Por Inés Oria
06/01/2016
A la hora de comprar un coche es inevitable que cualquier conductor caiga en la mítica disyuntiva: ¿diésel o gasolina? Históricamente el diésel ha estado considerado como un motor más eficiente, más ahorrador y más ecológico que sus equivalentes de gasolina. Sin embargo, hoy en día las prestaciones de ambas tecnologías son prácticamente idénticas y la proclamada menor contaminación ha quedado en entredicho, especialmente tras conocerse que Volkswagen manipulaba los niveles de CO2 para adaptarse a la normativa medioambiental.
Es cierto que los diésel expulsan cerca de un 15% menos de CO2 que sus homólogos de gasolina. Pero varios estudios han demostrado que también emiten gran cantidad de material particulado (PM) y óxidos de nitrógeno (NOx), dos contaminantes sin apenas presencia en la gasolina que empeoran la calidad del aire. El coche del futuro camina cada vez más firme hacia una realidad donde ambos combustibles dejen paso a un motor con apenas repercusiones ambientales. Por tanto, si en lo tecnológico el coche autónomo marcará el rumbo de la industria a medio plazo, en el ámbito de la motorización el coche eléctrico se convertirá en una pieza clave durante los próximos años. Prueba de ello es que los principales fabricantes cuentan ya con este tipo de vehículos en sus flotas y trabajan para solventar los problemas que frenan su popularización.
Tesla presentó el Model S, un coche eléctrico autónomo que incluye un sistema de piloto automático. Entraba así en la batalla con los grandes fabricantes por hacerse un sitio en esta innovadora industria. El potencial del coche eléctrico es tan grande que incluso Apple y Google preparan su incursión en este mercado. El primero tiene previsto lanzar un vehículo impulsado con electricidad dentro de cuatro años y Google ya realiza pruebas con un prototipo biplaza sin pedales ni volante, pero también eléctrico.