Por Cambio16
Voy a intentar una proeza, algo que nadie antes se ha atrevido a hacer: pasar unos días en Múnich sin probar una gota de cerveza. Sé que será complicado. Que otros pioneros ya lo intentaron y sucumbieron. Que múltiples bávaras enfundadas en el típico ‘dirndl’ -vestido tradicional- tratarán de seducirme para que abandone mi empresa y moje mis labios en el dulce néctar de los dioses de la cebada. Pero no cederé. Estoy dispuesto a demostrar que Múnich es mucho más que la capital de la cerveza y del Oktoberfest. El mundo ya no necesita otra guía más sobre cervecerías muniquesas. No sólo de Paulaner vive el hombre.
Y si no lo consigo, digan que fui un héroe.
Al poco de aterrizar en Múnich, incluso el viajero menos avispado (servidor) percibirá que la ciudad no pertenece a la clase de localidad que recibe al turista con los brazos abiertos al estilo Bienvenido, Mr Marshall. En pequeños detalles se observa una elegante despreocupación por el turista. A pesar del alto nivel de inglés que se habla en la ciudad, no se traducen del alemán los menús o las señales. El WiFi no abunda. Sorprende el número de establecimientos donde no se puede pagar con tarjeta de crédito. En definitiva, se podría decir que en Múnich no se desviven por el turista. Y créanme: es una sensación agradable. Es un lujo sutil. Poder andar sin ser percibido como un cajero automático ambulante. No sufrir el acoso de espontáneos que te arrastran a su restaurante con menús plastificados con fotografías de platos combinados en cuanto detectan tu acento extranjero. Pasear sin que te ofrezcan drogas en todos los parques (a lo mejor esto último sólo me ocurre a mí).
En Múnich se respira un elevado nivel de vida. Sin estridencias. Sin exotismos. También hay un número considerable de estudiantes que llenan las calles de juventud, dinamismo y bicicletas. Es una ciudad moderna, cultural y que se adapta a tu ritmo de vida como un par de zapatos bien domados.
10.00 horas. Desayuno: uno de los sitios más encantadores para desayunar en esta ciudad se llama Cotidiano. Huele a pan y a brioche, hay ambiente como muy de Ciudadanos, la decoración se hace agradable al ojo y la carta tiene una ingente cantidad de desayunos diferentes. Mi recomendación personal sería su excelente American Breakfast, que por alguna confusa razón se trata de un delicioso cruasán relleno (no sé qué de americano puede tener un cruasán). Si lo que prefieren es zambullirse de lleno en la cultura germana, no duden en probar el tradicional desayuno bávaro, compuesto de salchichas blancas con bretzel (pan clásico alemán), mostaza dulce y lo-que-no-puede-ser-nombrado blanca. El Augustiner y el Franscikaner son dos restaurantes clásicos en los que poder disfrutar de este desayuno resucita-muertos que se suele servir hasta las 12:00 h.
11.30 horas. Paseo, ciencia de la pierna y gastronomía del ojo. Con las pilas bien cargadas tras ese desayuno de hobbit, es innegociable dar un paseo por el enorme Jardín Inglés, el Central Park muniqués. No se olviden de pasar por la ola en el río Eisbach, donde todo proyecto de surfer bávaro desafía al frío con su tabla en la que es la única ola de los Alpes. Tan original como desconcertante.
13.00 horas. Una vuelta por las pinacotecas. No había sitio de Munich que más gustara a Josep Pla que la Pinacoteca Antigua (Alte Pinakothek), donde solía perderse entre pinturas y venus desnudas de Alberto Durero y Lucas Cranach. Aparte de la antigua, está la Pinacoteca Nueva (Neue Pinakothek), construida en 1981, con cuadros de Van Gogh, Manet o Turner, y la Pinacoteca Moderna (Pinakothek der Moderne), inaugurada en 2003, en la que admirar obras de Picasso, Juan Gris, Dalí o Warhol. Las tres están juntas y merecen la pena.
14.00 horas. Comida: Una brasserie muy interesante es Brenner. Enorme, siempre abarrotada de gente y con mucho ambiente. En la mesa de al lado te puedes encontrar a Franck Ribéry comiendo con su mujer y en otra a un par de ejecutivos devorando una mastodóntica ensalada.
16.30 horas. Helado. La mejor heladería de Múnich se llama Lorenzo Corno. Me la descubrió una local y todavía sigo enamorado (de su helado de limón con albahaca y de la local).
19.00 horas. Dry Martini: Una cosa es que no vayamos a tomar cerveza y otra muy distinta es que no probemos el alcohol. Tampoco nos hemos vuelto locos. Si quieren disfrutar de un buen cóctel, el legendario Schumann’s es el sitio al que ir. Su dueño, el elegante Charles Schumann, barman de prestigio mundial y modelo ocasional para Hugo Boss, sabrá qué prepararles. El bar del elegante Hotel Bayerischer Hof es también un clásico. Como curiosidad, decir que este establecimiento se ha convertido ya en un lugar de perenigraje para los fieles de Michael Jackson (fue en este hotel donde asomó a sus hijos por la ventana como en El Rey León, en unas imágenes que dieron la vuelta al mundo). En el paseo que hay justo a la entrada del hotel, hay una estatua erigida en honor del compositor franco-flamenco del Renacimiento tardío Orlando di Lasso que ha sido colonizada por fotos, cartas, peluches, velas y demás recuerdos que los fans dejan para honrar la memoria del denominado Dios del Pop.
20.30 horas. Cena. Si buscan un lugar agradable y tranquilo, Theresa es su sitio. Magnífico T-Bone. De la mejor carne que he probado. Y pregunten, porque tienen al lado una especie de club clandestino para clientes habituales donde tomar una copa después de cenar y que es de lo más agradable. Si quieren algo más animado, Burger & Lobster Bank. Ambiente joven, luces indirectas y la gente más guapa de la ciudad. Aquí es donde vienen algunos futbolistas del Bayern de Munich a cenar tras algún partido. Observarán en las mesas numerosas teteras. No se lleven al engaño: se trata de su famoso Tea for Adults, un suave y delicioso gin fizz camuflado de esa forma. Y si lo que quieren de verdad es jaleo, vayan a H’ugo’s (sí, con dos apóstrofos), una pizzería con las mesas muy pegadas donde a partir de las 23:00, la gente empieza a bailar y pasa a convertirse en una animadísima discoteca con la velocidad de un Transformer.
00.00 horas. Y en adelante: Si se ven con ánimo de alargar la noche, la discoteca más divertida de la ciudad a mi juicio es Heart. Y he hecho un estudio a fondo porque soy un profesional.
EN EL AEROPUERTO. Si disponen de tiempo que matar mientras esperan a su vuelo de vuelta, busquen la tienda de diseño Cedon, una de mis favoritas. Encontrarán distintos libros, detalles, cuadernos y regalos entre una selección escogida con gusto exquisito. Bastante mejor que la, para mi gusto, sobrevalorada MoMA Desingstore de Nueva York.
Contra todo pronóstico, hemos logrado sobrevivir sin beber cerveza. Y hemos disfrutado.
Es hora de irse antes de estropearlo.
“Si yo no me he vuelto completamente sabio en Alemania, mi trabajo me ha costado. Últimamente me noté síntomas así como de ir adquiriendo un criterio científico para todas las cosas. Entonces me entró una gran aprensión y me fui”, dijo Julio Camba.
LA CIUDAD
Superficie: 310,4 km²
Fundación: 1158
1,38 millones de habitantes
A 584 km. de Berlín
A 1.971,4 km. de Madrid
Web de interés
www.germany.travel
Cómo llegar
Hay vuelos directos desde Madrid: Air Europa (aireuropa.com) Iberia (iberia.com) Lufthansa (lufthansa.com) Airberlin (airberlin.com)
Se tardan 2 horas y 35 minutos aproximadamente.
Dónde dormir
Bayerischer Hof. 5* bayerischerhof.de
Marc München. 4*
www.hotel-marc.de
Hotel Laimer Hof. 3*
laimerhof.de