El 25 de septiembre de 2015, los líderes mundiales debatieron y adoptaron un conjunto de metas globales para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos. Sus conclusiones forman parte de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos en la Agenda 2030 suscrita en esa cumbre.
Cada una de estas metas tiene unas bases específicas para que los gobiernos, el sector público y la sociedad alcancen los propósitos fijados en la fecha señalada. El fin es construir un mundo mejor, más habitable, libre y justo, afrontando los retos y desafíos globales que amenazan la supervivencia; tanto del entorno natural como de los principios que lo sostienen.
Impacto de las ISR en los ODS
El primer obstáculo fue determinar cómo se obtenían los fondos para pagar estas actividades. El pasado 21 de marzo se celebraba en la Comisión Europea la Conferencia de alto nivel centrada en la financiación sostenible. Actualmente existe una gran necesidad de incrementar este tipo de financiaciones para cumplir con la Agenda Global y el Acuerdo de París.
Las inversiones socialmente responsables (ISR) –también denominadas inversiones sostenibles– tienen un impacto directo en la consecución de los objetivos de la Agenda 2030 de Naciones Unidas. La reducción de las desigualdades; igualdad de género; trabajo decente y crecimiento económico; acción por el clima; producción y consumo responsables; ciudades y consumo responsables y ciudades y comunidades sostenibles. Estos son algunos de los ODS a los que los Estados, las empresas, tanto públicas como privadas, y particulares podrían adherirse mediante una inversión que priorice los criterios ASG (A –ambientales–, S –sociales– y G –buen gobierno–).
Hasta ahora, cuando se valoraba la posibilidad de inversión en una empresa, en torno al 80% de los criterios estaba determinado por valores financieros, tales como su balance, ingresos, etc.. El economista jefe de MAPFRE Inversiones, Alberto Matellán, asegura que “hoy se calcula que solo el 15- 20% del valor de esa compañía son variables financieras; el resto son variables no financieras”, como aquellas ligadas a los criterios de la responsabilidad social corporativa y en consecuencia con los ODS. Cómo se relaciona con sus empleados o la imagen corporativa de la compañía serían algunos ejemplos.
Cada vez son más las empresas que realizan inversiones socialmente responsables (ISR). ¿Sabes si las entidades en las que confías, también lo hacen? Con tu elección, serás protagonista del cambio 👉 ¡Construyamos juntos un mundo mejor! https://t.co/miMI3VuFsp#InnovaciónSocial pic.twitter.com/d96hpvCgza
— Fundación MAPFRE (@fmapfre) March 28, 2019
El retorno social de la inversión más rentable
Las ISR y los ODS se complementan. Destinar fondos para tratar de cumplir con la Agenda 2030 es, en cierto modo, una manera de invertir sosteniblemente o de forma socialmente responsable, ya que este tipo de inversiones se puede aplicar a varios productos financieros, así como constituir fondos temáticos para la consecución de los ODS. Las empresas que apuestan por la ISR se preocupan por la sostenibilidad ambiental, la responsabilidad social y la gobernanza. Los criterios ASG se reflejan claramente en la lista de los 17 ODS.
Fundación MAPFRE con la finalidad de difundir entre la sociedad la inversión socialmente responsable, promueve programas y actividades globales para cumplir con los ODS fijados para 2030. Erradicar la pobreza; reducir las desigualdades; acción por el clima; salud y bienestar; trabajo decente y crecimiento económico; energía asequible y no contaminante; educación de calidad… serían algunos ejemplos de los objetivos de desarrollo sostenible que se consiguen con las ISR.
El impacto social en el entorno de la vida cotidiana tanto de los consumidores como de los inversores es muy positivo. Mediante las ISR se puede decidir en qué proyecto de una empresa se quiere colocar el capital a través de las Inversiones de Alto Impacto, lo que permite una mejor gestión del riesgo de las empresas y de las actividades en las que se invierte. Los inversores particulares, por su parte, también pueden introducirse en este modelo de negocio acudiendo a profesionales para implementar la sostenibilidad medioambiental y la responsabilidad social.
Rentabilidad a largo plazo
El inversor puede ser socialmente responsable en sus operaciones. Su perfil no es característico por buscar retornos elevados a corto plazo, ya que las ISR están enfocadas a una rentabilidad sostenible a largo plazo. De este modo, hay que destacar el nexo que une esta forma de invertir con la consecución de los Objetivos que es el deber fiduciario de los gestores de fondos, la obligación de actuar en interés del otro.
Javier Garayoa, director general de Spainsif –asociación que promueve la inversión sostenible y responsable– destaca que los 17 objetivos adoptados por Naciones Unidas son proyectos que requieren un menor riesgo a largo plazo y generan rentabilidad. Así, sirven de guía para la selección de activos, indicando cuáles hay que evitar y cuáles comprar.
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Bonos verdes, sociales o sostenibles
Otra manera de contribuir a la consecución de los ODS mediante las ISR es recurrir a bonos verdes, sociales o sostenibles, ya que se trata de un mercado con un enfoque e impacto a largo plazo.
La financiación captada a través de estos bonos se emplea en proyectos que generan o bien beneficios medioambientales, o bien beneficios sociales, en línea con los ODS, ISR, el Acuerdo de París y el Plan de Acción de Finanzas Sostenibles de la Comisión Europea, que tienen el objetivo común de enfrentar los actuales retos económicos que plantea la economía mundial beneficiando tanto a la sociedad y el medioambiente como al retorno empresarial.
Más información en Cambio16.
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