Gustavo Coronel
Abro la computadora, veo la televisión o leo el periódico y encuentro noticias, unas más importantes que otras, pero todas reveladoras de una gigantesca descomposición social y política mundial, casi antropológica:
El hijo de Ferdinand e Isolda Marcos gana la presidencia de Filipinas con su compañera de fórmula, quien es la hija del actual presidente y rival electoral, Rodrigo Duterte. Es decir, después de que la pareja Marcos saqueó a Filipinas, el hijo, también amigo de lo ajeno, es favorecido por el amplio voto de los filipinos. Y su compañera de campaña es la hija del impresentable Rodrigo Duterte. Las familias Marcos-Duterte se metieron a Filipinas en el bolsillo
Lula da Silva es favorito para ganar las elecciones presidenciales en Brasil. Después de haber sido comprobada su participación en el escándalo de Odebrecht, Lula lo favorecerá el voto de los brasileños. Se podría argumentar que el deshonesto Lula es preferible al destructor de la Amazonia, Jair Bolsonaro, pero cómo aceptar que entre los 215 millones de de brasileños no exista un líder que no sea ladrón o bruto.
Gustavo Petro, el favorito para ganar la presidencia de Colombia, tiene un pasado guerrillero. Fue miembro del M-19, es aliado de Maduro y promete transitar por el mismo camino que destruyó a Venezuela. Sin embargo, lidera la intención de voto en un país de larga tradición democrática que hoy parece imbuido de un deseo de muerte.
Pedro Castillo, que plagió su tesis de grado, es el presidente del Perú. Muy ignorante, ridículo, con un sombrero gigante que lo hace lucir grotesco, no sería ni portero de ministerio en un país de gente responsable.
La esposa de José M. Zelaya es la nueva presidenta de Honduras. Se recordará que Zelaya lo destituyó el Congreso por haber tratado de eternizarse en el poder. Ahora estará de nuevo en poder a través de la esposa.
Daniel Ortega y su esposa, presidente y vicepresidenta de Nicaragua, pedófilos manejan al país como su negocio particular y encarcelan a sus opositores.
Putin desencadenó una invasión a Ucrania, causando destrucción y muerte y ahora amenaza a Finlandia con invasión si ingresa a la OTAN.
Petro, que promete transitar por el mismo camino que destruyó a Venezuela, lidera la intención de voto en Colombia, un país de larga tradición democrática que hoy parece imbuido de un deseo de muerte.
López Obrador, presidente de México, lleno de complejos de inferioridad, condecorado por Cuba, toma partido por Putin y amenaza con no asistir a la Cumbre de las Américas si no se invita a los dictadores Maduro (Venezuela), Ortega (Nicaragua) y Díaz-Canel (Cuba).
Además, en Estados Unidos, 57 representantes republicanos votan en contra de ayuda financiera para Ucrania, una muestra de cómo la ideologización ha llegado a niveles absurdos en la política estadounidense.
Y, el colmo, 20 congresistas demócratas “progresistas” estadounidenses piden levantarle las sanciones a Nicolás Maduro. Tanto la extrema izquierda como la extrema derecha en los Estados Unidos están empeñados en destruir la esencia estadounidense aliándose con líderes forajidos; la derecha con Putin, la izquierda con Maduro.
La lista es interminable si pasamos por el Líbano y el resto del Medio Oriente, las antiguas repúblicas soviéticas y el sudeste de Asia y la totalidad de África.
¿Cómo puede ser esto posible en un mundo de Homo sapiens? ¿Será que estamos rodeados de seres que parecen Homo sapiens y en realidad son alguna especie inferior que tomó un desvío en el camino sin que nos diéramos cuenta? Es antropológicamente posible.
Recientemente, investigadores de la Universidad de Alcalá, en España, encontraron que no solo el Homo sapiens, sino especies de menor desarrollo como el Homo neanderthalensis y el Homo erectus, poseían la facultad del lenguaje, aunque nunca lograron el desarrollo intelectual del Homo sapiens.
Mi hipótesis de trabajo, la cual merecería la atención a fondo de los expertos, es que una parte apreciable del mundo de hoy está en manos de una subespecie mucho más cercana al Homo neanderthalensis que al Homo sapiens. Solo eso podría explicar la inmensa tragedia que presenciamos.