La península de Reykjanes, al suroeste de Islandia, esperaba una segunda e inminente erupción del volcán de Grindavík a finales de diciembre. Quince días antes, ocurrió una primera erupción y empezó la inestabilidad en la zona con muchos y muy seguidos sismos.
Los más de 3.000 habitantes de un pequeño núcleo pesquero fueron evacuados y veían cómo sus casas y carreteras se resquebrajaban por los múltiples terremotos. Las señales pre-eruptivas se hicieron más fuertes. Era más que probable una segunda erupción en breve. “La probabilidad de una erupción aumentaba día a día”, según la Oficina Meteorológica de Islandia, responsable de seguir la actividad sísmica y volcánica. Sin embargo, seguimos esperando que esta segunda erupción ocurra. Ya todos piensan que no ocurrirá, que la masa de lava encontró otra manera de soltar la presión
Era cuestión de tiempo
Después de la primera erupción, el sistema acumulara bajo tierra los más de 10 millones de metros cúbicos de magma que se requieren para abrir una fisura en la corteza terrestre. Se esperaba una erupción espectacular, pero no tan fuerte como la de 2010 que interrumpió el tráfico aéreo sobre el Atlántico durante 10 días.
En la zona de la erupción, a mediados de noviembre se abrió el suelo, el asfalto se levantó y aparecieron profundas grietas en el terreno, con fosas de las que salían dióxido de azufre. La señal del inicio de la actividad volcánica. Se evacuó un pueblo pesquero, se cerró un centro turístico de aguas termales y se reportaron cientos de sismos cada día. Algunos imperceptibles para los habitantes.
Por qué no hay erupción
Los expertos explican que estos terremotos fracturaron el subsuelo y permitieron al magma subir, sin embargo, en este caso, las fracturas internas parece que han hecho que el magma suba por las fracturas internas y encuentre espacio suficiente como para mantenerse allí y no llegar a la superficie.Las fracturas crearon cámaras con suficiente sitio. A medida que pasan los días disminuye la probabilidad de una erupción en Grindavik.
Algunos geólogos ubicaban la nueva erupción más al norte de donde ocurrió la primera, pero sin una fecha aproximada, según el geólogo español Naúm Méndez. La Oficina Meteorológica de Islandia afirmó que la inestabilidad volcánica que enfrenta la península donde está Grindavík se mantendría no por semanas sino por décadas. Las autoridades se mantienen en alerta y monitorean la actividad sísmica las 24 horas de día.
Cómo es Islandia
Los 103.000 kilómetros cuadrados que alojan a Islandia, o la parte visible de ese pequeño país insular, es parte de una enorme montaña bajo del agua. El 11% de la isla está cubierto de glaciares, otro 25% está cubierto de lava y el resto, el 64%, está cubierto de arena y zonas agrícolas. Méndez señaló que a geografía está esculpida por la mezcla de la actividad de las placas tectónicas y la actividad geotérmica. La isla está atravesada por la dorsal mesoatlántica que la divide y donde se concentra la mayor actividad geológica del planeta. Se manifiesta en terremotos y erupciones volcánicas frecuentes. Se pueden registrar una media de 26.000 terremotos al año. Muchos imperceptibles. Es una isla imprevisible con más de 130 volcanes, 30 activos.
Los temblores y las erupciones son habituales y los islandeses las viven con naturalidad. Incluso las han convertido en atracciones turísticas para un número importante de turistas que aumenta cada año.
Las placas tectónicas de América del Norte y Eurasia se están separando a una velocidad de 20 mm cada año. La separación permite que el magma ascienda desde el manto terrestre y forme una nueva corteza oceánica, es decir, Islandia se está deformando y partiendo por la mitad desde el suroeste al noroeste.
Parque de Thingvellir
En el Parque Nacional de Thingvellir, que está dentro de la Falla de Silfra y fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, hay un enorme cañón de altas paredes y la fractura que separa las dos placas tectónicas a lo largo de 7 kilómetros. Es evidente la separación de las placas tectónicas. La dorsal medio atlántica también funciona como una válvula de escape de 1.800 metros de profundidad.
Las montañas submarinas de la cordillera islandesa tienen una altura media de 1.000 a 3.000 metros, quedan muy por debajo de la superficie del océano Atlántico que, en este punto geográfico, tiene una profundidad de 8.000 metros. Pero en el caso islandés, la dorsal alcanza los 1.700 metros sobre el nivel del mar. Esta diferencia tan grande se explica por la interacción de la dorsal con lo que se denominan puntos calientes en geología.
Debajo del manto muy probablemente hay un punto caliente, que es una zona donde hay un ascenso del material bastante más caliente que el material que lo rodea. Este sufre cambios por las temperaturas y sube a la corteza donde se transforma en un mayor grado de actividad geológica.
El calor es el motor de toda la dinámica interna de nuestro planeta, por lo tanto, esta unión de estos dos contextos geológicos hace que Islandia sea un lugar bastante particular a nivel de actividad volcánica. De hecho, la plataforma de basalto es el canal por donde pasa el magma del punto caliente hasta aflorar a la superficie y desembocar en una erupción volcánica. Los geólogos llaman a esto pluma del manto y es una particularidad de Islandia.
La vida sigue
Mientras espera la segunda erupción en la península de Reykjanes, Islandia continúa con sus actividades. El turismo se convirtió en una importante fuente de ingresos después de la fuerte crisis del sistema bancario ocurrida en 2008. Después de las restricciones de la pandemia, retomó su actividad turística que también tiene consecuencias negativas.
Se preparaban para recibir un número cada vez más alto de turistas atraídos por los paisajes únicos de ese país. Glaciares, volcanes, aguas termales, actividad sísmica y una cultura especial en Europa Occidental. Islandia tiene paisajes fascinantes que están en constante cambio por sus particularidades. En 2023, cerca de 2.200.000 visitantes llegaron a estas tierras para recorrer este pequeño país y disfrutar de su naturaleza.
Recibe, aproximadamente, 6 veces más visitantes que el número de habitantes que tiene. Los islandeses no son más de 400.000 almas en 103.000 km2.
Para fortalecer este creciente sector turístico tuvo que recibir migrantes que se unieran al trabajo de la hostelería y otros sectores vinculado a la atención de los turistas. Los islandeses viven otro fenómeno interesante. Su población crece más rápido que nunca. Nacen muchos bebés. Más de 3% solo en 2023.
Mercado inmobiliario
Los turistas y la natalidad constituyen una enorme presión. El mercado inmobiliario no está preparado para la llegada de tantas personas. Miles de departamentos en el centro de Reikiavik se convirtieron en residencia de alquiler de corto plazo. El gobierno se comprometió a construir 4.000 departamentos anuales durante los próximos 5 años, para cubrir la demanda de viviendas, pero “el dinero barato” se acabó y la construcción se redujo.
Casi el 2% de los residentes habitan en viviendas ilegales en edificios comerciales. Muchos son trabajadores extranjeros que vinieron a trabajar en el sector turístico. El Banco Central islandés describe la situación como compleja y aumentó los intereses para estabilizar la economía. Una tasa de inflación cercana al 7,8% anual. Una cifra alta para los ciudadanos del país.