Por: Cambio 16
26/11/2016
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El Gobierno español ha emitido este sábado sus condolencias por la muerte del líder de la Revolución Cubana Fidel Castro a los 90 años. Una nota del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación destaca el “calado histórico” que representaba la figura del fallecido.
“Marcó un punto de inflexión en el devenir del país y que tuvo gran influencia en toda la región”, indica el comunicado enviado poco después de conocerse la noticia.
Desde que se adueño del poder en la isla en 1959, las relaciones con España han tenido sus altibajos, pero siempre ha sido un país en el que el líder revolucionario quería conversar, debido a que fue hijo de inmigrantes españoles.
“El ex presidente Castro mantuvo siempre estrechos vínculos con España como hijo de españoles y estuvo muy apegado a sus lazos de sangre y cultura. Por ello España se une especialmente al pesar del Gobierno y autoridades cubanas”, se extrae de la nota del Ministerio.
Ángel Castro fue el padre de Fidel, un gallego nacido en Láncara en 1875. A los 24 años tomó un barco francés y desembarcó en Cuba. Allí trabajó para una compañía estadounidense de frutas y al hacer dinero empezó a cultivar caña de azúcar hasta lograr comprar terrenos en Birán (este) y convertirse en un rico terrateniente del oriente de la isla. Se casó Lina Ruz González, descendiente también de españoles.
Una vez inicio la Revolución cubana el 1 de enero de 1959, el régimen Franquista reconoció al Gobierno de Castro, pero no pasó un año hasta que el embajador Juan Pablo Lojendio respondió a las acusaciones hechas por Cuba contra la diplomacia española de darle asilo a religiosos que no estaban de acuerdo con la Revolución.
Ese año Lojendio fue expulsado y hasta 1975, cuando finalizó el Franquismo, la diplomacia se manejo a nivel de encargados de negocios.
El Rey Juan Carlos empezó su periodo, y las relaciones empezaron a mejorar. Desde esa época hasta el fallecimiento del líder cubano, la relación entre ambos personajes había sido cordial. Nunca Castro tuvo palabras negativas hacia Don Juan Carlos, y el Rey mucho menos contra Fidel, pese a lo que se vivía en Cuba en esos momentos.
Sin embargo, la diplomacia estaba a cargo del Gobierno, con Adolfo Suárez como primer presidente de la transición. Fue él el primero en visitar Cuba, donde Fidel Castro le recibió con todos los honores. Suárez fue también el único mandatario de Europa occidental en viajar a la isla en esa época.
Ese viaje resultó ser exitoso para España, ya que se negoció la salida de la isla de algunos españoles emigrados y nacionalizados cubanos.
En los 14 años de Gobierno socialista de Felipe González (1982-1996), las relaciones fueron fluidas, pero en 1990 hubo un “impasse” cuando el presidente español dijo que Cuba debía transitar hacia la democracia.
Después de esa declaración 18 cubanos se refugiaron en la embajada de España en La Habana con el objetivo que fueran ayudados para salir de la isla, y al ver que las intenciones del Gobierno español no eran las mismas que el régimen cubano, Fidel Castro calificó al ministro español de Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez, de «administrador colonialista». Sin embargo, no hubo ruptura.
Fue en el periodo de José María Aznar (1996-2004) donde las relaciones entre los dos países vivieron su peor momento, cuando el presidente del Gobierno actuó para que Cuba avanzara en su democratización. Hubo retiro de embajadores y declaraciones negativas entre los dos líderes.
Cuando el socialista José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2012) tomó el poder, hubo un nuevo comienzo en las relaciones, ya que se aplicó la diplomacia y el entendimiento. De hecho, la llamada “Posición Común” impulsada por Aznar en la Unión Europea, fue suspendida en 2005.
El Gobierno español seguía con las relaciones normales con Fidel Castro, hasta que en 2008 decidió separarse del poder para traspasarlo a su hermano Raúl Castro.