes cifras de dinero para caminar en ese sentido.
Mientras tanto, el Centro de Análisis de Información sobre Dióxido de Carbono ha señalado que Estados Unidos es responsable del 27% de las emisiones de CO2 del mundo. Seguido por Unión Europea, con 25% y China con 11%. Después aparecen Rusia (8%), Japón (4%) India (3%) y Canadá (2%).
No obstante, en la campaña presidencial calentamiento global a pesar de su dimensión se redujo a algunos planteamientos supeficiales.
Una encuesta realizada por el Centro de Ihttps://g.co/kgs/6Gwmrenvestigación Pew, publicada en agosto, indicó que esa materia ocupó el undécimo lugar. Detrás de la economía, la atención médica, la Corte Suprema y la pandemia.
Biden y Trump, en sentidos contrarios
El candidato demócrata propuso emplear 2.000 millones de dólares en gastos para una transición más rápida lejos de los combustibles fósiles. Y apunta a lograr un 100% de electricidad limpia para 2035. También incluyó la mejora de 4 millones de edificios para la eficiencia energética y la construcción de 1,5 millones de hogares y viviendas públicas de bajo consumo de energía eléctrica. Además, una inversión importante en transporte público en ciudades con más de 100.000 residentes. Biden, igualmente, dijo que apoya la investigación sobre energía nuclear de alta tecnología que estaría prácticamente libre de emisiones tóxicas.
El abanderado a la reelección escogió el discurso opuesto: preservar el fracking, formalmente denominado fractura hidráulica. Un proceso que posicionó a Estados Unidos como una superpotencia de gas y petróleo en la última década. Esta situación ha despertado el apoyo hacia el mandatario por parte de los votantes de clase trabajadora que se benefician del auge industrial.
En el último debate presidencial, el 22 de octubre, el cambio climático y la conservación del medio ambiente fue abordado por ambos candidatos. Biden dijo que haría una «transición de la industria petrolera», un comentario sobre el que Trump se abalanzó diciendo que destruiría el negocio.
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