Por Juan E. Ballesteros
14/3/2017
El sobrepeso y la obesidad están directamente relacionados con el nivel de ingresos per cápita y constituyen un grave problema cada vez más presentes en las sociedades desarrolladas, según un informe de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que ha alertado sobre las consecuencias que para la salud tiene este desorden en la alimentación y anima a los gobiernos e instituciones a concienciar a la sociedad sobre los beneficios de una dieta saludable y una mayor información sobre productos alimenticios.
Según este estudio sobre seguridad alimentaria en Europa y Asia central, existe una relación directa entre ingresos personales y el sobrepeso y obesidad. La modificación en la dieta y la aparición de estos problemas de salud se produce a partir de un determinado nivel de ingresos que se fija en una horquilla entre los 30.000 y 40.000 dólares anuales (28.200 y 37.600 euros). Entre los países que padecen sobrenutrición figuran España, Reino Unido, Turquía, Portugal, Rusia, Malta, Polonia, Alemania o Hungría.
El cambio en la dieta consiste en un mayor consumo de calorías a través de edulcorantes, aceites vegetales y productos animales, en detrimento del consumo de cereales y otros productos básicos.
Con el desarrollo económico en la zona euro y en el área mediterránea, con crecimientos de hasta el 50% en la Unión Europea y las exrepúblicas soviéticas y del 100% en países como Turquía o algunos de Europa Central, el acceso a la alimentación ha dejado de ser un obstáculo, pero se ha convertido en un problema debido al consumo de productos con elevados niveles de azúcares y sal.
La FAO propone medidas fiscales que penalicen los productos alimenticios que pueden resultar perjudiciales para la salud por su alta contenido en grasas saturadas, azúcares y sal. Esta penalización ya se aplica en países con alto nivel de renta, como Dinamarca, Hungría, Finlandia y Francia, y en otros países se está planteando. Frente a los que opinan que este tipo de m3didas pueden perjudicar a los más pobres, la ONU estima que los beneficios para la salud la h¡justifican y que a la larga no se produce tal discriminación puesto que los grupos de bajos ingresos reaccionan más a los cambios de precio y parten de niveles de consumo de peor calidad.
El informe también aconseja mejorar el etiquetado de los alimentos, aumentar el control para garantizar su buen estado, reformular el valor nutricional de los productos precocinados más usados e informar a la población sobre cómo llevar una dieta saludable y equilibrada.