A más de uno de seguro se le activaron las papilas gustativas al leer que un equipo del Departamento de Química Orgánica de la Universidad de Córdoba, liderado por el catedrático José Rafael Ruiz Arrebola, en colaboración con el Ayuntamiento de Carmona, había descubierto en Sevilla el vino con la data más antigua del que se tenga conocimiento. Se trata de uno blanco que fue hallado en una tumba romana en Carmona. Destrona a la botella de Speyer que se conserva en el Museo Histórico de Pfalz (Alemania), la cual fue encontrada en 1867 y fechada en el siglo IV d.C.
Sin embargo, algunos detalles sobre las características de conservación puede que generen algo de desagrado. En la cámara donde estaba el elixir reposaban los cuerpos de dos mujeres y dos hombres. Los restos óseos de uno de los varones lo sumergieron en un líquido dentro de una urna de vidrio como parte del ritual funerario. La UCO determinó que ese líquido, que con el tiempo ha adquirido un tono rojizo, es vino blanco que se ha conservado desde el siglo I d. C.
Pero más allá del detalle del cadáver momificado, las características del líquido ya no eran las misma que pueda tener un Domaine de la Romanée-Conti Gran Cru francés o un Egon Muller Scharzhofberger Riesling Trokenbeerenauslese alemán. Es más, a pesar de su conservación tardaron un quinquenio estudiándolo desde su descubrimiento para poder determinar que se trataba de vino. Lo primero que les llamó la atención era que aún estaba en estado natural. Ayudó que la cámara estuviera lo bien sellada. Descartaron otras posibles causas para que mantuviera líquido, como inundaciones o filtraciones.
Polifenoles delatores
Fue un reto comprobar que ese líquido rojizo era vino o, más bien, que en otra época lo fue porque ya había perdido muchas de sus características esenciales. Llevaron a cabo una serie de análisis químicos en el Servicio Central de Apoyo a la Investigación de la UCO (fueron publicados en la revista Journal of Archaeological Science: Report). Midieron el pH, la ausencia de materia orgánica, las sales minerales, la presencia de determinados compuestos químicos que podían estar relacionados con el vidrio de la urna o con los huesos del difunto, o hicieron la comparación con vinos actuales de Montilla-Moriles, Jerez o Sanlúcar. Todos los estudios los llevaron a determinar que sin duda se trataba de vino.
Sin embargo, la prueba que dio la clave para su identificación fue la de los polifenoles, biomarcadores presentes en todos los vinos. Valiéndose de una técnica con la que se pueden identificar estos compuestos en muy baja cantidad, los investigadores hallaron siete polifenoles concretos que también estaban presentes en vinos de Montilla-Moriles, Jerez o Sanlúcar. La ausencia de ácido siríngico sirvió para identificar el vino como blanco. Aunque en este punto no son tajantes y aceptan que tal vez el ácido no está presente por una degradación debido al paso del tiempo.
Lo que también no han podido determinar con precisión es su origen. El problema es que no existe una muestra de la misma época que permita compararlo. Aun así, las sales minerales presentes en el líquido tienen concordancia con los vinos blancos que actualmente se producen en el territorio que perteneció a la antigua provincia Bética, sobre todo con los de Montilla-Moriles.
Diferencias por género
En la antigua Roma el vino estuvo prohibido durante mucho tiempo para las mujeres. Por eso no es casualidad que los restos óseos hallados en el recipiente sean de un hombre. Y las dos urnas de vidrio de la tumba de Carmona son un ejemplo de la división por géneros de la sociedad romana y de los rituales funerarios. Los huesos de un hombre estaban sumergidos en vino junto con un anillo de oro y otros restos óseos trabajados provenientes del lecho funerario en el que había sido incinerado. Por el contrario, la urna con los restos de una mujer no tenía ni una gota de vino, pero sí tres joyas de ámbar, un frasco de perfume con aroma a pachulí y restos de telas cuyos primeros análisis parecen indicar que es seda.
Se ha determinado que el vino, los anillos, el perfume y los otros elementos formaban parte de un ajuar funerario que acompañaba a los difuntos en su tránsito al más allá. En la antigua Roma, al igual que en otras sociedades, las personas querían ser recordadas para, de alguna manera, seguir vivas. Esta tumba, que en realidad es un mausoleo circular que probablemente acogió a una familia de alto poder adquisitivo, estaba situada junto a la importante vía que comunicaba Carmo con Hispalis (Sevilla).
El de Pompeya podría destronarlo
En 2022, un equipo internacional de expertos, mayoritariamente valencianos e italianos, dirigido por el arqueólogo y antropólogo Llorenç Alapont, descubrió en la necrópolis de Porta Sano, Pompeya, el sepulcro de Marco Venerio Secundio. Junto a este, como parte del mismo panteón familiar, había otra tumba en la que estaban las cenizas de su esposa Novia Amabilis y la de tres niños de aproximadamente 6, 8 y 10 años, probablemente sus hijos.
En el mausoleo localizaron bajo tierra y cubierta por dos tejas a doble vertiente una caja de metal con una urna de vidrio azulado en el interior. El recipiente contenía más de seis litros de un líquido rojizo oscuro que creen es vino. Actualmente analizan el líquido. De llegar a comprobarse que sí es, lo podría reconocer como uno de los más antiguos descubiertos, según aseguró el propio Alapont. «El hallazgo de una urna de vidrio ya es algo excepcional. No son tantas las que aparecen en las tumbas pompeyanas, lo que implica un lujo muy elevado», expresó el experto.
Un egipcio en competencia
Una misión arqueológica egipcia, alemana y austriaca descubrió el año pasado cientos de tinajas de vino intactas. «Son de gran tamaño y se encuentran en buen estado de conservación», señaló Mustafa Waziri, secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades. El Ministerio de Turismo y Antigüedades precisó que los recipientes nunca se habían abierto. En su interior conservaban lo que consideran son restos de vino de 5.000 años de antigüedad. Aunque no aportaron mayores datos, las autoridades egipcias dieron a conocer fotos de la excavación. Se aprecian las tinajas y un puñado de semillas de uva bien conservadas.
El descubrimiento ocurrió en Umm al-Qaab, Abydos, en la tumba de la reina Merneith, de la Primera Dinastía. El sepulcro está hecho de ladrillos, arcilla y tablas. Además de las tinajas con presuntos restos de vino, los arqueólogos localizaron mobiliario funerario e información sobre su dueña y época.
Cuando se habla del origen del vino, siempre se tiende a asociarlo principalmente con la cultura grecorromana. Pero su historia es muy anterior a los griegos. Los antiguos egipcios desempeñaron un papel relevante. Se sabe que el vino se utilizaba en fiestas, ocasiones especiales y en las ofrendas a los dioses y difuntos. También tenía valor como bebida ceremonial.