La exposición En el ojo del huracán. Vanguardia en Ucrania, 1900-1930, organizada por el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, presenta una completa visión del arte ucraniano de vanguardia en las primeras décadas del siglo XX y muestra las diversas tendencias artísticas, desde el arte figurativo hasta el futurismo o el constructivismo.
El desarrollo de la vanguardia en Ucrania tuvo lugar en un complejo contexto sociopolítico en el que colapsaron imperios, estalló la primera guerra mundial y las revoluciones de 1917, a las que siguió la guerra de independencia de Ucrania (1917-1921) y la posterior creación de la Ucrania soviética.
La despiadada represión estalinista contra la intelectualidad ucraniana llevó a la ejecución de docenas de escritores, directores de teatro y artistas, mientras que el ‘Holodomor’, la hambruna provocada por el hombre en 1932 y 1933, mató a casi cinco millones de ucranianos. A pesar de este trágico contexto histórico, el arte ucraniano vivió en esos años un verdadero renacimiento y un periodo de experimentación artística.
En el ojo del huracán recupera este capítulo esencial pero poco conocido del arte de vanguardia occidental, reuniendo alrededor de 70 obras entre las que se encuentran pinturas, dibujos, collages o diseños teatrales.
El estudio más completo del arte ucraniano de vanguardia
La exposición se organiza cronológicamente, incluyendo la obra de los principales maestros de la vanguardia ucraniana, tales como Oleksandr Bohomazov, Vasyl Yermilov, Viktor Palmov y Anatol Petrytskyi. También se muestra todo el amplio abanico de estilos e identidades que van desde las pinturas neobizantinas de los seguidores de Mykhailo Boichuk o las obras experimentales de la Kultur Lige, que buscaban promover su visión del arte contemporáneo ucraniano y yiddish, respectivamente, a las piezas de Kazymyr Malevych y El Lissitzky, artistas por excelencia de la vanguardia internacional que trabajaron en Ucrania y dejaron una huella significativa en el desarrollo de la escena artística nacional.
Del mismo modo, se presentan ejemplos de figuras de renombre internacional que nacieron y comenzaron sus carreras en Ucrania, como Alexandra Exter, Wladimir Baranoff-Rossiné y Sonia Delaunay.
Se trata del estudio más completo del arte ucraniano de vanguardia, que cuenta con numerosos e importantes préstamos del National Art Museum of Ukraine y del Museum of Theatre, Music and Cinema of Ukraine, y con el que el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza quiere celebrar el dinamismo y la diversidad de la escena artística ucraniana, al tiempo que salvaguarda el patrimonio del país durante la intolerable ocupación actual de su territorio por parte de Rusia. Tras su presentación en Madrid, la muestra viajará al Museum Ludwig de Colonia.
La exposición ha sido posible gracias al apoyo del presidente Zelensky y de la Oficina del presidente de Ucrania. Clave ha sido también Oleksandr Tkachenko, ministro de Cultura ucraniano, cuya colaboración ha permitido el excepcional préstamo de estas obras procedentes de un país devastado por la guerra. Esta gratitud se extiende al National Art Museum of Ukraine y al Museum of Theatre, Music and Cinema of Ukraine por sus generosos préstamos, así como a los coleccionistas privados que han colaborado. Especial reconocimiento merece la baronesa Francesca Thyssen- Bornemisza, miembro del Patronato del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, que con pasión y coraje ha impulsado el proyecto desde sus inicios y ha facilitado las complejas negociaciones para traer estas obras a España.
La exposición se organiza cronológicamente y está dividida en las siguientes secciones:
1. Cubofuturismo
El primer capítulo presenta la obra de los jóvenes artistas ucranianos que combinaron elementos del cubismo francés y del futurismo italiano dando lugar a una versión autóctona, caracterizada por su dinamismo compositivo y la simplificación de las formas, y por un movimiento gradual hacia la abstracción y la abundancia de color heredada de las tradiciones folclóricas y el arte decorativo ucraniano.
Alexandra Exter, los hermanos Davyd y Volodymyr Burliuk, Oleksandr Bohomazov, Wladimir Baranoff-Rossiné o Vadym Meller son algunos de los artistas representados en la sala. Destaca especialmente Alexandra Exter, que estuvo en París en varias ocasiones a partir de 1906 y entabló amistad con muchos de los pioneros del cubismo y el futurismo; a su regreso a Kiev, llevó consigo estas nuevas tendencias y las difundió entre los artistas locales.
Davyd Burliuk y Vadym Meller viajaron igualmente a París, y también a Múnich, donde Meller estuvo en contacto con el círculo expresionista de El Jinete Azul; por su parte, Burliuk es autor del primer manifiesto de la vanguardia rusa y ucraniana del siglo XX.
2. Kultur Lige
La asociación Kultur Lige se fundó en Kiev en 1918 para promover el desarrollo de la cultura yiddish contemporánea en todas sus facetas. Su sección de arte reunió a jóvenes artistas judíos de Ucrania que propugnaban una síntesis de la tradición artística judía y los logros de la vanguardia europea.
La Kultur Lige se convirtió en la organización más significativa de la vida cultural judía en la Ucrania de principios de los años 1920, pero dejó de existir a mediados de esa década bajo la creciente presión del régimen soviético.
Esta sección reúne la obra de algunos de sus principales representantes, como Marko Epshtein o Issakhar Ber Ryback, quien participó activamente en la asociación desde sus inicios y adoptó tendencias artísticas radicales para reflejar la cultura y el estilo de vida de su pueblo; en 1926 emigró a Francia y se unió a la comunidad artística internacional conocida hoy como la Escuela de París.
3. Diseño teatral
En las dos primeras décadas del siglo XX, las principales ciudades ucranianas se convirtieron en centros de experimentación teatral, coexistiendo directores, dramaturgos y escenógrafos que revolucionaron el teatro. Dos son las figuras que destacan como catalizadores de esta transformación: Les Kurbas, director teatral que introdujo un repertorio europeo moderno en sus producciones e incorporó como escenógrafos a los artistas más progresistas para explorar las intersecciones creativas entre los logros de Occidente –especialmente el expresionismo y el constructivismo– y el renacimiento de las tradiciones populares nativas.
Y Alexandra Exter, pionera en la traslación de los principios cubistas a la escenografía; en 1918 abrió en Kiev un taller en el que ofrecía un curso específico de escenografía del que surgieron algunos de los diseñadores teatrales más aclamados de la siguiente generación.
En la sala se presentan bocetos y figurines para diversas representaciones realizados, entre otros, por Vadym Meller, Anatol Petrytskyi y Oleksandr Khvostenko-Khvostov, todos ellos vinculados a este taller.
4. Járkov
Tras casi cinco años de sangrienta guerra de independencia (1917-1921), los bolcheviques derrotaron a las fuerzas nacionalistas ucranianas y fundaron La República Socialista Soviética de Ucrania, con Járkov como capital. La ciudad, hasta entonces un centro provinciano, se transformó rápidamente en un refinado núcleo cultural y en trampolín para el ambicioso proyecto de crear una nueva identidad cultural que fuera a la vez ucraniana y soviética, reuniendo a los mejores escritores, académicos y artistas.
Entre estos últimos destacan Vasyl Yermilov, que, tras una etapa cubista, en 1920 incorpora gradualmente en su obra una estilizada ornamentación popular ucraniana y el suprematismo de Kazymyr Malevych, dos estilos aparentemente incompatibles; posteriormente, dio un giro hacia el constructivismo y realizó múltiples relieves, tanto figurativos como abstractos. Y Borys Kosarev, artista polifacético que, inspirado por Yermilov, pasó poco a poco de experimentar con el fauvismo y el suprematismo a crear un arte racional y funcional.
Los artistas ucranianos habían participado desde 1897 en la Bienal de Venecia. Al principio expusieron en el pabellón imperial ruso y a partir de 1924 en el soviético. Ucrania fue la única república de la URSS que tuvo una sección propia en ese pabellón, en 1928 y 1930. Las obras neobizantinas de la escuela de Mykhailo Boichuk dominaron la sección ucraniana de 1928 y, dos años más tarde, una de las piezas más destacadas fue Los inválidos (1924) de Anatol Petrytskyi, incluida en la exposición.
5. Boichukistas
Mykhailo Boichuk, originario de Halychyna, al oeste de Ucrania, fue uno de los jóvenes artistas del país que viajó a diversas capitales europeas para completar su formación; estuvo en las academias de arte de Viena, Cracovia, Múnich y París. A finales de 1917 abrió un taller de pintura al fresco, al temple y de mosaicos en la recién fundada Academia de Arte de Ucrania, en Kiev.
Abogaba por un arte concebido como patrimonio artístico nacional y logró una síntesis de estilos a partir del arte bizantino, los frescos italianos prerrenacentistas y el arte popular ucraniano. Sus alumnos fueron conocidos como boichukistas y realizaron numerosos encargos estatales para edificios y espacios públicos.
Poco después serían tachados de nacionalistas burgueses y muchos de ellos, incluido Boichuk, fueron ejecutados en las purgas estalinistas de la década de 1930 y la mayor parte de su arte público destruido.
Entre las obras reunidas en la sala destaca La Lechera (1922-1923), de Mykhailo Boichuk; Mujeres bajo el manzano (1920), de su hermano Tymofii Boichuk; Fotógrafo (1927), de Ivan Padalka, y Retrato de Oksana Pavlenko (1926-1927), de Vasyl Sedliar, que estuvo en la Bienal de Venecia de 1928.
6. El Instituto de Arte de Kiev
El principal impulsor de las artes visuales en Ucrania en las décadas de 1920 y 1930 fue el Instituto de Arte de Kiev, sucesor de la Academia de Arte de Ucrania, primera institución de enseñanza artística superior en el país, fundada al proclamarse su independencia en 1917. El cambio de nombre se produjo en 1924, para adecuarse al nuevo programa ideológico del régimen soviético y alinear sus métodos educativos a las tendencias artísticas del momento, como el diseño industrial.
Con tal fin se contrató a un nuevo profesorado procedente de toda la Unión Soviética, incorporándose al cuerpo docente un buen número de destacados artistas de vanguardia, como Kazymyr Malevych o Vladimir Tatlin. También fueron profesores del Instituto Viktor Palmov, artista muy experimental y uno de los participantes más activos en los procesos artísticos de la República, y Oleksandr Bohomazov, del que se presenta una de sus obras más destacadas, Afilando las sierras (1927), parte de un tríptico inacabado en el que muestra un estilo híbrido y muy representativo del intento de estos artistas vinculados al Instituto de encontrar su lugar en el nuevo marco de referencia impuesto desde la política.
7. La última generación
Graduados en su mayor parte en el Instituto de Arte de Kiev, la última generación de la vanguardia ucraniana estaba fascinada por los movimientos internacionales de la Nueva Objetividad y del Novecento italiano, pero su actividad se vio truncada por un cambio radical en el clima político. En 1932 se introdujo el realismo socialista como único estilo artístico oficial soviético, valorándose las cualidades propagandísticas del arte por encima de la experimentación vanguardista. En la sala se muestra la obra de Kostiantyn Yeleva, Semen Yoffe y Oleksandr Syrotenko.