El primer intento de terapia antidepresiva tarda entre 12 y 14 semanas en hacer efecto
Dos científicos de Harvard están investigando opciones más efectivas y rápidas para apresurar el camino que va desde el diagnóstico hasta la obtención de un medicamento eficaz para el paciente con depresión.
Estas personas deben lidiar con su padecimiento y con una provisión de medicamentos a mano que los resguarde de un eventual declive en su salud mental. El tratamiento o los tratamientos dependen de las necesidades, preferencias y situación médica del paciente.
La escogencia no es sencilla. Muchas veces estas personas deben probar uno o más fármacos para saber cuál es el apropiado, si alivia los síntomas y no causa efectos secundarios que ocasionen molestias o comprometan su estabilidad física o emocional.
David Walt es profesor Hansjörg Wyss de Ingeniería Bioinspirada y de Patología en la Facultad de Medicina de Harvard y en el Hospital Brigham and Women’s. Trabaja a nivel microscópico, observando anomalías celulares que pueden contribuir a la depresión.
Walt es además pionero en el uso de matrices de micropocillos para la detección de moléculas individuales y mediciones genéticas. Rvolucionando el proceso de análisis genético y proteómico, permitiendo que el costo de la secuenciación de ADN y la genotipificación se redujera.
Mientras Diego Pizzagalli, un neurocientífico suizo, utiliza imágenes por resonancia magnética y otros métodos para identificar posibles tratamientos mediante el seguimiento de la actividad en regiones clave del cerebro. Pizzagalli es profesor de psiquiatría en la Facultad de Medicina de Harvard, director fundador del Centro de Investigación sobre Depresión, Ansiedad y Estrés y, director del Centro de Imágenes McLean, en Massachusetts.
El objetivo es acelerar el paso entre diagnóstico y tratamiento de pacientes depresivos. La investigación es respaldada por la organización sin fines de lucro Wellcome Leap.
Un tratamiento correcto para la depresión
Más de 22 millones de adultos estadounidenses sufren al menos un episodio depresivo mayor cada año. La experiencia es solitaria, debilitante y peligrosa. A medida que la ansiedad, el insomnio y otros síntomas se afianzan, los pacientes pierden el contacto con familiares y amigos.
Los sentimientos de aislamiento interrumpen una de las mayores fuentes de felicidad y bienestar (las relaciones) y aumentan el riesgo de suicidio.
El daño también se infiltra en la sociedad en general, incluidos los lugares de trabajo estadounidenses, imponiendo una carga económica de más de 330 mil millones de dólares anuales.
“Nos preocupa que cuando las personas recurren a este método de ensayo y error (para dar con el medicamento indicado) pierdan la esperanza”, señaló Pizzagalli a The Harvard Gazette. “Estamos interesados en evaluar si mediante el uso de herramientas de la neurociencia, podemos llegar al tratamiento correcto más rápido”.
El primer intento de terapia antidepresiva tarda entre 12 y 14 semanas en ser eficaz. Y sólo funciona en alrededor de un tercio de los pacientes. Las investigaciones muestran un éxito variable con los tratamientos posteriores. Sólo el 40% de los pacientes logra encontrar un medicamento que les funciona al cuarto intento.
La terapia de conversación puede ayudar, y las tecnologías emergentes, incluida la neuroestimulación, han demostrado ser prometedoras. También la ketamina. Pero uno de los tratamientos más comunes para la depresión (los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, o ISRS, que suelen recetar los médicos de atención primaria) ha arrojado resultados dispares.
En parte debido a un proceso de emparejamiento extremadamente inexacto.