Mientras la pandemia del coronavirus sigue avanzando por el mundo, la búsqueda de una vacuna se ha convertido en una prioridad para gobiernos, laboratorios y organismos multilaterales. Y en esta carrera contrarreloj han surgido dos grandes temores: que la vacuna no esté a tiempo, o que la vacuna esté lista antes de tiempo. Sí, por contradictorio que parezca, aún la vacuna no existe, pero ya ha sido capaz de producir temor.
Y los cuestionamientos con respecto al tiempo son solo un ejemplo. También hay teorías sobre su uso por parte de los gobiernos para controlar a la población, de las compañías farmacéuticas para obtener pingües beneficios a costa de la salud de las mayorías. Ya no es solo el temor infantil a una amenazante aguja que se nos acerca a la piel.
Con propósitos electorales
A la mayoría de los estadounidenses les preocupa que la presión política pueda llevar a la aprobación apresurada de una vacuna contra el coronavirus, y la mitad no recibiría una vacuna que fue aprobada antes de las elecciones presidenciales.
Según una encuesta de la Kaiser Family Foundation, el 62% de los votantes registrados encuestados dijeron que temían que la presión política de la administración Trump haga que la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) apruebe prematuramente una vacuna COVID-19, sin garantizar que sea segura y efectiva.
«El escepticismo generalizado sobre la FDA y el proceso de aprobación de una vacuna está erosionando la confianza del público incluso antes de que una vacuna llegue al punto de partida», dijo el presidente y director ejecutivo de Kaiser Family Foundation, Drew Altman, en un comunicado.
Una encuesta de la firma Gallup realizada entre el 10 de julio y el 2 de agosto encontró que uno de cada tres estadounidenses dijo que no recibiría una nueva vacuna contra el coronavirus si hubiera estado disponible en ese momento.
Se preguntó si recibirían una vacuna contra el coronavirus si hubiera disponible una sin costo, aprobada por la FDA, en el momento de la encuesta. El 65% de los entrevistados aseguró que lo haría, mientras que el 35% dijo que no.
El trabajo gubernamental
Los hallazgos se producen cuando el presidente Trump planteó que una vacuna COVID-19 podría estar lista a principios de noviembre.
Mientras, los funcionarios de salud dijeron que es poco probable que una vacuna resulte segura y efectiva antes de las elecciones del 3 de noviembre. No obstante, estimaron que una quizás estaría lista para grupos de alto riesgo como los trabajadores de la salud y los ancianos con comorbilidades antes de que termine el año. La distribución generalizada de una vacuna probablemente no se produciría hasta mediados de 2021, explicaron.
La batalla por vencer el miedo
La renuencia a recibir una vacuna COVID-19 parece ser la próxima batalla de salud pública para las organizaciones de salud que intentan controlar la pandemia. Una investigación de la firma de comunicaciones estratégicas de salud Jarrard Phillips Cate & Hancock y Public Opinion Strategies, da algunas luces al respecto.
El sondeo mostró que el 53% de los estadounidenses asegura que es muy probable que se vacunen. El 17% afirma que es algo probable. Mientras, el 21% señala que no es probable. El 9% no está seguro. Entre los que expresaron reservas, las principales razones del escepticismo son los temores de posibles efectos secundarios (47%) y la infección por el virus de la vacuna (22%).
Sorprendentemente, el 40% de los trabajadores de la salud está indeciso o es poco probable que reciba una vacuna cuando esté disponible.
«Estos datos muestran que existe una gran necesidad y oportunidad de desarrollar campañas de vacunación», dijo David Jarrard, CEO de Jarrard Inc. «Sin embargo, antes de lanzar cualquier campaña para el público en general, las organizaciones de atención médica deben generar confianza en sus propios equipos», agregó.
Jarrard destacó que es importante lograr el apoyo de los médicos y enfermeras. Señaló que esos profesionales representan «las caras más confiables en la atención médica y pueden activarse como embajadores potenciales».
Un temor peligroso
El temor a la vacuna de la COVID-19 puede acarrear graves consecuencias. El director ejecutivo de Pfizer, Albert Bourla, advirtió que las personas que la rechacen se convertirán en un «eslabón débil». Su actitud permitirá que el coronavirus se propague. Dijo que Pfizer solo solicitará la autorización de la FDA después de que los datos muestren que su vacuna es segura y efectiva.
Dijo que las personas que decidan no tomar la vacuna una vez que estén disponibles «no solo afectarán sus vidas». También «afectarán la vida de los demás porque si no se vacunan, se convertirán en el eslabón débil que permitirá que este virus se replique», explicó en declaraciones a la cadena NBC.
Debido al temor ante la enfermedad, mucha gente estará realmente ansiosa por conseguir la vacuna. Pero como muestran las encuestas, muchos dudarán, no solo por la desinformación sino por la falta de confianza en sus líderes. De una campaña adecuada que genere confianza, podría depender el éxito en la erradicación del coronavirus. Desarrollar una vacuna contra el temor, será igualmente importante.
Precaución en vez de temor a la vacuna
Pero no solo el desconocimiento o la desconfianza son fuentes de temor a la vacuna. Varios expertos han advertido que la prisa por inmunizar a las poblaciones contra la COVID-19 podría conducir al lanzamiento de una vacuna que no sea muy efectiva y corre el riesgo de empeorar la pandemia.
Una vacuna es vital para detener la pandemia, pero el profesor Sir Richard Peto de la Universidad de Oxford y asesor de la Organización Mundial de la Salud, dijo que la primera vacuna se compraría y usaría en todo el mundo incluso si tuviese poca eficacia.
Incluso si protegiera solo a una minoría de la población, se consideraría como el estándar por el cual se medirían las vacunas posteriores. Eso incluso podría llevar a la aprobación de vacunas inferiores, porque no tendrían que demostrar que eran mejores.
«No queremos apresurar el proceso», pina el Dr. David Canaday, Director Asociado de Investigación en el Centro Médico Cleveland. «Ningún fabricante de vacunas quiere ser el que lastime a personas mayores en un asilo de ancianos o que provoque efectos secundarios en un grupo de niños o de adultos jóvenes».
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