Orlando Viera-Blanco/@ovierablanco
Embajador de Venezuela en Canadá
«Padres que nos enseñaron que cada cuarto donde crecimos es valor, amor, sudor, orgullo y esperanza. Grandes historias en «pequeños rincones» donde soñamos lo que somos»
Siempre por estos días nos atrapa la nostalgia. Tres episodios en un día me hicieron aliviar las cargas sobre los hombros que son ansiedades acumuladas de paz y de libertad. Quiero compartirlas con ustedes. Es mi regalo de Navidad….
49 cuartos vacíos…
María Julia Baccino es una amiga de toda la vida. Estudiamos Derecho en la UCAB. Escribió el libro 49 cuartos vacíos. Historias vivas de arraigo costumbrista, que acompañadas de una fotografía de cada cuarto vacío por cada migrante, cuentan lo vivido y adonde nos llevó la vida…
49 cuartos vacíos es la representación sublime de la Venezuela pujante, menesterosa y sana que en esas recámaras se iba a la cama con un sueño y se levantaba con una canción, un emprendimiento, un libro que escribir, un madrugar a trabajar o estudiar. 49 cuartos vacíos es la historia de nuestros padres y nuestros hijos. Aquellos que nos educaron en una Venezuela entre Los Próceres y el Parque del Este, entre el lago de Maracaibo y el puente de Angostura, entre sabanas y llanos, playas y montañas… Nuestros hijos a quienes tratamos de darle lo mismo.
Padres que nos enseñaron que cada cuarto donde crecimos, es valor, amor, sudor, orgullo y esperanza. Grandes historias en «pequeños rincones» donde soñamos lo que somos, sembramos lo que hicimos, cantamos rock, trova y bolero e hicimos nuestras primeras promesas a nuestra primera novia. Cuartos que guardan la esencia de nuestra vida, nuestros secretos, nuestros estudios, amores y pesares. Nuestros libros y muñecos. Nuestros recuerdos… Cada fotografía de 49 cuartos vacíos es un cuarto humilde, cálido y decente, limpio y colorido, abundante en gentilicio, en memorias, hábitos y desafíos. 49 cuartos vacíos son vivencias llenas de Venezuela que refuerzan un cantar y una bandera tricolor que llevamos en el pecho por cada calle del planeta.
Pero cada “cuarto vacío” es también un estruendoso silencio de alegrías, dolor y desprendimiento, que hablan o callan la grandeza de cada corazón que se ha ido. Una nube andante y gitana que no se evapora, una luz que no se apaga.
Dios te recompense María Julia esa bella dedicación a la vida del migrante y del vibrante luchador. Una hermosa pausa en el andar, porque en la fatiga, el reposo es mi cuarto vacío de Caracas…
Noche de paz, noche de humor
Wilmer Ramírez, ese estupendo actor, productor y animador venezolano, nos invitó a ver su obra de teatro, Noche de paz, noche de humor, acompañado de Joselyn Rodríguez y el Sr. Carlos Acosta, bajo la producción de Giandry Alfonzo. Fue un melódico paseo por nuestra infancia. Como decía Wilmer, los venezolanos crecimos con la TV. Imágenes de las bellas producciones navideñas de Venevisión y de RCTV, donde al son de villancicos y gaitas, los actores de planta nos regalaron un trozo de tierra de gracia.
La obra desliza con inteligencia y fino humor nuestras costumbres navideñas. Nuestra madre que nos decía al montar su mesa de pascuas (entre velas, perniles, ensaladas, hallacas, pan de jamón, sopa de gallina y sopón de pavo), “!cuidadito y me tocas esa mesa que está así para la foto!»… Una pieza ligera y ocurrente donde vi con gracia, la Venezuela que iba al CCCT y le alcanzaban sus aguinaldos para comprar el Niño Jesús, que exhibía con orgullo su tarjeta del Banco Unión o disfrutaba su pan de jamón Plumrose…
Noche de paz, noche de humor es la demostración del tesón y talento venezolano que no se deja, que sigue adelante y que con poco o nada, vuelve a comenzar porque le sobra ímpetu y voluntad. Así Joselyn, Wilmer y el Sr. Acosta, con un equipo de producción todos compatriotas, nos hicieron pasar un rato realmente nostálgico y alegórico a la vez. El cierre fue no menos adecuado:
«Vemos cerca un nuevo futuro que nos llevará a nuestro hermoso pasado, pero con el aprendizaje y dolor de vuelta en la maleta, para que esta v…. no se vuelva a repetir y no nos vuelvan a arrebatar a nuestra linda Venezuela«.
Soy extranjero…no soy de aquí no soy de allá
Tuve el honor de estar con Luis Enrique desprendido de tarimas, luces y protocolos. Una sencilla tenida en honor a su amigo y compositor venezolano, el gran Fernando Osorio. Dice su prosa: “Hoy tengo un hijo y no quisiera verlo pasar esa experiencia si un día no hubiera frontera, creo que mi historia no se repitiera…crecí en las sombras del silencio, fui un ilegal con miedo sin papeles y sin dirección».
La historia del inmigrante cantada por un poeta y músico consagrado, eleva inmensamente la grandeza de sus esfuerzos, penas y silencios. Lo he vivido y trato de sujetarme cada día al último nudo de la cuerda que son mis reminiscencias de Venezuela. El café de la abuela en La Trinidad, la quincalla del abuelo en Campo Claro, mi escuela de béisbol en La Ciudadela, nuestros hurras y león en el Universitario o mis andares por Venezuela en carro o a caballo…
Y cierra la prosa del trovador: “Desde los quince años soy el extranjero, no soy de aquí ni soy de allá, entre mi gente soy la voz que vive lejos, pero jamás voy a olvidar esos amaneceres bellos, los juegos en la calle real, mi primera novia y mi identidad…».
Volveremos a llenar el cuarto vacío, con lo aprendido y sufrido en la maleta. No te olvido Venezuela, soy tu voz que vive lejos, fuiste mi primera novia que jamás olvido… y mi única identidad. !Feliz Navidad!
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