La aprobación por el Parlamento de la prórroga del estado de alarma ha vuelto a escenificar las profundas divisiones que sigue arrastrando toda nuestra clase política.
Sobre el filo de la navaja y en el último minuto, Pedro Sánchez ha logrado reconducir para otros 15 días el estado de alarma.
No se puede entender ni comprender que con un virus aún no controlado, y que todavía está al acecho, pueda haber todavía la menor duda del camino que tenemos que seguir.
En esta sesión del Parlamento poco edificante los catalanes independentistas se han unido para rechazar la propuesta. Mientras que, de forma sorprendente pero muy hábil, Inés Arrimadas, de Ciudadanos, ha dado su apoyo al Gobierno.
Esta jugada, que ha descolocado a todos y ha dejado en tierra de nadie a Pablo Casado, jefe de la oposición, no es un cheque en blanco ni significa que van a cambiar las distintas mayorías. Pero sí es un aviso que rompe la foto de Colón y que sitúa al partido naranja en una eventual centralidad que nunca tenía que haber perdido.
El presidente del PP vuelve a equivocarse en su estrategia de tierra quemada y discurso catastrófico.
No es aceptable ni de recibo que diga que “la prórroga del estado de alarma no tiene ningún sentido”.
Pablo Casado debería tomar buena nota del PNV, que una vez más ha demostrado que la política es también y sobre todo pactar y acordar.
Fango político en el Parlamento
Es desolador y hasta deprimente que no se haya llegado a un amplio pacto de Estado para combatir al coronavirus. Que la prioridad de muchos es abrir las playas o las cafeterías cuando tenemos todavía más de 200 muertos al día.
¿Qué puede pasar si nos obligan a volver para atrás?… La catástrofe.
Ahora bien, claro que tenemos que progresivamente volver a la normalidad teniendo en cuenta que todos los territorios no están en las mismas condiciones y que habrá que contar con las comunidades autónomas.
Aparte del interés personal y partidista, este país necesita más que nunca de grandes acuerdos. No solamente para vencer al virus, sino que también para su reconstrucción y minimizar el tsunami que se nos viene encima.
Podemos soñar hasta que nos llamen ilusos, pero no nos vamos a cansar de exigir responsabilidad y altura de miras a toda nuestra clase política.
Aquí no se trata de derribar o acosar al Gobierno. Se trata de arrimar el hombro si queremos evitar que todo el país se convierta en un solar.
El que no la haga tendrá que asumir todas las consecuencias y, a buen seguro, la opinión pública y la sociedad tomarán buena nota.
"En el fango político" No es de recibo que algunos cuestionen el estado de alarma cuando tenemos todavía mas de 200 muertos al día. Mi videoblog vía @cambio16. https://t.co/tvnaYDomZZ vía @YouTube
— Gorka Landaburu (@G_landaburu) May 7, 2020
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