Desde que comenzó la pandemia del coronavirus las mascarillas han ganado cierto protagonismo debido a que es una de las medidas más efectivas para evitar la propagación del SARS-CoV-2. De tela, de papel o tecnológicas, para julio de 2020 las mascarillas no sólo protegían de la COVID-19, sino también de la Inteligencia Artificial. En ese momento se demostró a través de un estudio que los algoritmos de los programas de reconocimiento facial no eran lo suficientemente sofisticados como para identificar a las personas que llevaban mascarillas.
Los resultados del estudio del Instituto Nacional de Normas y Tecnología (NIST) de Estados Unidos, se recopilaron a partir de un centenar de programas informáticos de uso más frecuente en el mundo, su tasa de error aumentó del 5% al 50% debido a los tapabocas. Sin mascarilla, la tasa de error se sitúa en torno al 0,3%.
¿Cómo funciona la tecnología de reconocimiento facial?
Los resultados del estudio no sorprenden. Un algoritmo de reconocimiento facial funciona midiendo la distancia entre tres rasgos esenciales: ojos, nariz y boca. Al ocultar estos dos últimos puntos de referencia, la mascarilla, que ocupa aproximadamente el 70% del rostro, dificulta mucho la medición y el reconocimiento no funciona.
Cuanto más alta se lleva la mascarilla sobre la cara, menos fiable es el algoritmo. Lo mismo ocurre con las mascarillas negras, que generan más errores que las quirúrgicas azules o blancas. El estudio no consideró un factor principal, el número de caras coincidentes que escapan al algoritmo.
El coronavirus ha motivado a los desarrolladores de programas de reconocimiento facial. Algunos desarrolladores presentaron algoritmos después del inicio de la pandemia que mostraron una notable mejora en la precisión y ahora están entre los más precisos en nuestras pruebas. La tasa de error se habría reducido a un nivel mucho más bajo, algo menos del 5%.
Reconocimiento facial a pesar de la mascarilla
Por la pandemia los expertos en el reconocimiento facial han centrado su atención en cómo superar el uso generalizado de los tapabocas. Es un mercado muy competitivo y en el contexto actual es fundamental que consigan una solución lo antes posible, ya que lo más probable es que el uso de las mascarillas se extienda, por lo menos muchos meses más.
Laurent Lepetit, responsable de valorización tecnológica en id3, una empresa francesa que desarrolla productos de verificación de identidad, asegura que todos los equipos trabajan en un nuevo programa que permita el reconocimiento facial a pesar de las mascarillas.
El sistema empieza por identificar si la persona lleva o no un tapaboca, y si es el caso, se utiliza un programa específico para verificar la identidad. Se trata de un sistema periocular que sólo tiene en cuenta la parte visible de la cara: los ojos.
Del mercado de seguridad al sanitario
CyberLink es otra de las empresas que se encuentra trabajando en un sistema parecido. La taiwanesa trae una solución llamada FaceMe. En octubre de 2020 lanzaron FaceMe Health, un módulo de reconocimiento facial independiente que verifica el uso de mascarilla facial, mide la temperatura corporal del sujeto y lo identifica.
Lo más llamativo es que empresas que estaban bien establecidas en mercados de la seguridad ahora se dedican a crear productos para el mercado sanitario. A la amenaza terrorista, a menudo invocada para legitimar los sistemas de reconocimiento facial, se ha unido la amenaza del virus.
Mascarillas de última tecnología
¿Tecnología para las mascarillas o mascarillas con tecnología? Ambas. Ahora también hay mascarillas que se autodesinfectan, pero que también funcionan con el reconocimiento facial del smartphone. El gigante tecnológico Xiaomi desarrolla un producto con estas características. El nombre del proyecto es «Aeri», y ha sido diseñada por Huami, la compañía de wearables del ecosistema de Xiaomi detrás de los relojes inteligentes Amazfit.
Huami ha diseñado dos prototipos de mascarillas, ambos de categoría N95, transparentes y por tanto aptos para usar con el desbloqueo facial del móvil. Además, ambos pueden desinfectarse solos sin necesidad de lavarse, ya que cuentan con un sistema de luces ultravioletas que autodesinfectan toda la mascarilla entre un uso y otro.
Al ser transparente no tapa la boca y la nariz, por lo que permite el reconocimiento facial. Además beneficia la comunicación entre las personas sordas, dicen. Por otro lado, estas mascarillas usan un emisor de luz ultravioleta integrado para limpiarse solas cuando no están en uso y se conectan a una fuente de alimentación. Por lo demás, las mascarillas son N95, es decir, que filtran y por lo tanto impiden que te infectes por el aire exterior.
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