La capacidad de volar es una habilidad que muy pocos animales han podido desarrollar. Entre esos contados casos destaca el murciélago. Su vuelo preciso y majestuoso siempre estuvo cubierto por el manto de la oscuridad nocturna, pero la ciencia se ha encargado de desvelar para el mundo la fascinante danza que millares de ejemplares hacen diariamente a la luz de la luna y que ayuda a mantener el equilibrio natural y la vida en el planeta.
Volar tiene grandes ventajas para los animales. Gracias a esa habilidad se puede acceder de manera rápida a fuentes de comida, sortear barreras geográficas y escapar de posibles depredadores. Sin embargo, como queda reflejado en la historia evolutiva del planeta, muchas especies lo han intentado, pero pocas lo han logrado. Algunas ranas, serpientes, ardillas, peces y monos, entre otros, lo hacen de manera incompleta a través del planeo que, aunque es una forma de desplazarse por el aire, en realidad lo que ayuda es a retardar la caída al suelo desde las alturas.
Lo del vuelo es mucho más complicado y requiere de algunas cualidades y características específicas para dominarlo. Hay que vencer la fuerza de la gravedad y se debe contar con un buen diseño aerodinámico que permita aprovechar las corrientes de aire y mantenerse suspendido en un medio gaseoso de manera autónoma.
Y en eso del diseño aerodinámico los murciélagos tiene lo suyo. Más allá de ser los únicos mamíferos que pueden volar, cuentan con unas alas formadas por la extremidad anterior por completo, con cuatro dedos largos —el primero queda libre— y una membrana, la quiropatagio, que une el extremo de estos al flanco del cuerpo y a las tibias. Además, tiene una membrana secundaria, denominada uropatagio, que une las patas traseras a la cola en toda su longitud. Estas alas largas y estrechas les permiten un desplazamiento rápido, preciso y potente y alcanzar alturas importantes de vuelo.
Únicamente cuatro
Solo cuatro grupos de animales conquistaron el aire, y uno ya está extinto. Los insectos fueron los primeros en lograrlo hace 416 millones de años. Sus alas son parte del exoesqueleto y se mueven gracias a la contracción de los músculos del tórax que deforman su cuerpo. Los pterosaurios aparecieron hace 228 millones de años y fueron los primeros vertebrados en conseguir el vuelo sostenido. Sus alas estaban formadas por un alargamiento del cuarto dedo de la mano (anular), el cual sostenía una membrana. Los pterosaurios convivieron con los dinosaurios y se extinguieron hace 66 millones de años.
La desaparición de los pterosaurios dejó a los insectos como únicos animales voladores, abriendo una nueva oportunidad para la conquista del medio aéreo a otros grupos. Fue en este contexto en el que aparecieron las aves y los murciélagos. Las aves alzaron vuelo por el diseño de su ala y su buena aerodinámica para planear. Las alas básicamente se han formado a partir del desarrollo de los huesos del brazo, mientras que los dedos están reducidos. Una de las características clave en su vuelo es su fuerte musculatura pectoral.
Los murciélagos fueron los últimos en conseguir este tipo de vuelo sostenido. Al contrario que las aves, para mover sus alas, utilizan fundamentalmente los músculos de la espalda, que están anclados a los omoplatos.
Alas con pasado
Los murciélagos o quirópteros (orden Chiroptera) son el segundo grupo de mamíferos más numeroso del planeta. Por lo menos 1.400 especies descritas. Están distribuidos por todos los continentes, excepto la Antártida, y son los únicos mamíferos endémicos en islas remotas. Los consideran un grupo monofilético, es decir, todas las especies comparten el mismo origen evolutivo porque tienen un ancestro común.
Históricamente, los murciélagos se habían dividido en dos grandes familias de acuerdo con la capacidad de ecolocalización o emisión de ultrasonidos (sonar): los megaquirópteros (zorros voladores), que no poseen esta característica, y los microquirópteros (el resto de murciélagos), que sí la tienen. Sin embargo, los análisis genéticos revelaron que los rinolofoideos (murciélagos de herradura), que emiten llamadas de ultrasonidos, en realidad están emparentados con los zorros voladores.
Los fósiles más antiguos de murciélagos (como el de Onychonycteris finneyi), con 52,5 millones de años de antigüedad, tienen un aspecto bastante similar al de las especies actuales, con alas completamente desarrolladas. Esto revela que ya volaban de manera activa. Dado que no se han encontrado formas intermedias entre los murciélagos y sus posibles ancestros sin alas, los paleontólogos han propuesto varias teorías.
Tantas teorías como murciélagos
La del pre-murciélago planeador plantea que hay un ancestro común, que fue una especie de mamífero insectívoro con hábitos arbóreos. Este habría desarrollado una membrana primitiva en sus patas con la que podía planear entre los árboles. Sin embargo, no han encontrado formas intermedias en el registro fósil entre el animal planeador y el volador. Otra hipótesis es la ecolocalización temprana. Los antepasados eran animales nocturnos que se alimentaban de insectos, para lo cual se agarraban a una rama con sus patas traseras y se colgaban boca abajo, de manera estática. Estos pre-murciélagos desarrollaron un oído muy agudo. Cuando escuchaban a los insectos moverse por el suelo, se dejaban caer y los capturaban. Esto les permitió aprender a planear y, más tarde, a volar.
Algunos estudios se refieren al vuelo temprano. Parecida a la anterior hipótesis, pero en esta se presumen que el antepasado de la especie solo planeaba de un árbol a otro para buscar alimento y que posteriormente este mecanismo de desplazamiento fue sustituido por el vuelo sostenido. Más tarde algunas especies habrían desarrollado su capacidad de ecolocalización.
La nueva hipótesis que pretende explicar el origen del vuelo de los murciélagos indica que las tres especies de murciélagos que hoy existen desarrollaron sus capacidades de vuelo y de ecolocalización de manera independiente, pero que todos comparten un ancestro común que existió hace 66 millones de años.
Vuelo migratorio
Se pensaba que los murciélagos no hacían migraciones como otros animales que se desplazan en ciertas épocas en busca de condiciones favorables para la supervivencia o para completar su ciclo de vida. Esa percepción errónea surgió de la actividad de caza que los hace volar grandes distancias cada noche para conseguir alimento. Los murciélagos hacen dos tipos de desplazamientos geográficos: latitudinales y altitudinales. Para describir las migraciones latitudinales podemos tomar como ejemplo las ballenas, que migran de los mares del norte a aguas subtropicales para reproducirse. Las migraciones altitudinales son aquellas que se dan ya sea hacia las partes altas o bajas, por ejemplo, de una montaña.
Se han documentado alrededor de 60 tipos de murciélagos que realizan migraciones, la mayoría altitudinalmente. Sin embargo, el fenómeno está poco estudiado y puede que haya más de estos mamíferos viajando con diferentes patrones. Al parecer, sus migraciones están asociadas a cambios en el ambiente. Con la llegada del invierno, principalmente las hembras preñadas de los grupos migran hacia áreas con clima más benigno para ellas y sus crías. También pueden moverse a sitios donde el alimento, en particular insectos, está disponible en mayor cantidad.
Respecto al plan de vuelo, se desconocen si tienen alguno predeterminado como otros animales migratorios, en los que se ha documentado que siguen rutas específicas. Especialistas piensan que los murciélagos viajan distancias cortas usando paradas para abastecerse de alimento y completar su ruta. Las migraciones que realizan estos misteriosos, pero fabulosos habitantes de la noche son una maravilla más de la naturaleza. Por eso debe profundizarse su estudio e incluirlas en los esfuerzos que se llevan a cabo para su conservación.