A veces la vida pide una pausa. No una pausa cualquiera, sino una de esas que te obligan a detenerte de verdad, a mirar hacia adentro, a reconectar con lo que importa
Con esa necesidad —y un poco de curiosidad— llegamos a Buchinger Wilhelmi Marbella, un lugar donde el ayuno terapéutico y un enfoque holístico del bienestar se unen para transformar cuerpo y alma. Desde el primer momento, te envuelve. Rodeado de jardines cuidados al detalle y con vistas al Mediterráneo, parece diseñado para que todo en ti se tranquilice. Incluso antes de cruzar la puerta, el aire fresco, la luz natural y el silencio comienzan a hacer su trabajo.
Llegamos con pocas expectativas, pero muchas preguntas: ¿qué tiene este sitio que atrae a personas de todo el mundo? ¿Será realmente posible sanar desde adentro? Lo que descubrimos no solo superó nuestras dudas, sino que nos regaló una experiencia inolvidable.
El recibimiento es profesional, cercano y cálido. Todo comienza con una consulta médica, pero no es la típica revisión clínica. Aquí quieren conocerte: tu historia, tus necesidades, tus objetivos. Mi doctora no solo revisó mis antecedentes médicos; también escuchó, con esa mezcla de comprensión y experiencia que te hace sentir que, por fin, alguien entiende lo que necesitas.
Mis metas eran claras: recargar energía, aliviar el estrés acumulado y sentirme más ligero tanto física como emocionalmente. Tras algunas pruebas, me diseñaron un programa personalizado que incluía el famoso ayuno terapéutico, tratamientos corporales y actividades para nutrir también la mente.
EL AYUNO COMO UN CAMINO DE RECONEXIÓN
¿Ayunar?… Al principio, me asustaba la idea. Pero, poco a poco, en lugar de hambre, sentí algo inesperado: ligereza, como si mi cuerpo agradeciera esta pausa y me lo hiciera saber sin tapujos.
El día comenzaba con un caldo vegetal y se acompañaba de infusiones a lo largo de la jornada, que, así dicho, parece muy poco, pero cada detalle está pensado para que te sientas cuidado, desde la atención médica constante hasta las explicaciones que te ayudan a entender lo que está pasando en tu cuerpo.
El tercer día marcó un antes y un después. Me desperté con una energía que no recordaba desde hacía años. Mi mente estaba despejada y mi cuerpo en armonía. El ayuno dejó de ser un reto para convertirse en una oportunidad de reconexión conmigo mismo.
MUCHO MÁS QUE UNA CLÍNICA
Lo que hace único a Buchinger Wilhelmi Marbella es que no es ni un hospital ni un spa: es un refugio diseñado para que encuentres tu equilibrio. Aquí, cada detalle —desde las actividades hasta los espacios— está pensado para complementarse.
Las mañanas comienzan con suaves sesiones de yoga en una sala que mira al mar. No soy especialmente habilidoso en estas cosas, pero la profesora tiene esa capacidad de hacer que cada postura se sienta como un regalo. Después, solía caminar por los jardines o unirme a caminatas guiadas, rodeado de naturaleza y ese aroma a salitre que parece sanar por sí solo.
Por las tardes, exploraba el spa médico. Probé tratamientos como la hidroterapia Kneipp, que alterna agua fría y caliente para estimular la circulación. También experimenté con la acupuntura y masajes de tejido profundo que parecían liberar tensiones que ni sabía que tenía.
Hace un siglo, Otto Buchinger, fundador y creador del ayuno terapéutico Buchinger, ya tenía en cuenta el cuerpo y el alma. Para él, estaba claro que un alma satisfecha es el requisito previo para un cuerpo sano. La naturaleza era su spa.
Todo esto, acompañado de un equipo que realmente sabe lo que hace y que procuró que sintiera cada día como un paso más hacia el bienestar. Incluso tuve la oportunidad de meditar disfrutando de la mano de Niklaus Brantschen, antiguo jesuita y maestro zen que esparció su sabiduría con la mirada sobre toda la sala y propició sensaciones que me acompañarán mientras respire.
UNA NUEVA RELACIÓN CON LA COMIDA
Uno de los aprendizajes más valiosos fue redescubrir la comida. Al finalizar el ayuno, volver a comer fue un ritual. No olvidaré en un tiempo el sabor de la primera cucharada de sopa: algo tan sencillo y que antes hacía sin darme cuenta mientras leía o veía la televisión, ahora lo sentía como una revelación.
Aquí cada plato es una obra de arte: ingredientes frescos, locales, preparados con cuidado y presentados con elegancia. Pero no se trata solo de disfrutar con la comida; también te enseñan a elegir mejor, a comer sin prisa y a alejarte de alimentos ultraprocesados.
Uno de los momentos que más disfruté fue un taller de cocina donde aprendí a preparar recetas fáciles y saludables, como un postre con kuzu, un almidón japonés conocido por sus propiedades medicinales. Salí de allí con herramientas prácticas para continuar este viaje en casa que espero hacer parte de mi vida.
CAMBIOS QUE PERDURAN
A lo largo de los días, noté cambios profundos: mi piel parecía más luminosa, dormía mejor y, lo más importante, sentía una calma que hacía tiempo que no experimentaba. Pero lo más revelador fue darme cuenta del ruido que acumulamos en la vida diaria y de lo bien que sienta desconectarse.
El equipo de la clínica trabaja con una precisión que impresiona. Desde los médicos hasta las terapeutas, todos parecen formar parte de una sinfonía perfectamente orquestada. Cada detalle cuenta y, como huésped, lo notas.
En Marbella, las casas de Buchinger Wilhelmi están situadas bajo la generosa sombra de viejas palmeras, con vistas al Mediterráneo. Por su luz y el uso de materiales y colores naturales, la arquitectura se integra también en el paisaje mediterráneo.
¿POR QUÉ VOLVERÍA?
No exagero al decir que esta experiencia cambió algo en mí porque no es solo un lugar donde recargar pilas o perder peso, aunque eso también ocurra. Es un espacio donde empiezas a cuidar de ti desde un lugar más profundo.
Volví a casa más ligero en todos los sentidos: física, mental y emocionalmente. Aprendí a escuchar mi cuerpo, a respetarlo y a confiar en su capacidad para regenerarse. Aunque mi rutina diaria es distinta, muchas de las enseñanzas que me llevé han pasado a formar parte de mi vida.
Así que, si tienes la oportunidad de regalarte unos días aquí, no lo pienses. Más que una estancia, es una inversión en tu presente y en tu futuro. Saldrás renovado, con la certeza de que el bienestar no es un lujo, sino una necesidad. Lo que nosotros llamamos lujo consciente. Y que, a veces, todo empieza con algo tan simple y poderoso como escucharte.