No veo el Aló Presidente de los sábados de confinamiento. Me da pereza escuchar esa homilía más propia de la república que aparece en el film Bananas, de Woody Allen, que de mi país. El cuarto Estado de la Unión Europea. Sé que hay compatriotas que les puede gustar. Pues que disfruten con ello.
Parece que el presidente Sánchez, conocido por el alias de El Temerario, no tiene plan B. Yo creo francamente que no tiene ningún plan. Muchos españoles tememos servir de cobaya o de conejillo de Indias para los experimentos de un Gobierno que no tiene ni mapa epidemiológico ni test para los ciudadanos.
Un Gabinete que gobierna por Decreto-ley, aun cuando numerosos expertos constitucionalistas y fiscales consideran que se están vulnerando derechos fundamentales de los ciudadanos. Ingenio no le falta a este Gobierno cuando habla de la “nueva normalidad”, probablemente traído de la productora Iván Redondo. Van a inventar la “nueva gramática” de la lengua, después de todo ni Chomsky ni Saussure existen para estos fenómenos del eufemismo. Lejos quedan los tiempos universitarios en que nos explicaban que ya fuera gramática clásica o generativa la normalidad no es nueva ni vieja; es simplemente normal.
Algunos comentaristas discuten hoy diciendo que no hay ningún PSOE bueno. Yo discrepo, lo ha habido y existe, y no están todos muertos gracias a Dios. Hay un PSOE bueno y otro malo. Como en las finanzas postraumáticas de la anterior crisis: banco bueno y banco malo donde colocaban las pródigas cajas de ahorro las hipotecas basuras. Y ahí sí que no se salvaba nadie dado que en su dirección estaba representado todo el arco político institucional, incluidos los sindicatos.
Existía un PSOE bueno con personalidades egregias y sensatas. Eran muchas, no necesito citarlas a todas, las que me vienen a la cabeza, como José Luis Corcuera, Alfredo Pérez Rubalcaba, que fueron ministros del Interior; Paco Vázquez, gran alcalde y embajador; Fernando Morán y Javier Solana, que ejercieron como ministros de Asuntos Exteriores; Nicolás Redondo Terreros, que fue secretario general de PSE; Enrique Barón, presidente del Parlamento Europeo; Joaquín Leguina, presidente de la Comunidad de Madrid; Gregorio Peces Barba, gran profesor y presidente del Congreso de los Diputados y un largo etc.
El PSOE malo lo dejo a la imaginación del lector. Ninguno de los de ahora recuerda aquel viejo lema del 68 en París: “La imaginación al poder”. Al PSOE malo le sobra agencia de marketing publicitario y le faltan gestores con fundamento jurídico y económico.
“No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser eternamente niños”. Esto lo decía Cicerón hace más de dos mil años. Pero como la LOGSE socialista condenó a las lenguas clásicas en los estudios escolares, hoy el vicepresidente comunista del Gobierno, Sr. Iglesias, se dirige a los niños como mayores, y el presidente Sánchez, a nosotros como a niños. Es fantástico. ¿No creen ustedes?
Estos neosocialistas todo lo cambian en este juego que les deleita gobernando. Hacen el papel de oposición en el Gobierno de la nación y le trasladan la responsabilidad a la leal oposición que no gobierna. El mundo al revés.
Tendrá que andarse con ojo el PP si decide no conceder otra prórroga más al estado de alarma, pues seguro que estos jóvenes de la Complutense les van a endosar a los conservadores hasta los fallecidos por la COVID-19 en la residencias de ancianos. (Y eso que estas dependen del Sr. Iglesias). No conocen a los clásicos, pero hay que reconocer que son maestros callejeros del trilerismo político. Se disfrazan de “indignados” cuando son ellos los que están instalados en el Gobierno de la nación. A ellos y solo a ellos les corresponde gestionar las soluciones que vemos que son incapaces de dirigir con una diligencia mínima.
La población creo que se ha dado cuenta. Ha tomado nota del funambulismo político en que se mueven. Nos sacan a los ciudadanos a la calle porque la economía no resiste más tiempo sin actividad. Pero, ojo, es un plan tentativo para ver qué pasa. Si hay rebrote o no. No hay suficientes test después de dos meses de estado de alarma para dibujar un mapa de la epidemia y diseñar un plan serio de vuelta paulatina a la normalidad.
La oposición también debería tomar nota y comprender que ha llegado su momento de ser alternativa real. Y para ello debe estar unida. Es el momento de cocinar los pactos que unan a conservadores, democristianos y liberales, todos ellos ubicados a la derecha del hemiciclo en la Carrera de San Jerónimo, y todo ello en espera de que lleguen otros tiempos en que aflore un PSOE bueno con conciencia de Estado.
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