La administración inadecuada e indiscriminada de antibióticos está impulsando el proceso de resistencia de las bacterias. Esto hace que las personas con bacterias resistentes contagien a otras. El problema afecta, asimismo, a los animales, el medioambiente, el comercio y la economía.
El Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos, un programa de lucha contra la reducción o, al menos, el aumento de la resistencia a estos fármacos, informó recientemente que la Organización Mundial de la Salud advirtió que el incremento en el uso estos fármacos en la pandemia de la COVID-19 impulsará el desarrollo de bacterias resistentes a futuros tratamientos y, con ello, el número de muertes.
La OMS señala la probabilidad de que este incremento se amplíe como consecuencia del uso excesivo de los antibióticos en los pacientes con COVID-19 y confirma en su Guía para el manejo clínico de COVID-19 que solo un pequeño porcentaje de estos pacientes necesita antibióticos para tratar infecciones bacterianas secundarias.
Más antibióticos en las granjas españolas
Por otro lado, Ecoticia publicó que la administración de antibióticos en los animales es una práctica muy frecuente en las granjas españolas, más que en la mayor parte del resto de Europa. Agregan que los animales en las granjas españolas consumen cinco veces más antibióticos que en las francesas y el doble que en las portuguesas.
Lo atribuyen a la cría de animales en sistemas interiores intensivos y afirman que así lo hacen con el 90% de los pollos: “Es una forma de cría tan dura para los animales que para evitar que enfermen se les administran antibióticos de manera habitual”.
La cría intensiva de animales —o la ganadería intensiva— es un modo de cría que sirve para maximizar la producción, a la par que se minimizan los costos. De este modo, las empresas agrícolas mantienen el ganado, como el vacuno, las aves de corral, los peces, con una gran densidad de población, a gran escala, y empleando maquinaria moderna, biotecnología y el comercio mundial.
Problemas éticos y de salud
El principal producto de este tipo de industria es la carne, la leche y los huevos para el consumo de las personas. Sin embargo, ha habido problemas respecto a cuán sostenibles y éticas son las granjas industriales.
El debate se centra en la eficiencia de la producción de alimentos, en el bienestar de los animales, los riesgos para la salud y el impacto ambiental (por ejemplo, la contaminación agrícola y el cambio climático). Las granjas intensivas albergan un gran número de animales, entre ellos, vacas, cerdos, pavos y pollos.
Los alimentos se suministran en el lugar. Los métodos empleados para mantener la salud y mejorar la producción pueden incluir el uso de desinfectantes, agentes antimicrobianos, antihelmínticos, hormonas y vacunas; suplementos de proteínas, minerales y vitaminas; inspecciones sanitarias frecuentes; bioseguridad e instalaciones con control climático.
La Agencia Europea del Medicamento indicó, de acuerdo con Ecoticia, que España es el segundo país europeo en donde más antibióticos se usan por animal; le siguen Italia y Grecia.
Este año la EMA elaboró una categorización de los antibióticos veterinarios. El objetivo es que sirvan como herramienta para la preparación de pautas de tratamiento. La clasificación se hizo, en primer lugar, por el riesgo que representa el uso de los antibióticos en los animales en lo referente a la salud pública, dado el posible desarrollo de resistencia a los antimicrobianos y, en segundo lugar, por la necesidad de usarlos en la medicina veterinaria.
¿Por qué las bacterias resistentes a los antibióticos son un problema?
El PRAN es un programa que empezó en España en el período de 2014 a 2018, y que se amplió a 2019-2021. El objetivo general consiste en la reducción o, al menos, en el freno del crecimiento de la resistencia a los antibióticos y su impacto en la salud de la población.
Con tal fin se plantean dos estrategias generales: reducir el consumo de antibióticos y disminuir la necesidad de utilizarlo en medicina humana y veterinaria. Explicaron el porqué de sus líneas de acción:
“La aparición y propagación de las infecciones causadas por bacterias que son resistentes al tratamiento con antibióticos constituye una de las amenazas más graves a las que se enfrenta la salud pública y supone uno de los retos más importantes para la medicina moderna. El aumento a la resistencia de los antibióticos se debe a diversos factores, pero el uso inapropiado e indiscriminado de estos medicamentos es uno de los que más contribuyen a la aparición de este fenómeno, que causa un gran impacto clínico, epidemiológico y microbiológico”.
Así, señalan que este problema, que es mundial, repercute en la salud humana y en la sanidad animal, en la ganadería, la agricultura, el medioambiente, el comercio y la economía.
Bacterias resistentes y humanos indefensos
¿Por qué? “La resistencia de los antibióticos es la capacidad de las bacterias de combatir la acción de uno o varios antibióticos. En la ganadería, los animales pueden recibir tratamientos antibióticos y, por tanto, pueden ser portadores de bacterias resistentes. Las verduras también pueden contaminarse con bacterias resistentes a los antibióticos que proceden del abono utilizado como fertilizante. Finalmente, las bacterias resistentes pueden propagarse a los seres humanos a través de los alimentos y el consumo directo con animales”.
Cuando las bacterias son resistentes a los antibióticos, la persona infectada se las puede transmitir a otras personas. Esto también ocurre en los centros de salud, donde los pacientes pueden recibir antibióticos y convertirse en portadores de bacterias resistentes, que, a su vez, se pueden transmitir a otras personas a través de las manos u objetos contaminados.
También pueden contagiar a la gente de su casa. Lo mismo sucede con los viajeros que van a países con fuertes tasas de resistencia a antibióticos y pueden regresar contaminados con bacterias resistentes.
En el MedlinePlus, servicio informativo de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, advierten que los antibióticos son medicamentos que combaten las infecciones bacterianas: «Usados correctamente, pueden salvar vidas, pero hay un creciente problema de resistencia a antibióticos. Esto ocurre cuando las bacterias mutan (se transforman) y se vuelven capaces de resistir los efectos de un antibiótico. El uso de antibióticos puede llevar a la resistencia. Cada vez que toma antibióticos, las bacterias sensibles mueren. Pero gérmenes resistentes pueden crecer y multiplicarse. Se pueden propagar a otras personas. También pueden causar infecciones que ciertos antibióticos no pueden curar. Un ejemplo es el estafilococo resistente a la meticilina (SARM). Este causa infecciones que son resistentes a varios antibióticos comunes”.
Una amenaza seria para la salud
El PRAN señala que el descubrimiento del primer antibiótico a mediados del siglo XX supuso una revolución en la medicina moderna, puesto que pudo empezar a tratar la mayor parte de las enfermedades bacterianas en las personas y en los animales.
No obstante, “hoy por hoy, el desarrollo de bacterias resistentes a este tipo de medicamentos constituye una de las amenazas más serias para la salud pública; las bacterias multirresistentes causan 33.000 muertes al año en Europa y generan un gasto sanitario adicional de unos 1.500 millones de euros”.
El programa también se refiere a la situación en España:
- Alrededor de 3.000 personas mueren cada año como consecuencia de infecciones hospitalarias por bacterias resistentes.
- El consumo total de antibióticos en salud humana se redujo un 7,2% entre 2015 y 2018.
Afirman que los antibióticos están perdiendo eficacia desde hace cinco años. Lo atribuyen, entre otras causas, al uso excesivo e inadecuado de estos fármacos. Advierten, pues, del grave peligro que se corre: “Los logros de la medicina moderna están en peligro: sin antibióticos eficaces para la atención y prevención de las infecciones, el éxito de tratamientos como el trasplante de órganos, la quimioterapia o la cirugía se vería comprometido. Si no solucionamos este problema, en el año 2050 los expertos prevén un total de 40.000 muertes anuales por infecciones que antes eran fácilmente curables”.
Sin embargo, la OMS informó que —de acuerdo con Ecoticia— “anualmente mueren en el mundo 700.000 personas a causa de infecciones resistentes a los antibióticos, una cifra que podría llegar hasta los 10 millones en 2050 si no se toman medidas”.
Otras causas de la farmacorresistencia
La OMS hace referencia, como parte de las causas de la farmacorresistencia, a la falta de acceso a medicamentos de calidad, la deficiencia en el control y la prevención de las infecciones, la debilidad de los sistemas de vigilancia y la poca inversión e investigación en el área.
El PRAN, por su parte, habla de la deficiencia en la prevención y el control de las infecciones. Así, recomienda lavarse frecuentemente las manos, lavar bien los alimentos, evitar el contacto directo con personas enfermas y cumplir puntualmente el calendario de vacunas.
En el caso específico de los animales, indica que estos tienen microorganismos que se pueden transmitir a las personas. Las enfermedades que se contagian a través de este proceso reciben el nombre de ‘zoonosis’.
“Los antibióticos son herramientas esenciales para el tratamiento y control (de la zoonosis); proteger la salud de los animales contribuye, por lo tanto, a proteger nuestra propia salud. La salud animal es, además, fundamental para la obtención de alimentos sanos y seguros para el consumo humano. Sin antibióticos eficaces para el tratamiento de las infecciones en animales, está en riesgo la obtención de estos alimentos”, señalaron.
Los ganaderos, a su vez, se han visto presionados a reducir la administración de antibióticos, dado el aumento de la resistencia en todo el mundo, agregó Ecoticia.
Compromiso por cumplir
El PRAN está intentando llegar a un acuerdo con el sector. Parte del sector avícola se ha comprometido a reducir un 45% el consumo de estos medicamentos en un plazo de 2 años de 2019 a 2021.
Sin embargo, de acuerdo con la ONG The Alliance to Save our Antibiotics, «han aumentado masivamente el uso de otros antibióticos clasificados como ‘aditivos alimentarios’, en lugar de antibióticos, para mantener los sistemas tan intensivos. Estos también plantean amenazas para nuestra salud y el medio ambiente”.
El PRAN hace una serie de recomendaciones sobre el buen uso de los antibióticos:
- Usarlos incorrectamente representa un riesgo: el uso inadecuado de los antibióticos en las personas y los animales puede hacer que las bacterias se vuelvan resistentes a futuros tratamientos.
- Solo hay que tomar antibióticos cuando el médico lo prescriba: el paciente debe seguir siempre las recomendaciones del médico sobre cómo y cuándo usar los antibióticos. Hay que completar el tratamiento prescrito, pero si sobra no se recomienda guardarlo ni dárselo a otra persona.
- Los antibióticos no sirven para combatir los resfriados ni la gripe: solo sirven para combatir las infecciones bacterianas; no curan infecciones causadas por virus. Tampoco son analgésicos y no alivian el dolor ni la fiebre.
- El veterinario de la mascota es el indicado para decidir cuál es su tratamiento: hay que seguir sus recomendaciones y no medicar a la mascota con los antibióticos que hay en casa. La automedicación también es peligrosa para los animales.
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