Miles de millones de personas en el mundo siguieron la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo durante la Semana Santa. Tiempo de recogimiento, oración y renovación de fe para la comunidad cristiana. En Cuba, sus habitantes se refugiaron en las procesiones del Nazareno y en los estridentes tambores de la santería para pedir por el fin de la extensa lista de infortunios que asolan a ese pueblo.
Mientras que casi el 70% de los 670 millones de latinoamericanos se consideran católicos, en Cuba, la santería tiene amplios seguidores. Muchos cubanos se visten con ropas blancas y cuentas de colores como las usan los africanos. Y en ritos hacen ofrendas y sacrifican animales pidiendo suerte, protección y salud en un contexto de precariedades y fuerte represión del régimen cubano.
La santería en Cuba se desarrolla desde finales del siglo XIX por la presencia de esclavos africanos. Sus creencias derivan de la cultura y la religión yoruba, que en la isla antillana se sincretizaron con el catolicismo, el vudú y el espiritismo. Ahora, que el país entra en otro ciclo de crisis económica, política y migratoria interminables el culto yoruba está creciendo en popularidad y expandiéndose a nuevos grupos demográficos.
“Cada día la creencia crece un poco más”, dijo Mandy Arrazcaeta, anfitrión en su casa de varias personas practicantes bailan y hacen ofrendas en el altar a una muñeca de plástico que representa a la deidad Yemayá. “En este momento, la santería en el país es una especie de bastión”, añade.
La santería nació como una forma de resistencia silenciosa entre las comunidades negras de la isla. La religión se remonta cuando los colonos españoles trajeron cientos de miles de esclavos africanos.
Aumenta la santería en Cuba
Mientras los españoles intentaban imponer el catolicismo a los esclavos, los africanos trajeron sus propias religiones, que camuflarían uniendo sus deidades (orishas) a los santos católicos. De hecho, la santa patrona de Cuba, Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, por ejemplo, se fusionó con la deidad dorada, Oshun.
“Se mezclaría y se mezclaría a través de esta virgen católica, le hablarían a sus santos africanos”, explicó Roberto Zurbano, crítico cultural cubano, a The Associated Press. “Así es como la religión pudo sobrevivir”.
Si bien hay cientos de orishas en la santería de Cuba, los practicantes conocidos como santeros generalmente adoran solo a un puñado. Y se conectan con ellos a través de rituales y ofrendas.
Arrazcaeta, familiares y amigos distribuyen ofrendas de coco y pesos cubanos rojos adornados con el rostro del Che Guevara. Sacrificando dos pollos sobre cuencos llenos de piedras y conchas marinas. A cambio, piden salud, fortaleza en las adversidades e incluso suerte en el amor.
“Es algo muy cubano, algo espontáneo que hacemos. Conocemos las luchas que enfrentamos en este país”, comentó Arrazcaeta.
Se estima que muchas personas en el mundo practican la santería. Aunque las cifras definitivas, especialmente en Cuba, son difíciles de precisar debido a la naturaleza informal de la religión. La Comisión de Libertad Religiosa Internacional de Estados Unidos estima que en Cuba el 70% de la población practica alguna versión de la santería o religiones africanas similares. Lo que está claro en los altares que salpican los hogares de toda la isla es que la santería ha sido más exitosa que el marxismo en la conciencia cubana.
Dictadura, persecución y religión
Con la revolución, Fidel Castro desmanteló las estructuras religiosas y expulsó a los sacerdotes católicos que criticaban su gobierno. La religión, descrita por Karl Marx como “el opio del pueblo”, estaba estrictamente prohibida. El catolicismo fue atacado y embestido, como hoy en Nicaragua. Mientras tanto, los practicantes de la santería sacaban de las mismas herramientas que usaban para sobrevivir en siglos anteriores.
«La gente sí creía, pero no se podía decir nada porque estaba políticamente prohibido por el marxismo. Todo lo que hizo fue fortalecer las creencias afrorreligiosas en círculos muy cerrados. Lo mantendrían en secreto, mantendrían su religiosidad para ellos mismos”, dijo Zurbano.
La familia de Zurbano realizaba rituales en silencio dentro de su casa y dividía las ceremonias que antes duraban una semana en partes más pequeñas de dos días para evitar alertar a las autoridades. Algunos vestían en secreto atuendos religiosos debajo de la ropa de calle.
Katrin Hansing, antropóloga en Cuba de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, señaló que la santería perduró por su flexibilidad. Y por su utilidad percibida para asegurar una buena salud a cambio de ofrendas.
En la década de los noventa, cuando el principal aliado de Cuba, la Unión Soviética, colapsó y la isla entró en una espiral de crisis económica, muchos cubanos encontraron consuelo en la santería. El gobierno cubano lo ha aceptado, pero las ceremonias autorizadas oficialmente quedan prácticamente desiertas. Los isleños prefieren las celebraciones en escenarios más informales como la casa de Arrazcaeta.
“Es increíblemente resistente como sistema religioso. Está tan descentralizado y permite que el creyente o practicante individual lo convierta en lo que necesita que sea”, indicó Hansing.
Visiones diferentes sobre la santería
La santería está viendo una vez más un aumento en Cuba y se está expandiendo más allá de las comunidades negras históricamente empobrecidas. Arrazcaeta, un cubano blanco e integrante de la comunidad LGBTQ+, encontró refugio en la religión cuando tenía 12 años. Una vez cristiano evangélico, dijo que se sentía rechazado por los miembros de esa religión por ser gay. “Nunca encajé en esa religión. Me gustó que la santería no obliga a nadie a encajar en un modelo”, dijo.
Cuando era adolescente, comenzó a poner vasos de agua por la casa, como ofrendas a los orishas. Su madre, Maritza de la Rosa Perdomo, tiraba el agua diciendo que en su casa no había lugar para la religión.
Eso cambió hace tres años, cuando Arrazcaeta se unió a una ola de cubanos que se embarcaron en un viaje a Estados Unidos, atravesando las peligrosas selvas del Tapón del Darién.
Cuando Arrazcaeta estuvo siete días desaparecido en la selva, lo primero que hizo Perdomo fue sacar una ofrenda. “Empecé a rogar por mi hijo, dije que necesitaba saber de él, saber que estaba vivo. Estaba rogando con todo mi corazón”, recordó Perdomo.
Y cuando recibió una llamada de él poco después, decidió unirse a la religión junto a sus hijos. “Una religión que solía ser predominantemente practicada por descendientes de africanos ahora se ha convertido en una religión multirracial en Cuba”, dijo Hansing. “La santería ha crecido enormemente”.
Para cada practicante, la Santería significa algo diferente. Arrazcaeta, que actualmente viaja a Cuba y trabaja en Florida como chofer de Uber, considera la santería es una experiencia espiritual, y Perdomo como una forma de buscar salud. Para ambos, es una forma de mantenerse conectados con el otro a un océano de distancia.