El Gobierno de la región de Xinjiang está tomando medidas arbitrarias para combatir la COVID-19. Tomó como rutina rociar a las personas con un desinfectante de pisos, estrictas cuarentenas de más de 40 días y el arresto a quienes no cumplan con las restricciones. Incluso algunas personas declararon que los obligan a ingerir medicamentos que no han sido aprobados.
Una mujer que prefirió mantenerse en el anonimato por miedo a represalias dijo que mientras que estuvo presa la obligaron a tomarse una medicina que la hizo sentir débil y le provocó náuseas. A otras mujeres que la acompañaron en su celda las hicieron desnudarse para rociarles desinfectante.
Algunos de los medicamentos que las autoridades obligan a suministrar a sus ciudadanos no están aprobados y no hay estudios clínicos que confirmen que funcionan, según informes del gobierno, publicaciones en las redes sociales y los mismos habitantes más ancianos de Xinjiang.
Encierro en Xinjiang
La más reciente cuarentena en la ciudad de Xinjiang lleva 45 días. La medida fue tomada tras registrarse 826 nuevos casos de coronavirus desde mediados de julio. Es el rebrote más grande en China desde el inicio del virus.
A pesar de que no ha habido un solo caso nuevo de transmisión local en más de una semana, la cuarentena se mantiene en Xinjiang. En ciudades como Wuhan se reportaron muchos más casos de coronavirus y las autoridades no han sido tan estrictas. Incluso se ha permitido que las personas salgan a hacer las compras o hacer ejercicio.
En Wuhan y el resto de China han vuelto en su mayoría a la vida normal, mientras que el confinamiento de Xinjiang está respaldado por una gran vigilancia que ha convertido a la región en un estado policial digital.
Peligrosa medicina tradicional china
Desde el comienzo del brote, el Gobierno chino ha impulsado la medicina tradicional a su población. Los remedios son promocionados por el presidente Xi Jinping, jefe comunista y autoritario que aboga por el resurgimiento de la cultura tradicional china.
Algunos médicos de la región, respaldados por el Gobierno, dicen que han realizado ensayos que muestran que el medicamento funciona contra el virus. Sin embargo, no se han publicado datos clínicos rigurosos que respalden esa afirmación.
“Ninguno de estos medicamentos ha demostrado ser científicamente eficaz y seguro. No es ético obligar a las personas, enfermas o sanas, a tomar medicamentos no probados”, dijo Fang Shimin, un ex bioquímico y escritor conocido por sus investigaciones de fraude científico en China que ahora vive en Estados Unidos.
El Gobierno chino está impulsando los remedios tradicionales como tratamiento para el COVID-19 en el extranjero. Han enviado píldoras y especialistas a países como Irán, Italia y Filipinas.
En otros países los Gobiernos se han dejado llevar por remedios no probados y potencialmente riesgosos. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se mostró interesado en el medicamento contra la malaria, hidroxicloroquina. No hay prueba de que este sea efectivo contra la COVID-19, pero sí que es perjudicial para la salud si no hay control médico.
Tal parece que Xinjiang es la primera ciudad en la que obligan a los habitantes a consumir la medicina tradicional para combatir el SARS-CoV-2.
Lea también: