Indonesia, Filipinas, Malasia, Singapur, Tailandia, Vietnam, Brunei Darussalam, Camboya, Laos y Myanmar han encontrado la “armonía” a través de la aceptación religiosa. Una armonía que les importa más que la libertad de expresión. Dicen que a veces la armonía no concuerda con las opiniones diversas y es mejor callar que romper la armonía. Es lo que repiten en las sociedades en que las mayorías étnicas-religiosas y las autocracias han impuesto por años sus puntos de vista.
Un estudio realizado por el Centro Pew de Investigaciones determinó que muchas personas en el sudeste asiático consideran más importante la «protección que hallan en la armonía social» que el derecho a la libertad de expresión. Sin embargo, la lucha por poder expresarse libremente, que ha sido una constante en todas las épocas en cada rincón del mundo, tiene un sentido y saben que el desafío que implica la libertad de expresión, y la libertad en general, vale la pena.
El informe Budismo, islam y pluralismo religioso en el sur y sudeste de Asia se centró en el papel de la religión en diferentes sociedades del sur y sudeste de Asia.
Mano de hierro y boca cerrada
Las mediciones sobre libertad de prensa y derechos de medios de comunicación arrojan que los países del sudeste asiático, en su mayoría gobernados por autócratas, figuran entre los peores del mundo. Los cierres forzosos de medios independientes y la detención y prisión de personas por emitir públicamente sus opiniones no han pasado inadvertidos para los gobiernos occidentales.
Los roces con la comunidad internacional no suavizan las posturas de estos gobiernos, algunos de los cuales son dirigidos por partidos únicos, como Vietnam y Laos, y otros son tentativas de democracias (Indonesia y Filipinas, por ejemplo). Los autócratas insisten en que para mantener la armonía «social» deben limitar las libertades, entre ellas la de opinión y expresión, la libertad de prensa en todos sus formas y medios..
Prohibiciones a la prensa
En Índice Mundial de Libertad de Prensa de 2023 elaborado por Reporteros Sin Fronteras, que mide este ítem en 180 países, los del sudeste asiático figuraron todos entre los últimos. Vietnam ocupó el tercer lugar entre los peores países del mundo, en el puesto 178. Solo tenía por delante a China, en el lugar 179, y Corea del Norte, el último, en el puesto 180.
Myanmar (Birmania) también se encontraba entre los 10 últimos países, en el puesto 173. El resto de la región estaba en la mitad inferior de la clasificación, excepto Malasia, que ocupaba el puesto 73.
Organismos de veeduría de libertad de expresión en el mundo han informado sobre el deterioro de los estándares de la libertad de expresión en esa y otras partes del mundo. “Este deterioro es el resultado de una mayor agresividad por parte de las autoridades de muchos países y de una creciente animosidad hacia los periodistas en las redes sociales y en el mundo físico», afirmó Christophe Deloire, secretario general de la organización.
«La volatilidad también es consecuencia del crecimiento de la industria de contenidos falsos, que produce y distribuye desinformación y proporciona las herramientas para fabricarla», añadió.
La red que atrapa
El monitoreo de libertad de Internet, que realiza Freedom House, determinó que la libertad de expresión en línea ha disminuido por duodécimo año consecutivo. Cada día más gobiernos imponen barreras digitales para censurar y vigilar a los usuarios.
Este último estudio de Freedom House informa que más de tres cuartas partes de los usuarios de Internet en el mundo viven en países donde las personas son castigadas por ejercer su derecho a la libertad de expresión en línea. El mayor descenso de la libertad de Internet ocurrió en Rusia, en relación con las limitaciones impuestas para censurar las informaciones relativas a la invasión de Ucrania. Pero el país con el peor desempeño es China. Y Myanmar, según este informe, empató con China en el último lugar. Vietnam y Tailandia, otros dos países de la región, estuvieron entre los 20 con peor desempeño.
Lo que piensan los ciudadanos
El estudio del Centro Pew indagó en las ideas que tiene la gente común sobre la libertad de expresión. Sorpresivamente, la mayoría se mostró de acuerdo con sus gobiernos sobre la necesidad de que la “armonía” reine por encima de la libertad de expresión. Son datos recopilados en tres de los cuatro estados del sudeste asiático encuestados.
A los encuestados se les solicitó que eligieran entre dos afirmaciones: «La armonía con los demás es más importante que el derecho a expresar la propia opinión» y «a las personas se les debe permitir expresar sus opiniones públicamente incluso si molestan a otras personas». Solo en Tailandia una mayoría de 59 % respondió que la libertad de expresión debería estar por delante de la armonía social.
En cambio, alrededor del 64 % en Singapur, el 67 % en Indonesia y el 69 % en Camboya dijeron que la armonía social debe prevalecer sobre la libertad de expresión. «Una combinación de tradiciones de armonía social y años de gobierno autoritario, y tal presión sobre los derechos de libertad de expresión, han tenido un efecto en la visión de la libertad de expresión como una prioridad», dijo Joshua Kurlantzick, investigador social.
No obstante, afirmó, la generación de los jóvenes, con más y mejor educación, se muestra proclive a defender los derechos relativos a la libertad de expresarse, opinar y acceder a la información. También se muestran más propensos a apoyar la capacidad de criticar a los gobiernos y anteponer la libertad de expresión a las preocupaciones sobre la armonía social.
La influencia de la religión en las opiniones
Las diferencias basadas en la religión fueron reportadas en el informe del Centro Pew. Por ejemplo, en Tailandia casi la mitad de los musulmanes (52%) cree que la armonía con los demás es más importante que la libertad de expresión. Pero solo 38% de los budistas en ese país concordaron con esa postura. En Tailandia están en vigor estrictas leyes de lesa majestad que castigan con entre 3 y 15 años de prisión el insulto al monarca y a su familia inmediata
En Camboya, el gobierno asegura que las duras restricciones a la libertad de expresión son necesarias para garantizar la paz que tanto les costó, con una guerra civil que duró tres décadas. Así, las acusaciones de que los políticos de la oposición y los periódicos independientes son una amenaza han encontrado su sustento. Algo parecido ocurre en Vietnam y Laos, donde los gobiernos comunistas afirman que el interés nacional debe anteponerse al derecho del individuo a decir lo que quiera.
La autoridad impone la armonía
El gobierno de Singapur, un país multirreligioso y multiétnico, también ha ampliado sus leyes sobre «discurso de odio» en los últimos años. «En Singapur tomamos medidas tanto contra el discurso de odio como contra el discurso ofensivo. No permitimos que nadie ataque o insulte a ninguna raza o religión», dijo el ministro del Interior, K. Shanmugam, en un discurso de 2021.
Pero los activistas de derechos humanos y los críticos cuestionan que las duras leyes que limitan la libertad de expresión en el sudeste asiático contribuyan a la «armonía social». En un informe de 2021, el Centro Asia, un grupo de investigación con sede en Tailandia, afirmó que las leyes en cuestión solo perpetúa el dominio de la mayoría étnico-religiosa. «Limita [la libertad de religión o de creencias] y amordaza la transmisión de agravios de las comunidades minoritarias. Los gobiernos étnico-religiosos dominantes en la región siguen explotando las divisiones sociales para obtener beneficios políticos», añadió.