Las empresas argumentan problemas regulatorios, de infraestructura y altos precios en el sector. ArcelorMittal suspendió un proyecto de acero verde y compañías energéticas como Repsol congelaron su participación en el proyecto
La reciente decisión de ArcelorMittal de suspender sus planes para producir acero verde en Gijón, Asturias, ha generado preocupación en el sector industrial español y europeo. Este giro puso en jaque el futuro del hidrógeno verde como vector energético. La situación plantea dudas sobre la viabilidad de la descarbonización y el futuro de miles de empleos en un sector que enfrenta problemas regulatorios, de infraestructura y altos precios.
El hidrógeno verde se considera una solución clave para la descarbonización de industrias que dependen de combustibles fósiles, como la siderurgia. Sin embargo, su producción enfrenta varios obstáculos. Este tipo de hidrógeno se obtiene a través de la electrólisis del agua utilizando energía renovable, un proceso que requiere inversiones sustanciales y una infraestructura aún en desarrollo.
A pesar de las promesas de ayudas millonarias por parte de la Unión Europea, muchas iniciativas siguen en estado embrionario. En España, aunque se han aprobado 1.200 millones de euros para fomentar esta tecnología, los proyectos concretos aún son escasos y carecen de un marco claro que garantice su rentabilidad.
Sin una red sólida que permita su producción y distribución a gran escala, las empresas se muestran reacias a invertir en tecnologías que aún no han demostrado ser viables económicamente. La situación se complica aún más por la competencia con otras fuentes de energía como el biogás y el hidrógeno gris, que se producen a partir de combustibles fósiles a un costo mucho menor. Esto ha llevado a muchas empresas a reconsiderar sus planes y priorizar inversiones más seguras y rentables.
Sostenibilidad
El hidrógeno verde es considerado 100% sostenible, ya que su único subproducto es vapor de agua. Esto contrasta con el hidrógeno gris y azul que aún dependen de combustibles fósiles para su producción. La Agencia Internacional de Energía calcula que reemplazar el hidrógeno gris por hidrógeno verde podría ahorrar hasta 830 millones de toneladas anuales de CO₂, lo que resalta su potencial para mitigar el cambio climático.
Además, el hidrógeno verde tiene mucho para aportar en sectores difíciles de electrificar, como la industria pesada y el transporte. Su versatilidad le permite ser utilizado no solo como combustible directo, sino también como medio para almacenar energía renovable, lo que facilita la integración de fuentes intermitentes como la solar y la eólica en la red energética.
En comparación con otros combustibles renovables, tiene ventajas. Por ejemplo, mientras que la energía solar y eólica también son sostenibles y generan electricidad sin emisiones directas, su intermitencia puede ser un problema. El hidrógeno verde puede almacenar esta energía para su uso posterior, lo que lo convierte en un complemento valioso para las energías renovables tradicionales.
Desafíos en la siderurgia
La industria siderúrgica europea está viviendo uno de sus momentos más difíciles. La combinación de una caída en la demanda, el aumento de los costos operativos y la presión competitiva procedente de países como China ha llevado a una crisis sin precedentes.
Según Eurofer, la producción de acero en la UE ha disminuido drásticamente. Cayó a 126 millones de toneladas en 2023, lo que representa una reducción del 34% desde 2018. Esta situación ha generado un clima de incertidumbre que afecta no solo a los grandes actores del sector, como ArcelorMittal, sino también a empresas más pequeñas que dependen del acero para su funcionamiento.
La decisión de ArcelorMittal de suspender sus planes para producir acero verde es emblemática del estado actual del sector. A pesar de contar con subvenciones significativas —como los 450 millones de euros ofrecidos por el Ministerio de Industria español—, la compañía señaló que las condiciones del mercado no son favorables para avanzar con inversiones tan arriesgadas. Esto muestra una tendencia más amplia dentro del sector: muchas empresas están revaluando sus estrategias ante un entorno económico incierto y costos crecientes.
Además, el impacto ambiental sigue siendo un tema controversial. ArcelorMittal ha sido criticada por su historial como una de las fábricas más contaminantes en España. La suspensión del proyecto DRI (reducción directa de hierro) alimentado por hidrógeno verde significa que continuarán operando métodos más contaminantes, lo que genera preocupación entre grupos ecologistas y comunidades locales.
Las deserciones pueden aumentar
La salida de ArcelorMittal no es un caso aislado; otras importantes empresas también están reconsiderando sus inversiones en hidrógeno verde. Grupos energéticos como Iberdrola, Endesa, Naturgy, Repsol y Cepsa han anunciado una «megacartera» de proyectos de hidrógeno que suma 36.000 millones de euros, pero muchos de estos planes están en suspenso debido a la incertidumbre creada por el impuesto extraordinario a las grandes energéticas.
Estas compañías prevén tener operativas 113 plantas de producción para 2030, pero la falta de una demanda real y los altos costos de producción están generando dudas sobre la viabilidad de estos proyectos.
Las empresas alertan sobre barreras significativas que podrían frenar el esperado auge del hidrógeno verde. Entre estas se encuentran la insuficiencia de ayudas públicas y las dificultades para acceder a la electricidad necesaria para la producción. La posibilidad de que el Gobierno mantenga el gravamen a las energéticas ha llevado a una rebelión empresarial, con advertencias sobre la paralización de inversiones que podrían alcanzar hasta 30.000 millones de euros en los próximos años.
A medida que las grandes energéticas evalúan su futuro en el sector del hidrógeno, el panorama se vuelve más incierto. Con proyectos aún en fases preliminares y una clara falta de demanda garantizada, el impulso hacia una economía basada en hidrógeno verde podría perder fuerza.
Biogás: ecológico y económico
El biogás se presenta como una alternativa viable y más económica frente al hidrógeno verde. Producido a partir de la descomposición anaeróbica de materia orgánica, el biogás puede ser utilizado para generar energía térmica o eléctrica. Esto permite a las empresas reducir su dependencia de combustibles fósiles y disminuir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Esta opción no solo es más accesible desde el punto de vista financiero. También contribuye a una economía circular al aprovechar residuos orgánicos que, de otro modo, serían desechados.
El biogás ofrece varias ventajas competitivas. En primer lugar, su producción puede llevarse a cabo a un costo inferior al del hidrógeno verde, lo que lo convierte en una opción atractiva para las empresas que buscan reducir gastos operativos. Al utilizar residuos agrícolas, industriales o municipales como materia prima, ayuda a mitigar problemas ambientales asociados con la gestión de residuos. Además, su flexibilidad permite diversas aplicaciones industriales y energéticas. Lo pueden quemar para generar calor o electricidad, o purificar y convertir en biometano para su uso en vehículos o inyectar en redes de gas natural.
Sin embargo, el uso del biogás también enfrenta inconvenientes. La infraestructura para su producción y distribución aún no está completamente desarrollada en muchas regiones, y las inversiones iniciales pueden ser elevadas.
De otro color, pero funciona
El hidrógeno gris también es una vía más económica que, aunque no completamente ecológica, ofrece un camino intermedio hacia la descarbonización. Este tipo de hidrógeno se produce a partir del reformado de metano, un proceso que transforma el gas natural en hidrógeno y dióxido de carbono. En la actualidad, el hidrógeno gris tiene un costo aproximado de 1,5 euros por kilogramo. Es mucho más bajo que el hidrógeno verde, que oscila entre 4,5 y 12 dólares por kilogramo.
El combustible tiene atractivo para las industrias debido al bajo costo de producción. Este proceso no requiere las grandes inversiones iniciales necesarias para establecer infraestructuras de electrólisis que son imprescindibles para el hidrógeno verde. En la actual coyuntura es una opción más barata y viable a corto plazo. Sin embargo, es importante señalar que no elimina las emisiones de carbono; solo las desplaza a otro lugar en la cadena de producción.
Por eso para la industria siderúrgica no es la mejor solución. Es responsable de aproximadamente el 7% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Esto pone en relieve la necesidad urgente de adoptar alternativas más limpias. Por ello, aunque el hidrógeno gris puede ser una solución temporal, la transición hacia el hidrógeno verde sigue siendo esencial para cumplir con los objetivos climáticos a largo plazo.
A medida que los costos de producción disminuyan y se desarrollen tecnologías más eficientes, se espera que el hidrógeno verde se convierta en la opción preferida. Para ello, será necesario un compromiso conjunto entre gobiernos y empresas para invertir en infraestructura y tecnología que permita una producción sostenible y competitiva.
Perspectivas futuras
El futuro del hidrógeno verde en España depende en gran medida de las decisiones políticas y económicas que se tomen en los próximos años. Para revitalizar el sector y garantizar su competitividad, es esencial establecer un marco regulatorio claro que incentive las inversiones en tecnologías limpias. Esto incluye no solo subsidios directos, sino también medidas para garantizar precios competitivos para el hidrógeno verde frente a alternativas más baratas como el biogás.
Pero más allá de la coyuntura económica es necesario fomentar la colaboración entre gobiernos, empresas e instituciones académicas. La meta es desarrollar tecnologías innovadoras que hagan viable tanto el hidrógeno verde como otros biocombustibles como el biogás. Iniciativas conjuntas pueden ayudar a acelerar la transición hacia una economía baja en carbono. Pero esto requiere un compromiso firme por parte de todos los actores involucrados.
A medida que los gobiernos implementan políticas más estrictas sobre emisiones y fomentan inversiones en tecnologías limpias, se anticipa que el hidrógeno verde se vuelva más competitivo. La caída en los costos de generación de energía renovable también contribuirá a hacer del hidrógeno verde una opción más accesible. Según proyecciones, el costo del hidrógeno verde podría reducirse entre un 40% y un 80% en los próximos años.