Orlando Viera-Blanco/@ovierablanco
Embajador de Venezuela en Canadá
«Cuando borramos nuestra esencia histórica y costumbrista representada en una lucha sustancialmente liberal y culturalmente democrática, damos pulmón a aquellos que buscan la enemistad de las cosas»
Es común escuchar en nuestras reuniones diplomáticas sobre divisiones en torno al presidente Juan Guaidó. Ante esta percepción hemos sido insistentes en responder que a partir del 23 de enero de 2019, Venezuela dejó de ser un país polarizado. Por primera vez en 20 años las bases populares migraron del chavismo a la disidencia, de manera voluntaria y espontánea, no condicionado al castigo. Juan Guaidó hoy acumula más de la mitad de la aprobación y popularidad del pueblo venezolano, mientras Maduro exhibe un 90% de rechazo.
Dicho lo anterior es hora de desmitificar la supuesta división de la oposición como factor determinante de poder. Una plataformas sólida (política y ciudadana) lo respalda y su liderazgo es masivo y popular. Ese es su principal capital político. ¿Pero por qué aún trasciende una percepción fragmentaria? Veamos
Los arrimados
César Miguel Rondón lanzó un contundente editorial. Aborda un fenómeno en opinión pública conocido como comunicación confusional, la espectacularización noticiosa y opinática, la representación exacerbada a través de cualquier «tecnología” o simplemente la antipolítica. Es el desmontaje de nuestra memoria histórica -diría Hanna Arendt- a través del reduccionismo conceptual.
Es empotrar (atrapar) nuestras tradiciones democráticas y el espíritu de lucha en cápsulas, en una topología de lo superficial y banal. Y desechar lo bueno por cuestionamientos prefabricados entre medias sentencias, videos, fotografías y memes, es malo. Todo un tinglado muy peligroso que destruye el fondo de las cosas y el peso real del mérito, sacrificio y dificultad que supone derrotar una coalición criminosa.
Actores no sólo políticos sino también mediáticos y hasta académicos, se han dado la tarea de armar una batería sistemática de confusión, manipulación y descrédito de la presidencia interina, sus estrategias, alcances y objetivos. Éste fenómeno tal como lo señala el periodista Rondón, se hizo patente en la última fase de la gira internacional del presidente Guaidó. Primero en la tergiversación de lo expresado en relación con Cuba en Ottawa, y luego la especulación sobre el aparente desinterés del presidente Donald Trump en recibirlo. No toca en este momento revivir esa cadena confusional, pero sí es pertinente dejar claro cómo los hechos desmintieron cada una de estas hirientes conjeturas.
Todo quedó al desnudo cuando el presidente Guaidó apareció en la galería del discurso del Estado de la Unión donde el propio presidente Trump le rindió un tributo que fue aplaudido de pie por demócratas y republicanos. Para mayor contundencia, la agenda de Washington DC, continuó con Mike Pompeo, Secretario de Estado, autoridades del BID; con el S/G de la OEA, Luis Almagro; el Comisionado Especial para Venezuela Elliot Abrams, más senadores y congresistas norteamericanos. Un back to back aplastante de toda topología confusional.
Verum est factum
Ya lo alertaba Giambattista Vico (1668-1744) en su metafísica de las costumbres. No puede conocerse sino aquello que uno mismo hace (Verum est factum), a propósito de la morada de la memoria. Somos lo que somos porque lo hacemos, o dejamos de serlo por lo que no hacemos. Lo sustancial es lo que existe por ser propio del ser pensante diría Aristóteles, o por la esencia de ser, replicaría 23 siglos más tarde Husserl. Nada es casual. Lo esencial no se hace desde lo virtual. La realidad se construye o se deshace con sangre, sudor y lágrimas. Y hoy lo digital destruye lo sustancial…
Cuando borramos nuestra esencia histórica y costumbrista representada en una lucha sustancialmente liberal y culturalmente democratizante, damos pulmón a aquellos que buscan la enemistad de las cosas; nos alejamos de aquello que queremos construir que no es más que paz, prosperidad y felicidad. El valor superior de los que queremos hacer y creer se ven truncado en egos y discordias que permutan gentilicio y gratitud por diatriba. Y como sentencia el propio César Miguel: “nos arrimamos” al opresor, lo cual es inmensamente anticultural y negación de la existencia misma…
Después de gira
Guaidó ha dejado una ola expansiva, positiva y favorable a la agenda de restauración republicana de Venezuela.
En Canadá nos confirman una nueva Cumbre de Cancilleres del Grupo de Lima que se celebrará el 20 de febrero 2020. El compromiso es asumir una nueva narrativa acompañada de nuevas acciones que signifiquen una contundente escalada y articulación con Europa.
La lección que debemos aprender de la gira internacional de Guaidó no es sólo lo acertada en términos de reforzamiento de nuestras alianzas, sino lo motivadora y moralizante en línea a nuestras aspiraciones colectivas más genuinas.
Como lo hemos comentado: la unidad no es un fin en sí mismo sino un vehículo esencial para desbordar con eficiencia la tiranía. La mesa está servida para lograr el anhelado cambio. “El que a buen árbol se arrima buena sombra le cobija”, por lo que seamos cada uno en abedules andantes de nuestros naranjales, esto es, un fruto llamado democracia…
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