Javier del Amo, director técnico de Grupo Hafesa
El sector de la energía está cambiando de forma acelerada debido a una transición energética necesaria para mantener un planeta verde y sostenible, lo que obliga a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y a dar mayor peso a las energías renovables. Todo ello lleva asociado al aumento de las exigencias medioambientales para el uso de la energía y, a la vez, la puesta en marcha de un proceso de descarbonización y de electrificación de la gran mayoría de los sectores de actividad, lo que modifica las pautas de la oferta y la demanda de energía.
A estos cambios también contribuye la digitalización del negocio de la energía, que está provocando la transformación de muchos modelos de negocio tradicionales y la aparición de otros que hasta ahora no existían. El resultado es que la aplicación de las tecnologías digitales y el uso intensivo de datos son los motores de la aparición de nuevos servicios y, por lo tanto, de nuevas fuentes de ingresos para las empresas del sector, así como de la reducción de costes en la operativa y de la disminución de las barreras de entrada al sector que facilita la irrupción de nuevos agentes en el mercado. Además, la digitalización también abre la puerta a nuevas formas de relacionarse con los clientes.
El sector de la energía pasa de la comercialización de productos a un mercado en el que se ofrecen servicios, tendencia similar a la que ocurre en numerosas áreas de actividad. Surge aquí el concepto de energía como servicio (Energy-as-a-Service o EaaS). Aplicando este concepto, los operadores ofrecen de forma inteligente paquetes de servicios que son útiles al consumidor y, para ello, utilizan las redes e instalaciones existentes como soporte. Esto supone la externalización de la gestión energética, de forma que los operadores ofrecen no solo la energía, sino también otros servicios y equipamientos. Las ofertas se apoyan en un formato de suscripción y de pago por uso que evita a los usuarios y clientes compras por adelantado o inversiones iniciales. Todo va incluido en el paquete de servicios que paga el cliente y, en estos casos, es el operador el propietario de los activos.
PAGO POR USO
Al cliente, el modelo de energía como servicio le permite tener una idea más clara del coste periódico de los servicios, lo que facilita su planificación financiera, hace previsibles y comprensibles sus pagos y genera una cultura de racionalización del consumo de energía. A los operadores, el modelo les asegura la obtención de flujos de ingresos previsibles y estables a la vez que pueden reducir la factura de sus clientes.
Un ejemplo claro del alcance de la energía como servicio se puede encontrar en el segmento de las energías renovables (solar y eólica). En este segmento se han desarrollado servicios que hacen que los clientes no tengan que comprar los paneles solares, sino que de ello se encarga el proveedor energético. El cliente únicamente paga por el uso de un paquete que puede incluir el coste de los paneles y de la instalación, así como su mantenimiento, las reparaciones, su renovación futura, un asesoramiento energético y la disponibilidad de plataformas digitales para gestionar la energía de la forma más eficiente posible. Ese pago por uso se hace mediante una cuota mensual.
Además del modelo de energía como servicio, existen otros como las plantas de energía virtual (Virtual Power Plants – VPP), que son plataformas digitales que hibridan diferentes fuentes distribuidas de generación y almacenamiento de forma fiable y con beneficios para los participantes.
«La digitalización transforma el concepto de oferta de activos y fuentes de energía en otro de servicios e incorpora las prestaciones de las analíticas de datos para mejorar su desarrollo y personalizar las ofertas»
Javier del Amo
Asimismo, se pueden encontrar aplicaciones reales de carga de vehículos eléctricos como servicio, de soluciones vehicle-to-grid, que suministran energía de los vehículos eléctricos a la red cuando estos no se usen para el transporte; de plataformas online peer-to-peer, que permiten a los usuarios vender la energía producida por sus activos sin intermediarios o de servicios de agregación de la demanda de grupos de consumidores o productores de energía para su venta o compra en los distintos mercados, generando ahorros para los clientes e ingresos al sector.
No hay que olvidar tampoco las comunidades de energías renovables, que facilitan la participación de particulares y entidades públicas en proyectos con este tipo de energías, los marketplaces o plataformas online en las que conectan instaladores y potenciales clientes para poner en marcha proyectos de energías limpias, o el autoconsumo compartido entre vecinos de una comunidad de propietarios.
La digitalización transforma el concepto de oferta de activos y fuentes de energía en otro de servicios e incorpora las prestaciones de las analíticas de datos para mejorar su desarrollo y personalizar las ofertas.
El uso de las tecnologías digitales hace que los servicios estén basados en software, lo que garantiza su flexibilidad y la facilidad para modificarlos de forma rápida y ajustarlos a las circunstancias del entorno en cada momento, superando además las limitaciones del mundo analógico y físico.
Asimismo, su naturaleza digital permite operarlos en un formato 24/7 y facilita las interacciones con los clientes en cualquier momento a través de plataformas y aplicaciones.
Todos estos conceptos, que encuentran una aplicación práctica de forma más directa en el segmento eléctrico, se van extendiendo a otras áreas del negocio de la energía. Y en los próximos años esas aplicaciones se multiplicarán.
La disminución de las barreras de entrada al sector de la energía que ha propiciado la digitalización y la aparición de todos los nuevos modelos de negocio han transformado el ecosistema empresarial del propio sector y su cadena de valor.
DIVERSIFICACIÓN
Las compañías tradicionales se han diversificado para cubrir otros ámbitos de negocio y convertirse en empresas multienergéticas y otras ajenas al sector han entrado en él. Compañías de áreas de negocio como la información y las telecomunicaciones, la automoción, el software y las soluciones digitales, la electrónica o el comercio electrónico están accediendo al sector de la energía y ofreciendo nuevos servicios de forma individual o junto a agentes del negocio energético. En general, todas ellas necesitan innovar para seguir siendo competitivas y buscan nuevas formas de hacer negocios y de fidelizar a los clientes.
El mundo de la energía se encuentra en una acelerada fase de cambio como resultado de varias macrotendencias entre las que destacan la transición energética, la necesaria descarbonización de la economía y la digitalización de procesos, productos y servicios. Todas ellas combinadas están alterando el negocio energético, transformando la operación de las empresas tradicionales que evolucionan hacia compañías multienergéticas y facilitando la entrada de nuevos actores procedentes de otros sectores. Los nuevos modelos de negocio son la muestra evidente de ese cambio y están contribuyendo a mejorar la eficiencia energética, a facilitar la transición hacia energías más limpias y a universalizar su acceso.