A pesar de los avances científicos en el campo de la inteligencia artificial y la robótica es difícil que en el corto plazo estemos conviviendo con robots capaces de comportarse y actuar como seres humanos, más allá de la mera imitación y el seguimiento de instrucciones. Recientemente se ha generado un debate después de que la empresa OpenAI anunció que va a colocar cerebros ChatGPT en robots. Más allá de la amplia gama de posibilidades que abre la simbiosis entre la inteligencia artificial y la robótica, hay obstáculos que para muchos resultan insalvables y hacen la propuesta sea muy cuesta arriba, todavía.
No solo se tiene que superar el desface entre la robótica y la inteligencia artificial, sino resolver un problema mayor: la incapacidad de las inteligencias artificiales para comprender la complejidad humana. No es lo mismo ser humano que parecerlo. Cada día vemos en las redes sociales y medios tradicionales de comunicación cientos de videos que muestran almacenes controlados por robots, robot que responden a cualquier pregunta de una persona, otros que llevan paquetes, atienden a ancianos o cocinan, perros robots, y hasta automóviles autónomos. Sin embargo, ninguna de esas máquinas funciona como algo cercano a la flexibilidad humana y a su capacidad de afrontamiento.
«A la gente le preocupa que las computadoras se vuelvan demasiado inteligentes y se apoderen del mundo, pero el verdadero problema es que son demasiado estúpidas y ya se han apoderado del mundo”.
Pedro Domingos, profesor en la Universidad de Washington
Hasta ahora, la mayoría de los robots trabajan mucho como lo hicieron sus predecesores hace una generación: en entornos estrechamente limitados que les permiten seguir un guion limitado y haciendo tareas repetitivas.
“Mucho se ha escrito sobre el potencial de la IA para reflejar lo mejor y lo peor de la humanidad. Por ejemplo, hemos visto que la IA brinda conversación y consuelo a los solitarios; También hemos visto a la IA participar en la discriminación racial. Sin embargo, el mayor daño que la IA puede causar a las personas a corto plazo es el desplazamiento del trabajo”.
Andrew Ng, cofundador de Coursera y director del laboratorio de IA en la universidad de Stanford
Un impulso inteligente
Durante décadas, las computadoras fueron tan despistadas como los robots. Hasta que hace dos año llegó ChatGPT, una interfaz de fácil uso para un “large language model” (LLM) llamado GPT-3, revolucionó el panorama. Los LLM tienen lo que les falta a los robots: acceso al conocimiento sobre prácticamente todo lo que los humanos han escrito.
Los robots, por su parte, tienen lo que les falta a los LLM: cuerpos físicos para interactuar con su entorno y conectar palabras con la realidad. Por ello parece lógico conectar robots sin sentido y LLM sin cuerpo para crear máquinas menos dependientes y que los robots escapen de los límites de la programación. La llegada de estos modelos que suenan humanos ha desencadenado una “ carrera en la industria y la academia para encontrar las mejores maneras de enseñar a los LLM cómo manipular herramientas.
“Creo que cuando los ordenadores asuman ciertas tareas, eso será difícil para nosotros. Pasará mucho tiempo antes de que las máquinas igualen a los humanos con el tipo de juicio que ejercemos en muchas áreas diferentes … Creo que es un problema con solución – ahora tenemos que evitar el cambio climático y solucionar otros problemas».
Bill Gates, informático magnate empresarial y filántropo estadounidense, cofundador de Microsoft
Algunos tecnólogos están entusiasmado con este horizonte que se vislumbra pero otros, más escépticos, señalan como problemas los errores extraños ocasionales de LLM, el lenguaje sesgado y las violaciones de la privacidad. Algunos creen que estos nuevos modelos de lenguaje no deberían estar conectados a robots en absoluto.
No importa cuán complejo sea su comportamiento, cualquier robot tiene solo un número limitado de sensores que recogen información sobre el medio ambiente (cámaras, radares, lidiar, micrófonos y detectores de monóxido de carbono, por nombrar algunos ejemplos). Estos se unen a un número limitado de brazos, piernas, pinzas, ruedas u otros mecanismos. Y para vincular las percepciones y acciones el robot cuenta con su computadora, que procesa los datos del sensor y cualquier instrucción que haya recibido de su programador.
Los humanos no tienen límites en sus acciones
Usando su software, el robot revisa el repertorio limitado de acciones que puede realizar y elige las que mejor se ajustan a sus instrucciones. Luego envía señales eléctricas a sus partes mecánicas, haciéndolas moverse. Luego aprende de sus sensores cómo ha afectado su entorno y responde nuevamente.
Un robot vinculado a un LLM es un sistema desigual: capacidad de lenguaje ilimitado conectado a un cuerpo de robot que puede hacer solo una fracción de las cosas que un ser humano puede hacer. Un robot no puede filetear delicadamente la piel de un salmón si solo tiene una pinza de dos dedos con la que manejar objetos. Si se le pregunta cómo hacer la cena, el LLM, que extrae sus respuestas de miles de millones de palabras sobre cómo las personas hacen las cosas, sugerirá acciones que el robot no puede realizar.
Bache tecnológico
También es importante destacar que la aplicación de la inteligencia artificial en la robótica todavía supone un reto, tanto desde el prisma tecnológico como ético. Por ejemplo, no se ha garantizado la seguridad en la toma de decisiones autónomas de los robots. Con tal efecto, es necesario la implicación de un humano capaz de supervisar las tareas. Aunque las máquinas no se suelen equivocar, siempre hay un cierto margen de error.
Especialistas argumentan que los LLM podrían ser peligrosos dentro de un robot si malinterpretan los deseos humanos o no aprecian completamente las implicaciones de una solicitud.
“Las tres leyes de la robótica: Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitirá que un ser humano sufra daño. Un robot debe cumplir las órdenes dadas por los seres humanos, a excepción de aquellas que entrasen en conflicto con la primera ley. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o con la segunda ley”.
Isaac Asimov, fue escritor y profesor de bioquímica en la facultad de medicina de la Universidad de Boston
Otro problema más sutil es el sesgo. Los LLM dependen de los datos que son producidos por las personas, con todos sus prejuicios. Por ejemplo, les faltan idiomas, culturas y pueblos que no tienen una gran presencia en Internet. Todo esto puede hacer que sus respuestas a órdenes las cumpla con sesgo. Asimismo, los robots no pueden resolver situaciones inesperadas. Si a un robot se se le presenta una situación para la que no estaba programado, su mecanismo producirá un error y se detendrá. Por regla general, el robot no puede comunicar la causa del error.
Los robots todavía les falta aprender a ajustar sus programas, a adaptarse a sus ambientes y a las interacciones que tienen con las personas, con sus entornos y con otras máquinas. Sus capacidades para hacer cálculos, moverse y manipular objetos van inextricablemente unidas a su cuerpo. Como los cuerpos de los robots actuales son rígidos y difíciles de ampliar, sus capacidades son limitadas.
Simbiosis potente
La robótica y la IA son dos campos de la ciencia y la tecnología relacionados entre sí, pero con diferencias. La primera es la disciplina que se encarga de diseñar máquinas capaces de automatizar tareas. Los expertos en robótica además crean, programan y manejan estos elementos autómatas para desarrollar determinadas habilidades y tareas.
La inteligencia artificial es una rama de la computación que estudia la forma de que las máquinas imiten los procesos cognitivos de los humanos. Que tengan la capacidad de aprender y razonar para solucionar problemas y llevar a cabo tareas específicas igual que un ser humano. Los expertos en inteligencia artificial algoritmos para que las máquinas sean capaces de aprender de manera autónoma, resuelvan inconvenientes, comprendan el lenguaje y razonen usando la lógica.
Aunque existen bastantes diferencias entre la robótica y la inteligencia artificial, son dos ramas que se benefician entre sí. La inteligencia artificial se usa para mejorar habilidades como el movimiento, la adaptación al entorno, la optimización del funcionamiento, el diagnóstico de errores y la realización de tareas autónomas de las máquinas, es decir, mejora la capacidad de aprendizaje y aplicación de los robots.
Los dos campos tecnológicos demandan conocimientos específicos para su correcta manipulación, como ciencias informáticas, física o ingenierías. Tanto la robótica como la inteligencia artificial pretenden automatizar las tareas y facilitar los procesos a los seres humanos. Para ello utilizan los datos recopilados por sensores de entrada y salida de datos que facilitan la toma de decisiones.
Grandes aliados
Algo indiscutible es que desde hace un tiempo, los robots han sido los mejores aliados del ser humano al llevar a cabo tareas peligrosas o tediosas. También han permitido explorar zonas de difícil acceso como las profundidades marinas o el espacio exterior. Son nuestros colaboradores en entornos industriales y domésticos, en quirófanos, desactivan bombas, barren la casa, nos entretienen. Y lo más probable es que su presencia aumente en nuestra cotidianidad.
También es indudable que los robots con el impulso de la inteligencia artificial transformen hábitos y actividades de manera positiva como ya han venido haciéndolo. Los robots pueden ayudar a solucionar problemas de todo tipo. La robótica no aspira a sustituir a los seres humanos mediante la mecanización y la automatización de tareas, sino a encontrar formas de colaboración más eficaz entre robots y personas.
A los primeros se les dan mejor labores como procesar números y moverse con precisión. Y pueden levantar objetos mucho más pesados. Nosotros, los seres humanos, somos mejores que los robots en razonar, definir conceptos abstractos, hacer generalizaciones o en especializarnos gracias a nuestra capacidad para aprovechar experiencias anteriores. Si colaboran, los robots y los seres humanos podrán aumentar sus capacidades y complementarse mutuamente.