En Estados Unidos es notorio el trabajo de remoción de centrales hidroeléctricas para ayudar a restaurar vías fluviales y recuperar especies relegadas. Un grupo de investigadores, asombrados por esas iniciativas, revisaron actuaciones similares en Europa y encontraron que la demolición de represas ha sido activa, pero de bajo perfil.
La represa Edwards en el río Kennebec de Maine, derribada en 1999, desencadenó una ola de remociones de presas en EE UU. Desde entonces, se han removido unas 1200 para contribuir a restaurar ríos y animales acuáticos. Así como mejorar la calidad del agua y aumentar la seguridad pública, entre otros beneficios.
Al otro lado del Atlántico, los países europeos también han estado ocupados eliminando miles de barreras fluviales. Pero hasta hace poco, los esfuerzos habían pasado desapercibidos, incluso entre los expertos.
Pao Fernández Garrido puede dar fe de ello. Como ingeniera y experta en restauración de ecosistemas de España, estaba terminando su tesis de maestría en 2012, cuando asistió a una capacitación sobre remoción de represas en Massachusetts. Fue parte de una conferencia sobre el paso de peces, recogió The Revelator.
Se quedó anonadada al enterarse de los esfuerzos generalizados de remoción de represas de los Estados Unidos y regresó a Europa decidida a saber qué estaba sucediendo con la remoción de represas en el continente, y a ser parte de la acción.
Asimismo lo hizo Herman Wanningen, un consultor de agua dulce de los Países Bajos, que también asistió a la conferencia. Fernández Garrido se unió a él cuando fundó World Fish Migration Foundation en 2014. Poco después formaron una coalición llamada Dam Removal Europe que incluye European Rivers Network, WWF, Rewilding Europe, Rivers Trust, Wetlands International y Nature Conservancy.
Europa y la demolición de represas
Una de las primeras cosas que Fernández Garrido y sus colegas querían saber era el alcance de la fragmentación de los ríos en el continente. La tarea no fue fácil. Estados Unidos tiene un inventario exhaustivo de sus 90.000 represas, pero encontraron que no todos los países europeos habían recopilado datos similares.
En ese momento no se sabía mucho más allá del hecho de que Europa tenía 7.000 grandes presas. Entonces se puso en marcha su proyecto para mapear las barreras de los ríos, conocido como AMBER. Allí se dieron cuenta de que la realidad sobre el terreno incluía muchas presas más pequeñas y otras barreras. Detectaron al menos 1,2 millones de barreras de ríos en 36 países europeos.
Fernández Garrido y sus compañeros dedicaron más de tres años a la investigación, incluidos estudios de ríos en 26 países, para recopilar datos más sólidos. Sus resultados, publicados en Nature en 2020, encontraron que, en promedio, las barreras de los ríos ocurren casi cada medio kilómetro. Dos tercios de estas barreras tienen menos de dos metros de altura, pero pequeño no significa insignificante.
Las represas de baja altura y las obstrucciones más pequeñas, como presas y esclusas, aún pueden bloquear el movimiento de algunos peces. Así como de plantas acuáticas, invertebrados y el flujo de sedimentos y nutrientes. Muchas de las represas, alrededor de 150.000, también están obsoletas y ya no brindan ninguna función beneficiosa.
Sin embargo, la buena noticia es que también descubrieron que 4.000 barreras fluviales europeas ya se habían derrumbado en los 20 años anteriores, siendo Francia, Finlandia, Suecia, España y el Reino Unido los más activos.
Trabajo arduo, persistente y en equipo
“Nadie hablaba de esto, nadie”, recuerda Pao Fernández Garrido. “Estados Unidos está celebrando que ha eliminado 1.200 y nadie está celebrando en Europa porque nadie lo sabe”.
Eso cambió a medida que continuaron con su trabajo para compilar investigaciones, organizar a los partidarios en todo el continente y presionar a los legisladores para que tomen medidas.
En 2019, los investigadores entregaron a la Comisión Europea un informe sobre estudios de casos de remoción de presas y sus beneficios. Al año siguiente, la Fundación Mundial de Migración de Peces publicó el primer Índice Planeta Vivo sobre el estado mundial de los peces migratorios. Encontró que las poblaciones de peces migratorios de agua dulce en Europa habían disminuido un 93 % desde 1970, mucho más que el ya sombrío promedio mundial del 76 %.
El peso acumulativo de esos hallazgos puede haber tenido un gran impacto en la política. Ese mismo año la Comisión Europea publicó su estrategia de biodiversidad para 2030.
“Por primera vez en la historia, decía que deberíamos liberar de barreras al menos 25.000 kilómetros de ríos en Europa para 2030”, indicó Fernández.
Si bien esa fue una buena noticia, todavía era solo una guía, no legalmente vinculante. No obstante, en mayo de 2022, la comisión siguió con una propuesta llamada Ley de Restauración de la Naturaleza de la UE. “En esta ley dicen que hay que empezar a quitar represas”. Y el lenguaje propuesto exige restaurar ríos a un “estado de flujo libre para 2030”.
El Parlamento Europeo tendrá que ratificar la ley en los próximos dos años. “Mientras tanto, los políticos podrían trabajar para debilitarlo”, comentó. “Es por eso que los grupos ambientalistas están trabajando duro para mantenerlo fuerte”.
Restaurar la naturaleza es la tarea de estos tiempos
Los investigadores señalaron que sobre el terreno, continúa el trabajo para restaurar los ríos que fluyen libremente.
El año pasado se eliminaron 239 barreras fluviales en 17 países europeos, incluidas más de 100 en España. Finlandia está en proceso de eliminar tres represas hidroeléctricas en el río Hiitolanjoki, lo que ayudará a las poblaciones de salmón. Y Francia alberga la demolición de una de las represas más altas de Europa hasta el momento, la Vezins de 35 metros en el río Sélune en Normandía, que se eliminó en 2020.
La demolición comenzó este verano en una segunda represa en el río, La Roche Qui Boit, que permitirá que Sélune funcione gratis por primera vez en 100 años. Se espera que regresen las poblaciones de peces migratorios como el salmón. Y la demolición de las represas en Europa también reducirá las algas tóxicas que se acumulan en las cálidas aguas de los embalses durante el verano.
Parte de este trabajo, y más, se muestra en un nuevo documental, #DamBusters, del director Francisco Campos-Lopez de Magen Entertainment. La película sigue a Fernández Garrido por toda Europa mientras conoce a los héroes de la demolición de represas en España, Francia, Estonia, Lituania y Finlandia.
“Restaurar la naturaleza es probablemente el trabajo de nuestro tiempo, de nuestra generación”, dijo en la película. Aunque reconoció que es un proceso que también llevará tiempo.
“Hay algunos sistemas fluviales, como por ejemplo en América del Norte, donde los beneficios de la eliminación de represas son impactantes y sorprendentes porque ese sistema fluvial solo estuvo bloqueado durante solo 100 años”, le dice a The Revelator. “Pero cuando se habla de recuperar nuestros sistemas fluviales en Europa que han sido controlados y mal administrados durante 500 años, 600 años, 1.000 años, debemos ser cautelosos con lo que esperamos”.