A lo lejos, el horizonte se moldea con el tiempo, una línea tan inmensa como la profundidad del mar. Vemos cuerpos sumergidos en las aguas. Aguas que corren hasta los ríos y conectan ciudades; agua que nutre las plantas, soberanas en su nuevo reino. Desde hace siglos, las especies crecen inmortales hasta el sol de hoy, como también la fauna amenazada. La ausencia por las distancias y el confinamiento abren caminos a nuevos descubrimientos en el globo terráqueo. La forma de escape es una conexión desde la fibra óptica, una red social, el viaje a través de internet. A veces, para ir más lejos, sólo falta explorar el mundo interior; reconocer la herencia y entender hasta con cinismo el sincretismo cultural e histórico.
Pintura, performance, videos, fotografía, sonidos y palabra van dibujando los mapas de esta metáfora cardinal del viaje por La Trayectoria inédita. Mirar al Mundo de Nuevo, exposición organizada por la Consejería Cultural de la Embajada de España en Venezuela, en alianza con Hacienda La Trinidad Parque Cultural (HLTPC) y con curaduría de Lorena González Inneco y museografía de José Luis García R.
La muestra colectiva que celebra los 500 años de la primera vuelta al mundo, capitaneada por Fernando de Magallanes, cuyo retorno quedó al mando de Juan Sebastián Elcano, reúne a 36 artistas esparcidos en el territorio nacional y en las ciudades que han recibido la migración venezolana. Una selección exhaustiva si se toma en cuenta que se recibieron más de 300 propuestas, y que los creadores representan cinco generaciones (la artista más joven tiene 25 años y la de mayores vivencias, 75).
La curadora Lorena González concibió la exposición bajo cuatro núcleos curatoriales: Detonantes, Inmersiones, Prolongaciones y Desviaciones. Los Detonantes inician el trayecto con la interrogante de lo que fuimos y lo que somos; la memoria fragmentada y la identidad. Las Inmersiones establecen el cuerpo como relato y soporte de la experiencia artística. Relaciones que se establecen desde la exploración de la figura humana, pero también desde la memoria fragmentada por pandemias y diáspora.
En las Prolongaciones, se encuentra la esfera de lo desconocido o el descubrimiento de una nueva realidad y el hogar disperso, el paisaje se reconstruye ante las situaciones experimentadas en este siglo. En las Desviaciones hay un discurso más crítico, lúdico, irónico. Un viaje con destino a la reflexión sobre problemas que atraviesa la humanidad, desde la esclavitud, que no ha sido superada después de 500 años, hasta la sexualidad y la caza, pasando por la interminable violencia de la guerra. Dentro de toda esta vorágine, el eje que hace punto de equilibrio es el hombre, en la búsqueda de su evolución interior.
Estas líneas interrumpen la travesía museográfica y funcionan como un catalejo que se acerca a la orilla de las propuestas artísticas. Son reflexiones a partir de un recorrido subjetivo de un testigo permeado por sus propias interrogantes. Ir y volver sobre las distintas salas para establecer una lectura desde la vivencia personal.
COMENZAR DESDE EL MAR
Una experiencia vivida por Corina Briceño en el estrecho de Magallanes es parte del leiv motiv de la obra que realizó conjuntamente con Rodolfo Graziani, con quien tiene una dupla desde hace 15 años para intervenir sus pinturas con videoinstalaciones. Durante una tormenta, el barco donde viajaba casi zozobra. Briceño se valió de las imágenes que fotografió en esa travesía, así como de otros cuadros ya realizados, y de nuevos escenarios marítimos para pintar un lienzo fragmentado, porque no hay un solo horizonte, sino más bien una continuidad quebrada. En su obra, Mar de Anhelo, el paisaje se reinventa en las comunicaciones, vistas como una red de pesca, o como ondas que fluyen igual que la corriente del mar, hacia una luz que sale a flote desde lo profundo, sin naufragar.
El misterio de la profundidad del mar se mide en la obra de Isabel Cisneros en La aguada de las buenas señales. Las Fosas Marianas, por donde navegó la flota de Magallanes y Elcano, es el fondo más denso y oscuro del mundo. Si la transparencia son las aguas más llanas los azules intensos tratan de representar la profundidad del mar, que aún no ha sido explorada.
La línea divisoria entre cielo y mar prevalece en las 15 fotografías intervenidas de Emilio Narciso, Alucinaciones contingentes en el Mar del Sur, quien quedó varado en Panamá durante la pandemia. En la espera obligada construyó su bitácora a partir del paisaje que cada día le brindaba el océano Pacífico.
Salomé Rojas. Morir en la orilla, 2021
El río Guaire inspiró a Javier Grajales, para unir los cauces de las ciudades que ha recorrido en su experiencia migratoria: Caracas, Medellín, Bogotá, Quito, Guayaquil, Lima, Cusco, La Paz y Buenos Aires se conectan en la videoinstalación Cascada, un proyecto que seguirá creciendo. Mientras que el remanso del agua es entorno que arropa el retrato de Amalia Caputo, en Algae #1. Entre algas se establece la conexión de la naturaleza con el rostro humano, bajo una mirada reflexiva sobre el cambio climático.
Morir en la orilla, la obra de la artista Salomé Rojas es una instalación con piezas de motor que giran para recrear el movimiento de las olas, a través de la luz. La sentencia se proyecta, en ir y venir, a los pies del espectador. El jurado otorgó a esta pieza Mención de Honor del Concurso de Arte Contemporáneo “por remitir a la idea del naufragio como la posibilidad de un comienzo y reivindicar la fuerza poética de la travesía”.
LA NAVE QUE ES EL CUERPO
La Trayectoria Inédita se inauguró con un performance de Raúl Rodríguez, quien queda atrapado entre cuatro astas sin banderas, inmóvil como acto de resistencia. Si jugáramos con las letras en inglés, Nowhere podría traducirse de dos formas, “ahora aquí” o “ningún lugar”, como corresponde, porque finalmente, aunque no se realice un proceso migratorio estamos atrapados en un eje desconocido. Posa de pie como un esclavo. Si se mueve, se le clavan las puntas de las astas que podrían ser puntos cardinales. Esta obra recibió el Tercer Premio del concurso, «por enfocar la condición de asedio a la que están sometidos los individuos en cualquier sitio, producto de limitaciones territoriales y políticas».
Constanza de Rogatis. Antropometría doméstica, 2021
Observarse y observar. Desde los ojos de Antonio Briceño transitan los rostros de otros personajes, cuyo origen forma parte de su genética. Confirma que la mirada es el centro de la personalidad. En Yo somos. El viaje incesante, los retratos se suceden para eliminar las barreras raciales en un ADN que es una huella nómada de la humanidad.
De la convivencia con los Yekuanas y Yanomamis, del Amazonas, en un viaje que realizó en 1995, bajo el patrocinio de la Fundación Calara y tutelaje de Luis Angel Duque, le quedó a Nela Ochoa un trabajo artístico que se fundamenta en códigos visuales compartidos entre dos culturas. Imborrable es el recuerdo de esa experiencia: una radiografía de su mano fue pretexto para que una mujer indígena pintara con el onoto esa misma huella, que ahora la artista recrea sobre una tela expandida en un tambor de bordar.
Una instalación a dos partes, entre collage y video, con música de Miguel Noya, presenta a la artista Lucia Pizzani en la obra Manto. “El cuerpo se va descubriendo entre telas texturizadas con corales y serpientes, ahondando en temas como nuestro origen, la identidad y el viaje por este planeta”.
DIARIOS VISUALES
Muu Blanco. La expedición 2020-20?? 2021
Una sombra en la pared borra la identidad del artista Muu Blanco para transformarlo en el hombre del delivery. Las circunstancias de la pandemia y la necesidad de sobrevivencia lo obligaron a buscar un oficio. La bolsa de delivery a las puertas de cada hogar dan cuenta de la ruta que a diario debe transitar. Se trata de La expedición 2020-20??
En la misma sala, el álbum familiar no es de fotos sino de 16 pinturas en miniatura que simulan ser polaroids de recuerdos de un viaje a Los Andes venezolanos, desde el día 0 hasta el retorno. Esta obra de Rafael Arteaga, Itertropismo, recibió Mención de Honor“por su registro de memorias de viaje, utilizando lenguajes aparentemente opuestos donde la pintura y la fotografía alegorizan la laxitud analítica y la instantaneidad, respectivamente”.
Lubeshka Suárez. La alegoría de las miradas, 2021
Los cinco continentes observados a través de los ojos de sus amigos, es lo que le permite a Lubeshka Suárez conformar un paisaje fraccionado en La alegoría de las miradas. La imagen pixelada habla de la movilidad; la textura, de lo cambiante que pueden resultar las experiencias. 78 paisajes abstractos arman su memorabilia personal, acompañadas de tres cartas de respuestas de sus cómplices, sólo que el mensaje queda en la intimidad borrosa del recuerdo.
Zahira González. Bistórico, 2021
A través de 28 pinturas, Zahira González retrata una historia de la evolución de la humanidad, que cae en cascada como las piezas de dominó, porque aún falta comprender el desarrollo desde el espíritu y el comportamiento. Bistórico es un relato que sucede una y otra vez en ciclos que no terminan de trascender.
EL LUGAR DE ENCUENTRO
Génesis Alayón. Meridiano de la Villa, 2021. Segundo Premio
Génesis Alayón, una de las dos artistas más jóvenes del concurso, mereció el Segundo Premio al presentar un registro a modo de libro de fachadas de las casas de Villa de Cura, en donde habita. Meridiano de la Villa, apunta a las agrietadas o desconchadas paredes que circundan el hito donde se establece el huso horario de Venezuela. En palabras del jurado, este trabajo se reconoce “por explorar la memoria colectiva, el entorno y la fragilidad, proponiendo una travesía de vivencias que recoge la historia de una localidad y sus habitantes en una suerte de viaje al origen”.
Elizabeth Cemborain. Nuevas Cartografías, 2021
El globo terráqueo sirvió de ancla para que Elizabeth Cemborain marcara con chinches cada lugar visitado a través de Google Earth, siguiendo la ruta de Magallanes. Un gran mesón despliega fotos, mapas, lugares visitados, pero además registra el tiempo que le tomó llegar a cada destino y lo compara con el tiempo de la embarcación que navegó 500 años antes. A través de Nuevas cartografías la artista vuela sin moverse de su estudio y va dejando postales de viaje en la red para compartir con sus seguidores la expedición, que no es única, sino múltiple y simultánea.
Ver el mundo de nuevo: LA ENCRUCIJADA DE LA GRAFÍA
Mientras tanto, los Caminos de Sal, de Dianora Pérez-Montilla amalgaman el pasado con el futuro, en un viaje que repite las distorsiones de la humanidad. Expandió los granos de sal para generar cubos que funcionan como letras del alfabeto en Braille, porque son fenómenos que pocos quieren ver. Se lee TRATA, porque igual que en la expedición de Magallanes, en cuyos barcos viajaron esclavos, en el mundo contemporáneo hay evidencias de una nueva esclavitud producto del chantaje y la extorsión a los migrantes. Los cristales de sal son frágiles, y al mismo tiempo, refieren el sabor que se pierde si el coronavirus ataca. Los barcos de Magallanes estaban repletos de especias. Como los clavos de olor de esta instalación, que pierden la cabeza. Se transforman en es-clavos, que sostienen y desplazan los cubos de sal.
Dianora Pérez-Montilla. Caminos de sal, 2021
Vasco Szinetar. Yo también soy Claudio Perna, 2021
Con ironía, el fotógrafo Vasco Szinetar crea a partir del collage y de la apropiación un nuevo discurso. Yo también soy Claudio Perna rinde homenaje al artista conceptual, utilizando sus cartografías y atribuyéndole una frase de Magallanes: “La Iglesia dice que la tierra es plana, pero yo sé que es redonda”. La palabra es ruta que sugiere la presencia de los travestis la Avenida Libertador de los años 80, para pedirle a Perna que lo lleve de aventura. Detrás del humor, lo que se encuentra el espectador es la versatilidad de un archivo fotográfico, y la posibilidad de establecer hitos entre una imagen y otra para crear una realidad diferente. En esas analogías, también habla del origen y de sus propias raíces desde el obituario de su padre, Andrés Szinetar.
Elisabetta Balasso. La luz intensa también puede andar a tientas, 2021
La poesía inspira a Elisabetta Balasso mientras experimenta con el destino de la raíz de una chayota. Un retoño verde que explora las palabras de un diccionario. La luz intensa también hace andar a tientas, es una metáfora del crecimiento interior que se requiere en este tiempo pandémico. Es una trayectoria intima, totalmente desconocida, del mundo hacia adentro. Es un ser vivo, tan humilde que todo lo que necesita para sobrevivir lo lleva adentro. Pero no hay garantías de lo que puede pasar. Como dice su creadora, la obra nace de la esperanza, el poder crecer, e ir hacia la luz, a pesar de la adversidad.
María Virginia Pineda. Su majestad vegetal, 2021
Las plantas y las aves despertaron el interés de los exploradores, y dos obras adicionales enaltecen ese poder de la naturaleza. Una de ellas, Su majestad vegetal, de María Virginia Pineda (Mérida, 1980) recibió la Menciónhonorífica “por plantear una crónica del entorno a través de una heráldica vegetal donde convergen la majestuosidad visual y la palabra”. La otra pieza es de tres artistas, Cybele Peña, Miguel Márquez y Luis Arroyo, reunidos en el proyecto Estudios Animales, quienes rinden honor al paují, un ave que ha sido víctima de la caza desde tiempos ancestrales hasta hoy, actualmente en peligro de extinción. Pauxi-pauxi y la muerte de los exploradores es una propuesta que recurre a la serigrafía, el art rock y una historia que imagina la revancha del ave contra sus cazadores.
EL GANADOR
José Vivenes. Hartazgo de la fauna. Primer Premio, La trayectoria inédita.
“Por plantear una óptica de resistencia que pone en tensión el régimen estético y simbólico dominante, abordando la percepción del entorno como un hecho político” la obra de José Vivenes, Hartazgo de la fauna, recibió el Primer Premio del Concurso de Arte Contemporáneo organizado con ocasión de La Trayectoria Inédita. La herencia histórica se desdibuja en collages sobre portadas de revistas de National Geographic a manera de sátira visual. Como en un cambalache la gesta heroica se confunde entre los personajes que bien podrían ser los animales de La rebelión de la Granja, de George Orwell.
Son 36 obras que hablan de muchas formas sobre el tránsito de la humanidad en este siglo, a la luz del pasado. El desplazamiento a partir de los objetos cotidianos, el suelo empaquetado para mercadear un sueño, es la farsa comercial en Metasuperficies de ocupación transitoria, de Efraín Ugueto; o los zapatos deportivos que se despliegan en una pose de ballet en Primera posición, de Christian Guardia. La añoranza del hogar a través de la instalación de una carpa en una plaza de Santiago de Chile, por Wilkellys Pirela, en Embarcación del territorio; o reconocer el nuevo espacio como en Urama, de Pedro Medina. También se refieren al naufragio como en las obras de Analy Trejo, El Navío, y de José Vivas, No puedo salvar mi barco. Completan la muestra obras que se asientan en un lugar particular, como es ver el país en la obra de Eduardo Vargas Rico, Atlas mundial y de Venezuela para una geografía aplicada; el Mar Muerto para Lihie Talmor, en Falla inducida; Ibiza y el turismo según Amada Granado en Bienvenido; El mundo de cabeza a través de la apropiación de fotografías de Alfredo Boulton de países como México, Perú, Colombia, Egipto, Grecia, Italia, España y Francia, en un collage que inventa otro paisaje desconocido, por Manuel Eduardo González; las Islas. Tan iguales, tan distintos, de Manuela Armand; y los bordados de Siul Rasse, en Territorio mental, paisaje fragmentado. En fin, es un largo viaje que incluso requiere de una guía para navegantes, a partir de la abstracción como lo propone María Elena Álvarez, en Baliza.
Siul Rasse – Territorio mental · Paisaje fragmentado Cristian Guardia – Primera posición Javier Vivas – No puedo salvar mi barco Analy Trejo – El navío Pedro Medina – Urama
Efraín Ugueto – Metasuperficies de ocupación transitoria Vista de sala – La trayectoria inédita – Casa de Hacienda _3 Impresi√≥n2 Contencion-2019-2021-Manuel-Eduardo-Gonzalez Vista de sala – La trayectoria inédita – Secadero 3
No bastan estas líneas para sentirse expedicionarios del arte. Cada visión está permeada de nuestras propias subjetividades. La Trayectoria inédita tiene muchas formas de ser recorrida, además de la parada obligada en La Hacienda la Trinidad. Los artistas también han dispuesto maneras de seguir la hoja de ruta a través de las redes sociales y estas son algunas de las cuentas: @estudiosanimales, @nuevascartografías, @raizatenta, @trayectoriainedita, @culturaes_ve
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