Cuidadores y veterinarios del Centro de Recuperación de Tortugas Marinas de Brancaleone, en Italia, hacen una labor extraordinaria. Rescatan y salvan tortugas marinas envenenadas con plásticos en el estómago. En lo que va de año Bebe, Reina y Petunia han sido desenredadas de las redes de pesca, activas o abandonadas en las que las tortugas quedan atrapadas y al borde de la asfixia.
El grupo de rescatistas de ese centro recorre playas, ríos y mares en busca de tortugas accidentadas. Las auxilian, las compensan y les brindan amor y protección. Una vez a salvo y fortalecidas, las reintegran a su hábitat natural. Al explorarlas, los especialistas han detectado partículas de bolsas plásticas y otras muestras tóxicas en el estómago. A menudo, las confunden con comida y las consumen. Un grave peligro. Pueden morir por asfixia, o perforación de sus órganos.
Cada año, el hospital siciliano rescata alrededor de 50 de estos reptiles. La mitad ha comido plástico, dijo su director, Filippo Armorio. La última operación de salvamento rescató a Futura. Una tortuga boba (Caretta caretta), grande y amigable, a pesar de su sufrimiento. Quedó atrapada en una tupida red y, una de las cuerdas apretó muy fuerte una de sus aletas delanteras. El hospital se vio obligado a amputarla. Estuvo comprimida mucho tiempo.
Futura, la ahora tortuga de tres patas, escapó de la muerte. Es poco probable que las tortugas marinas sobrevivan cuando están atrapadas en una red. Quedan impedidas de salir a la superficie en busca de aire y de alimento. Si la infección en la pata de Futura se hubiera extendido, muere . Después de meses de rehabilitación, medicamentos y cariños de los voluntarios, está de vuelta al mar.
“Por un lado, te entristece separarte de ella”, dijo Giulia Mazzanti, que trabaja en el hospital. “Pero, por otro lado, estás muy feliz porque su vida comienza otra vez”. Como indica su nombre, le queda un gran futuro por delante.
Los plásticos acechan la vida de las tortugas
Los desechos relacionados con la pesca y los plásticos en el océano son mortales para las tortugas marinas. De allí la necesidad de concienciar a las poblaciones sobre el daño a la vida marina y a su ecosistema, por descuido y mala actuación.
Armorio y sus colegas enfrentan múltiples desafíos a la vez. Las tortugas atrapadas en redes de pesca a menudo también han comido plástico. Entonces, en un esfuerzo por reducir la cantidad de plástico en el océano, los rescatistas organizan limpiezas semanales de la playa.
Los estudios muestran que, aunque las limpiezas de playas tienen pequeños beneficios locales, no hacen mucho para acabar con el problema mundial del plástico. Cada año, se estima que entre 5 millones y 13 millones de toneladas de plástico terminan en los océanos.
Aun así, los investigadores están de acuerdo en que la limpieza de playas es una forma importante de crear conciencia sobre el problema de la contaminación. En Brancaleone esperan que el público pueda ayudar a alentar a las empresas a encontrar alternativas a los envases de plástico.
Hace años, una tortuga boba que cuidaba el centro de recuperación murió con el estómago lleno de este material. El equipo encontró en su estómago bolsas de plástico, tapas de pasta de dientes y de botellas.
“En promedio, encontramos alrededor de 10, 20, 30 gramos o hasta una onza Pero en algunos casos, encontramos 70, 80 gramos o casi 3 onzas. El desafío es verdaderamente titánico”, dijo Armorio.
Brancaleone está en el estrecho de Messina, un pequeño tramo del Mediterráneo que separa Italia continental de la isla de Sicilia. La región es rica en peces y atrae tanto a las tortugas como a los pescadores. Aunque la basura plástica es una gran preocupación para el personal del centro de recuperación, los cuidadores dicen que la pesca es el factor principal en la mayoría de las muertes de tortugas marinas.
Penny, una tortuguita con miniplásticos en su barriga
En el centro tienen cientos de historias y anécdotas. Una de las últimas, es la de Penny. Una tortuguita recién nacida de solo 17 gramos y 6 cm de largo. Unos nadadores la vieron cerca de la costa, con evidente dificultad para movilizarse. Y gracias a la actuación de la Autoridad Portuaria de Messina, la bebé fue trasladada y hospitalizada en Brancaleone.
Al revisarla, ¡horror!, encontraron que su pequeño estómago estaba lleno de plástico. Luego de unos días de hospitalización se observó que en su tanque flotaban miniplásticos de colores. Hora tras hora, continuó defecando este material, hasta un total de 14 fragmentos de plástico duro.
En el centro salvaron a Penny. Pero queda claro que la contaminación plástica se encuentra entre los mayores peligros que conducen a la disminución de la población mundial de tortugas marinas. Estudios recientes muestran que el 54% de los bebés y el 23% de las jóvenes tortugas han comido plástico, en comparación con el 16% de los adultos.
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