Glenn Loury es en esencia un profesor de 75 años de edad que imparte economía y ciencias sociales en la Universidad de Brown. Aunque en los pasillos académicos su nombre resuena con fuerza. Lo de la docencia se le da muy bien. En 1982, con solo 33 años de edad ya se había convertido en el primer afroamericano en ser nombrado profesor titular de economía en la historia de la Universidad de Harvard. También destaca como economista y es considerado un crítico social conservador negro, particularmente en temas raciales.
Sin embargo, es mucho más que eso y así lo deja ver en sus nuevas memorias «Admisiones tardías: confesiones de un conservador negro». En el texto trata de ir más allá del prestigio profesional alcanzado y explora sus luchas contra las adicciones a las drogas, el alcohol y el adulterio que en algún momento lo hicieron perder la brújula de su destino. Mientras trata de descifrar su propia identidad, también se adentra en sus reveses profesionales y familiares producto de esas adiciones y en cómo fue el duro camino de superación.
Hay quienes creen que el título de su autobiografía es muy apropiado, pues lo negro y lo conservador son las dos identidades con las que lidia a lo largo del libro. Con las que se asocia fuertemente, pero que a veces ha sentido que estaban en contraposición. Su historia es la de un hombre que ha desafiado las expectativas, cuestionado las ideologías y explorado los abismos de la sociedad.
Infancia precoz
Nacido el 3 de septiembre de 1948 en el sur de Chicago, Illinois, creció en un barrio lleno de carencias, donde la lucha era una constante. Pero su camino no fue el de la derrota; más bien, fue el de la superación y la resiliencia. «Era una existencia idílica, era clase media, barrio residencial de clase trabajadora que había sido todo blanco a principios de los años 50 y se convirtió en todo negro a principios de los 60», recuerda Loury al hablar de sus memorias.
Relata que la gente mantenía el césped en el frente y había árboles frutales en los patios traseros. «Jugaste a la pelota en el callejón. Dejaste tu bicicleta en el césped sin ninguna preocupación. Nunca escuchaste un disparo ni viste drogas en la calle», comenta. Cosa muy distinta al sur de Chicago actual: «Ese mismo vecindario en el que crecí no es un lugar que me gustaría imaginar criando niños hoy».
A pesar de las carencia, la falta del padre y vivir arrimados en casa de una tía, asegura que nunca se consideró pobre. «Y sí, la mentalidad, hay un sentido de dignidad y un esfuerzo y demás. Había gente pobre. Simplemente no estábamos entre ellos. Conocíamos a los pobres, a los negros, pero no lo éramos. No nos consideramos pobres», afirma.
Loury fue un niño brillante y precoz. Era el más joven de la clase cuando comenzó la secundaria, además de pequeña estatura. Pero destacaba por ser inteligente, extrovertido y bromista. «Yo era el niño sentado en la parte posterior del aula haciendo bromas cuando el maestro quería que la gente prestara atención».
Vida apresurada
Antes de llegar a la universidad, Loury ya había vivido más de lo que muchos experimentan en toda una vida. Crió a dos hijos mientras trabajaba en una planta de impresión. Sin embargo, su sed de conocimiento lo llevó a la Universidad de Northwestern, donde obtuvo su bachiller de artes en matemáticas. «Charlene, mi novia y luego mi esposa, más tarde después de que Lisa y Tammy llegaron, nos casamos. Finalmente nos casamos. Tenía 15 años cuando quedó embarazada de Lisa», relata.
Recuerda que tenía 19 años en junio de 1968 cuando nació su hija Tamara y como padre joven tuvo que abandonar la universidad e ir a trabajar a una planta de impresión. Aunque finalmente retomó cursos en la universidad comunitaria por las noches. RR Donnelly and Sons eran una docena de edificios a lo largo de la orilla sur del lago Michigan. Era un complejo de imprentas, revistas impresas, guías telefónicas y catálogos de Sears, entre otras.
«Tres turnos, 24 horas al día, siete días a la semana de empresa. Miles de personas entrando y saliendo de allí. Yo era un empleado en el piso de la fábrica. Era ruidoso. Estaba sucio», explica Loury. Asegura que logró el puesto por sus conocimientos, pues era un segmento de la sociedad en el que de otra manera no habría entrado. Los trabajadores irlandeses, italianos, judíos, griegos y polacos fueron siempre la principal mano de obra en esa planta.
Saberse conservador
Todo esto le estaba sucediendo en la década de 1960, en el momento de la protesta contra la guerra y el apogeo del movimiento del Poder Negro. Sentía que la política estaba en el aire, pero trabajar esos turnos y esperar horas extras y tratar de juntar un par de dólares para cuidar a mi familia era su principal preocupación. Esto lo llevó a ver que estaba más cerca de el mundo blanco de la clase trabajadora que de los hippies y su movimiento a pesar de ser negro y del lado sur. Que ya era uno de ellos.
«Tenía un trabajo de ocho horas, cinco días a la semana al que tenía que ir, pero también viajaba al campus de la Universidad Northwestern y tomaba una carga completa de cursos. Yo era de un colegio comunitario. Yo era un estudiante transferido. Fui brillante, si me permites decirlo, obtener A en todos estos cursos difíciles en matemáticas y economía y demás. Y la vida no era un paseo por el parque para mí. Nada me fue entregado en bandeja de plata», expresa Loury.
En Northwestern obtuvo su bachillerato de artes en matemáticas. Pero eso no fue suficiente. Continuó sus estudios en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, donde se sumergió en la economía y la teoría de la distribución de ingresos bajo la tutela del eminente Robert M. Solow.
Un mundo nuevo
Asegura que cuando empezó a estudiar en Northwestern como estudiante de transferencia, en los alrededores rarificados de una élite, exquisitamente selectiva y académicamente excelente ambiente, fue un soplo de aire fresco. «Fue como descubrir un mundo completamente nuevo», asevera. Comenzó a leer historia, filosofía, teoría política, lengua y literatura alemanas, matemáticas, matemáticas reales en términos de fundamentos axiomáticos serios y rigurosos de las matemáticas, economía a un alto nivel por Nobel, futuros premios Nobel.
«Que son mis maestros, ya que era estudiante en Northwestern. Cambió completamente mi vida. Me abrió un mundo completamente nuevo. Fue enormemente empoderador. De repente no era solo un niño negro del lado sur de Chicago. De repente fui alguien que estaba compadeciendo, no sé, a los Jean Paul Sartre del mundo o a los genios matemáticos de los John von Neumann del mundo y cosas así».
Para él era una sensación de liberación, de exposición a un mundo mucho más grande. Una sensación de estar al comienzo de algo grandioso, de algo verdaderamente monumental en términos de exploración intelectual.
Antes y después
Después de graduarse del MIT en 1967 con su doctorado en Economía, Loury se proyectó para ser uno de los grandes teóricos económicos de su tiempo. Pero a principios de la década de 1980, hizo un cambio crucial de la teoría económica a la crítica social. Más específicamente, se convirtió en una importante voz negra conservadora.
A mediados de la década de 1990, después de un período de introspección, adoptó posturas más progresistas, desafiando las etiquetas y las expectativas que la sociedad le imponía. Ha sido crítico del Movimiento por los Derechos Civiles, de la acción afirmativa y del movimiento Black Lives Matter. Eso le valió elogios de pensadores conservadores, pero también desprecio de muchos líderes negros y otros líderes progresistas, incluido el colega y amigo de Harvard, Martin Kilson, quien una vez lo llamó: «Una patética mascota negra de la derecha».
Loury considera que actualmente hay un racismo estructural y que es erróneo el argumento basado en reparaciones con el que se quiere atribuir todo lo que está fallando en la vida afroamericana a una fuente externa. «Estamos en el siglo XXI, no en el siglo XIX. La esclavitud es de hace mucho tiempo. Los problemas son el desarrollo. No sesgo. Los principales desafíos que enfrentan los afroamericanos, en mi humilde opinión, creo que es objetiva y demostrablemente el caso, es nutrir a nuestras familias, educar a nuestros hijos, comportarnos de una manera consistente con una vida cívica decente», asegura. Sostiene que la violencia, el crimen, el fracaso escolar, la disolución familiar son cosas no saludables ni un un signo de éxito, pero no son culpa de los blancos.
Paso fugaz por Harvard
La experiencia en Harvard duró solo dos años después de obtener la titularidad de la cátedra de Economía. Se mudó a la Escuela Kennedy pues consideraba que el puesto era una equivocación porque «todavía no se había establecido plenamente como científico». Cuando llegó al campus en 1982 tuvo una crisis de confianza, pues no sabía si podía cumplir al más alto nivel de su disciplina. Expresa que tal vez sucumbió un poco a la trampa psicológica tipo síndrome de impostor y perdió los nervios.
«Debería haberme relajado e intentado hacer mi trabajo. En cambio, entré en pánico, me preocupé si dejaría la marca que quería hacer en Harvard y cambié de perspectiva. Me mudé del departamento de economía a la Escuela de Gobierno Kennedy. Y comencé a hacer comentarios intelectuales públicos y escritos de expertos y críticos sociales en revistas populares, a diferencia de la escritura académica».
En 1984, Loury atrajo la atención de la crítica con el libro Un nuevo dilema americano, pues ponía de relieve «fracasos fundamentales en la sociedad negra», como «el rezagado rendimiento académico del alumnado negro, el índice alarmantemente alto de delitos de negros cometidos contra negros, y el aumento preocupante de embarazos tempranos no deseados entre los negros».
El Dato
Glenn Loury ha realizado contribuciones significativas en el ámbito académico. Algunas de ellas incluyen:
Teoría económica aplicada: ha realizado investigaciones en teoría microeconómica aplicada, teoría de juegos y el estudio de la organización industrial. Sus enfoques desafían creencias y suposiciones arraigadas en el mundo económico.
Modelo Coate-Loury: junto con su colega Stephen Coate, desarrolló el “modelo Coate-Loury”, que analiza la relación entre la discriminación y las políticas de acción afirmativa.
Capital social y movilidad social: introdujo el concepto de “capital social” en el análisis económico y modeló rigurosamente los efectos de las transferencias de recursos intrafamiliares en la movilidad social.
Drogas y alcohol, malos consejeros
Tres años después su carrera continuaba en ascenso y fue seleccionado para ser el próximo subsecretario de Educación, una colocación que le habría hecho la segunda persona negra de mayor ranking en el gobierno de Ronald Reagan. Sin embargo, Loury sacó su nombre de la lista de potenciales candidatos, tres días después de que fue señalado de asalto con agresión en medio de una «pelea de amantes» con una mujer de 23 años. Los cargos fueron retirados.
«Yo estaba ahí afuera en las calles de Boston. Tenía una amante que guardaba en un apartamento. Las cosas explotaron. Yo estaba y posteriormente me involucré con las drogas. Sí, me arrestaron. Me arrestaron dos veces. Una vez fui acusado de agredir a la amante. No la agredí. Mantengo eso hasta el día de hoy, y los cargos fueron retirados posteriormente, pero sin embargo fui acusado, y fui acusado. Y una vez más, no mucho después, seis meses después la policía de Boston me atrapó con sustancias ilícitas, cocaína y marihuana en mi vehículo y luego me arrestaron».
Loury no solo es un economista brillante, sino también un hombre que luchó contra sus adicciones y encontró la redención. A pesar de su éxito académico, cayó en la trampa del crack. Las drogas amenazaron su carrera, su familia y su salud mental. La adicción lo sumió en una espiral destructiva. Arrestos, escándalos y relaciones fracturadas marcaron este período. Loury perdió mucho, pero también encontró la determinación para cambiar su destino.
Los apoyos
Con el apoyo de su nueva esposa, Linda Datcher Loury, también una economista destacada a quien conoció cuando realizada su Ph.D. en el MIT, y el programa de Alcohólicos Anónimos, no solo logró superar su adicción, sino también reconstruir su reputación académica y sus relaciones familiares.
«Se habían sacudidos los cimientos de mi vida, mi matrimonio y mi carrera. Confronté algunos problemas muy serios que me llevó un tiempo abrirme camino, pero finalmente abrí camino. Y mi esposa, la difunta economista Linda Loury, quien falleció en 2011. Pero quién fue, estuve casado durante 28 años y fui mejor amigo durante 35 años. Ella se quedó conmigo. Dios la bendiga».
Loury también tiene palabras de agradecimiento para Alcohólicos Anónimos, que ayudó a que recobrara la senda de su vida. «Esa comunidad terapéutica, esa casa intermedia en la que viví durante cinco meses en 1988: me salvaron la vida. Fui a reuniones fielmente durante años. Y me abstuve. Estuve limpio y sobrio durante cinco años. Pero finalmente me alejé de esa filosofía de abstinencia».
Luego de eso tuvo un período en el que era muy religioso. Dice que nació de nuevo. Explica que comenzó durante el período en que estaba luchando por recuperarse de la adicción a las drogas, pero que se mantuvo mucho después. «Cambió mi perspectiva. La esperanza, toda la experiencia de pasar por rehabilitación y lo que hicieron, me tranquilizó. Comencé a leer la Biblia incluso antes de profesar una convicción religiosa genuina. Comencé a memorizar pasajes después de que comencé a confesar alguna creencia, ir a reuniones, vivir dentro de mí, una especie de humildad. No tengo el control. Deja ir y deja que Dios».
Reflexiones finales
- «Ahora tengo 70 años y acabo de escribir un libro sobre mi vida. Entonces, ¿quién soy yo? ¿A qué equivale? Soy el chico que realmente creció inmerso en una comunidad casi exclusivamente negra en el South Side de Chicago. La música que escuché, la comida que comí, las historias que me contaron y que les conté a mis propios hijos a su vez. Estas cosas están relacionadas con la historia, las luchas y triunfos, los sueños y esperanzas del pueblo afroamericano. Eso es parte de quien soy».
- «Te concedo la melanina en la piel, los marcadores genéticos que se manifiestan en mi presentación física, no suman mucho. Pero los sueños de mis padres y otros, la tradición, la narrativa sobre quiénes somos nosotros, eso no es arbitrario y no es trivial».
- «El conservador negro sale de, creo, un reflejo o reacción al dilema que los afroamericanos enfrentamos como descendientes de esclavos, una población marginal desfavorecida de varias maneras y luchando por la igualdad, la dignidad, la inclusión, la libertad. Creo que hay una trampa en esa situación: la trampa de caer en un estado de víctima y de mirar al otro, al hombre blanco, el sistema para criar a nuestros hijos y librarnos del desafío que todos enfrentan de vivir la vida de buena fe, como dice Jordan Peterson, de pie derecho con los hombros hacia atrás. De confrontar la realidad de que hay algunas cosas que nadie puede hacer por ti».
- «No estoy exponiendo nada que no fuera conocido en gran medida por el público curioso, pero esa no es la respuesta real. La verdadera respuesta es que estoy buscando la paz dentro de mí. Estoy tratando de aceptar las implicaciones de auto-desacreditación de mi propia historia, y estoy tratando de vivir de buena fe».