Un grupo de científicos se apresura a combatir la sequía en las Islas Canarias. A medida que el cambio climático gana terreno se vuelven más áridos y propensos a incendios. También menos fecundos. El propósito de los investigadores es detener el avance de los terrenos desérticos que ponen en peligro importantes y variados ecosistemas y, afecta a la vida del hombre. Con tal fin han ideado dispositivos que simulan la actuación de la naturaleza para captar más agua y humedad y utilizarla en la reforestación de Canarias.
A veces la ciencia tiene que mirar atrás para resolver los problemas del presente. Los efectos de la emergencia climática se hacen sentir en el archipiélago: cada año se registran olas de calor más frecuentes, temperaturas muy altas y un medioambiente vulnerable. El lugar escogido para emprender esa ardua pero noble tarea de reforestar los bosques canarios es la laurisilva. Un ecosistema que prevalece desde hace más de 20 millones de años, en la época de los dinosaurios, por una amplia zona de la cuenca del Mediterráneo.
Las glaciaciones que tuvieron lugar a finales del período terciario y durante buena parte del cuaternario fueron desplazando la laurisilva hacia regiones más templadas del sur. Allí, las condiciones eran más propicias para su supervivencia, asentándose de este modo en el norte de África y en los archipiélagos macaronésicos.
Financiamiento de la Unión Europea
Desde entonces hasta nuestros días, la acción del hombre y la crisis del clima han acentuado su aridez rápidamente. Los investigadores han recordado cómo actuaban las poblaciones aborígenes de Canarias mucho antes de que llegaran los colonos castellanos. Y la respuesta contra la deforestación es ‘ordeñar las nubes’. Es lo que pretenden los responsables del proyecto LIFE Nieblas, financiado en gran parte por la Unión Europea, y que ha montado su laboratorio de pruebas en el norte de Gran Canaria.
El período de sequía en España está tomando senderos preocupantes por su intensidad y prolongado tiempo. El archipiélago no escapa a esta situación. En esa región de Canarias han colocado al menos quince ‘torres’ que, a primera vista, parecen los andamios de una obra cualquiera en mitad de la nada.
Los captadores de niebla tienen una estructura de cuatro metros en acero galvanizado, con un tratamiento antioxidante y rodeada de mallas con un diámetro de apertura lo suficientemente grande para que permita el paso de la gota y ordeñar la nube.
La bruma pasa a través de la malla que actúa como un obstáculo donde esa humedad se condensa y precipita. Debajo hay un recogedor, conectado a una manguera, que llega hasta unos depósitos intermedios que permiten calcular la cantidad de agua que se obtiene en cada aparato. De ahí pasa a los depósitos de riego de las repoblaciones. Su estructura resiste un viento sostenido de 100 km por hora.
Son 15 ‘captadores’ artificiales que pueden recoger hasta 240.000 litros de agua al año, suficientes para reverdecer sus áridas tierras. Se calcula que cada aparato capte entre 10.000 y 30.000 litros.
Canarias se apresura a reforestar sus bosques
El proyecto para reforestar algunas regiones de Canarias se basa en un uso que se lleva haciendo en la isla desde la época prehispánica. Entonces la población aborigen ya utilizaba los árboles como captadores de agua de niebla para ordeñar las nubes y beber o dársela a los animales.
Iniciado en 2020, aunque el trabajo de campo empezó un año después, Life Nieblas supera sus previsiones de reforestación con el convencimiento de que logrará plantar los 20.000 árboles para 2024.
De este modo, una superficie degradada con una extensión de entre 20 y 25 hectáreas y que se encaminaba hacia la desertificación se convertirá en un pequeño bosque alimentado por el agua ordeñada de la lluvia horizontal del entorno. Hasta la fecha han exprimido 92.000 litros de agua con tres sistemas de captanieblas y una variante propia de uno de ellos.
Gustavo Viera, director ejecutivo de Life Nieblas, detalla que más de 10.000 árboles se han plantado en las fincas El Andén y Las Hoyas. Y han salido de los viveros forestales del Cabildo localizados en Osorio y Tafira y corresponden a 13 especies diferentes.
El ambicioso plan permite transformar la niebla en agua de regadío. Además, al evitar el traslado de las aguas o su extracción de depósitos, se reduce la huella de CO2. «Implica trabajar con diferentes sistemas de riego que nos permitirán ser más autónomos en la restauración ambiental y disminuir la emisión de gases de efecto invernadero», subraya Viera.