Orlando Viera-Blanco/@ovierablanco
Embajador de Venezuela en Canadá
«La principal materia prima de Singapur es la inteligencia, la educación y el talento de su gente. Sus universidades figuran en las top 10 del mundo».
Singapur es una pequeña isla de 700 kms2 y 5.7 millones de habitantes, dos millones locales y el resto malayos, chinos e indios. Logra su independencia de Malasia hace apenas 54 años. Nadie en 1965 hubiese pronosticado el futuro de Singapur, atrapada en improductividad, criminalidad, carencias ciudadanas y desolación. Tan precaria era Singapur que no se independiza por una guerra sino porque Malasia simplemente la dejó ir. ¿Qué vino después?
De la nada al rey del pacífico
La historia del Singapur moderno comenzó en 1819, cuando el inglés Thomas Stamford Raffles, construyó un puerto británico que permitió a la isla convertirse en un importante canal comercial con India y China, el más prestigioso del sudeste asiático.
Durante la II Guerra Mundial, el Imperio japonés conquistó Singapur y lo ocupó desde 1942 hasta 1945. Al finalizar la guerra, Singapur volvió a formar parte de la colonia británica, pero esta vez se le concedieron altos niveles de autogobierno. Singapur se unió a la Federación de Malasia, formadas por Malaya, Singapur, Sabah y Sarawak (1963). Sin embargo, pronto se evidenciaron diferencias, por lo que Singapur se convirtió en una república independiente el 9 de agosto de 1965, por expulsión del primer ministro de Malasia Tunku Abdul Rahman.
Nace entonces la república independiente y soberana de Singapur, teniendo como primer ministro al legendario Lee Kuan Yew. Un Estado rural, sin viviendas, sin trabajo, invadido de criminalidad y sin poder financiero para aprovechar su único recurso: la economía de puerto. Inicia entonces un agresivo programa de industrialización. Primero promueve la construcción de viviendas. Ello mejoró los índices de empleo y favoreció una migración ansiosa de paz y estabilidad. Implementan un plan de industrialización agresivo, incentivos fiscales y tutela británica, que favorece la llegada de capitales de occidente. El nuevo orden legal fue implacable. El incumplimiento de la ley se paga con elevadas multas, fuertes penas de presidio hasta pena muerte (ergo tráfico de drogas).
La política de educación, puertos abiertos, bajas tasas tributarias, salud, techo, cultura y respeto de la ley, pronto dio resultados. Singapur no ha dejado de crecer desde finales de los 70’. Hoy es la economía más competitiva del mundo, pasando de ser un Estado disipado en tiempos de la separación de la Federación Malaya a prosperidad tope y cero criminalidad.
Su ingreso per cápita es el tercero del mundo; segundo en transparencia, tercero en protección de derechos de propiedad privada (detrás de Nueva Zelanda y Finlandia) y primero en digitalización, conectividad [5G], seguridad y Smart City Concept.
Singapur pasó de lo rural e inhóspito a la tecnología, la comunicación y el poder comercial y financiero en menos de medio siglo. Un Estado vetusto que -sin agua ni infraestructura/1965- a un Estado moderno en los 80’, cuando desarrolló técnicas de desalinización, una urbe financiera, y una ciudad ordenada y limpia, cuyos proyectos de vanguardia simbolizan la gran Singapur. Y ahí está Marina Bay Sands, “las tres torres unidas por una riostra tipo barco”, que vigila la bahía y el bosque artificial.
La principal materia prima de Singapur es la inteligencia, educación y talento de su gente. Sus universidades figuran en las top 10 del mundo. Tienen 4 idiomas oficiales: inglés, mandarín, malayo y tamil. También turismo hospitalario. Indonesios, chinos, indios, malasios van a Singapur para hacerse chequeos médicos… Son líderes en big data, starts-ups, servicios financieros, traders de energía y circulación global de mercaderías. Ud. no ve un trozo de papel en el piso, su aeropuerto recibe cada año a más de 67 millones de pasajeros, la rentabilidad es un 50% consumo en tiendas y restaurantes, donde 5 terminales cada 80 segundos reciben un avión, teniendo en el centro de la terminal, una impresionante cascada artificial en un ecosistema tipo selva. ¡Regio!.
En Singapur las cosas no se sueñan sino se ejecutan a 5, 10 y 20 años vista. El tráfico no colapsa porque comprar un vehículo es pagar un impuesto elevado, pero el servicio público ¡es como estar en un parque temático!
Dejar de vivir en el ayer…
En Singapur no se cruza la calle sino por el sitio señalado. Miles de cámaras sabrían que lo ha hecho por lugar prohibido y su multa llegaría a su teléfono con código de pago. Si no la paga a tiempo la corte será inclemente y su aumento exponencial. Así funciona Singapur… En el aeropuerto saben si usted está triste o feliz porque las cámaras escanean su rostro y estado de ánimo. Y en Singapur a la gente le basta su seguridad. No le interesa competir por el poder porque el poder lo hace bien por la gente.
En la Venezuela nuestra desde la colonia hemos estado resistiendo y toreando un Estado ineficaz e invasivo, que esteriliza y disminuye al ciudadano. Fui a Singapur a un compromiso académico que aproveché para consolidar alianzas diplomáticas y respirar futuro. Todo cambia cuando el Estado impone orden asistido de bienestar. A partir de ahí una potente espiral de desarrollo y obediencia, impulsa procesos sostenibles de intereses compartidos.
Venezuela puede convertirse en Singapur y en poco tiempo. Sólo falta tomar una decisión: dejar de vivir en el pasado…
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