En las dos últimas décadas no ha dejado de sorprender a varias generaciones de franceses por su destreza en los negocios de tecnología, financieros, de franquicias. Xavier Niel, considerado como uno los diez hombres más ricos de Francia, está incursionando en un nuevo concepto de hacer agricultura más sostenible y tecnológica, en su proyecto Hectar.
El multimillonario ha decidido apoyar la iniciativa de Audrey Bourolleau, de dar un vuelco a la vida del campo y sus productos. Ella se desempeñó como asesora agrícola de Emmanuel Macron en el Elíseo y como delegada general de Vin et Socité, un lobby de la industria del vino.
“Es el campus agrícola más grande del mundo, a las puertas de París”, con estas palabras Niel y Bourolleau presentan a Hectar. El ambicioso proyecto que los tiene ensimismados y deseosos de transformar la agricultura, desde una finca con castillo del siglo XVIII. Comprada en 2019 al 51% por Audrey y, al 49% por el holding personal de Xavier, fundador y principal accionista de Iliad (Free), por un importe de 18,4 millones de euros.
Con los meses, acondicionaron la finca como un campus agrícola moderno y dotado de nuevas tecnologías. Ubicado en más de 600 hectáreas en el parque natural regional de la Haute Vallée de Chevreuse. Es una granja piloto y centro de educación gratuita con la mirada puesta en la formación de nuevos empresarios y trabajadores que abordarán la “nueva” agricultura que evite impactar en el cambio climático.
Aunque se erige en una estructura milenaria su propuesta es futurista. Hay codificadores de computadoras que están aprendiendo a programar robots recolectores de cultivos. Mientras los jóvenes que planean viñedos o granjas, que se guiarán por big data, están perfeccionando sus argumentos para los inversores. También para los clientes y proveedores.
Francia adelanta una agricultura sostenible
Este nuevo concepto de agricultura sostenible en Francia ya empieza a dar sus primeros pasos. La mayoría de chicos que se entrenan en esta profesión, nunca había interactuado con vacas, y mucho menos cerca de campos de rúcula orgánica. El proyecto surge en un particular momento.
Se habla de una crisis que se cierne sobre Francia: una grave escasez de agricultores. Lo que importa a los directivos, formadores y aprendices es que son innovadores. Tienen antecedentes diversos y están ansiosos por comenzar a trabajar en una industria que los necesita desesperadamente para sobrevivir.
«Necesitamos atraer a toda una generación de jóvenes para que cambien la agricultura, para producir mejor, de manera menos costosa y de manera más inteligente», dijo Niel, el principal patrocinador de Hectar. «Para hacer eso», añadió, «tenemos que hacer que la agricultura sea sexy».
Francia es el principal granero de la Unión Europea y representa una quinta parte de toda la producción agrícola en el bloque de 27 países. Sin embargo, la mitad de sus agricultores tienen más de 50 años y se jubilarán en la próxima década, dejando cerca de 160.000 granjas en juego.
A pesar de una tasa nacional de desempleo juvenil superior al 18%, 70.000 puestos de trabajo agrícolas quedan sin cubrir y los jóvenes, incluidos los hijos de los agricultores, no hacen fila para ocuparlos.
Muchos se sienten desanimados por la imagen que se tiene de la agricultura. Que es una actividad intensiva en mano de obra y bastante sacrificada. Aunque Francia recibe la asombrosa cantidad de 9 mil millones de euros ($ 10,4 mil millones) en subsidios de la UE anualmente, casi una cuarta parte de los agricultores franceses viven por debajo del umbral de la pobreza. Francia se ha enfrentado a una silenciosa epidemia de suicidios de agricultores durante años.
Revolución agrícola de la mano de una revolución social
Esta agricultura más sostenible que se adelanta en Francia, está en desventaja por ejemplo, con la de EE UU. Alí, la evolución digital de la agricultura está muy avanzada y las grandes granjas hidropónicas de alta tecnología se están multiplicando por todo el territorio. La revolución de la tecnología agrícola ha tardado más en afianzarse.
La industria en Francia está altamente regulada, y un sistema de décadas de subsidio a las granjas basado en el tamaño en lugar de la producción ha funcionado como un freno a la innovación, refiere The New York Times.
El gobierno francés ha respaldado algunos cambios en el gigantesco programa de subsidios agrícolas de Europa, aunque los críticos dicen que no van lo suficientemente lejos. Aún así, el presidente Macron ha buscado rejuvenecer la imagen de la agricultura y ha pedido un cambio a la «tecnología agrícola». Y una rápida transición hacia una agricultura ambientalmente sostenible como parte de un plan europeo para eliminar las emisiones que calientan el planeta para 2050.
Pero para capturar un ejército de jóvenes necesarios para llevar la agricultura al futuro, dicen los defensores, el estilo de vida del agricultor tendrá que cambiar. «Si dices que tienes que trabajar las 24 horas del día, los siete días de la semana, eso no funcionará», señaló Audrey Bourolleau.
Sostuvo que «para que haya una nueva cara de la agricultura para el mañana, es necesario que haya una revolución social».
La visión de Hectar gira en torno a atraer a 2.000 jóvenes de entornos urbanos, rurales o desfavorecidos cada año. Y equiparlos con la perspicacia comercial para ser agricultores-empresarios capaces de producir en forma sostenible y atraer inversores. Mientras generan ganancias y tienen fines de semana libres. Gracias a la ayuda de robots.
Cosechas más pequeñas y más saludables
Niel, promotor de esta renovada visión de la agricultura sostenible y tecnológica en Francia, apuesta a que los graduados de Hectar serán más emprendedores y más innovadores. En última instancia, más transformadores para la economía francesa que los estudiantes que asisten a universidades agrícolas tradicionales.
Hectar puede cambiar las cosas solo hasta cierto punto: los estudiantes aún necesitarían un diploma de una escuela agrícola para calificar para ser agricultores en Francia.
Algunos de esos principios ya están comenzando a aparecer en la agricultura francesa. En NeoFarm, una granja de hortalizas agroecológicas en una parcela al este del campus de Hectar, cuatro empleados pasaron una tarde monitoreando computadoras portátiles. Y programando un robot para plantar semillas a lo largo de ordenadas hileras.
NeoFarm está al borde de una tendencia en Francia de inversores que establecen pequeñas granjas cerca de centros de población y cultivan alimentos saludables utilizando menos combustibles fósiles y fertilizantes.
Mientras que las grandes granjas francesas usan la tecnología para aumentar los rendimientos y reducir los costos, las granjas boutique pueden usar la tecnología para expandir sus números y aprovechar lotes mucho más pequeños. Frenando los costos y reduciendo las tediosas tareas laborales para crear un estilo de vida atractivo, dijo Olivier Le Blainvaux, un cofundador que tiene otras 11 empresas emergentes en las industrias de defensa y salud.
“Trabajar con robótica hace que este sea un trabajo interesante”, dijo Nelson Singui, de 25 años, uno de los trabajadores contratados recientemente en NeoFarm. Se dedica a cuidar los cultivos y monitorear los sistemas que automáticamente siembran semillas, riegan plantas y cosechan zanahorias.
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