Las islas Feroe son un territorio autónomo de Dinamarca. Sus pobladores viven del turismo y de la pesca. Por cientos de años se han dedicado a la caza de ballenas y sigue siendo una actividad legal. Además, lo consideran como parte de un ritual. El Grindadráp, así llaman a la costumbre ancestral que consiste en perseguir mamíferos marinos, principalmente delfines y ballenas, hasta que quedan varados en la playa y los pescadores los degüellan.
Aunque el rito se remonte al siglo IX se deben cumplir normas y ciertos requisitos. No son cacerías comerciales, pero se organizan a menudo de forma espontánea en las comunidades cuando alguien detecta una manada. Es una diversión para la gente joven que disfruta los deportes extremos, el peligro, la adrenalina. No es extremadamente popular, pero sí “legal”, muy cruel y sangriento al límite.
El domingo por la noche, una gigantesca manada de delfines de lado blanco, que calcularon en unos 600 individuos, fue perseguida y acorralada durante largas horas con lanchas rápidas y motos de agua. Agotados e incapacitados para huir en las aguas poco profundas de la playa de Skálabotnur, en Eysturoy, a 1.428 delfines y ballenas piloto pasaron por el cuchillo de los “pescadores”. La playa enrojeció con la sangre.
Cumplir las tradiciones populares no es una obligación, mas cuando implican acciones bárbaras, de rasgos criminales y están relacionadas con momentos duros de la historia de los pueblos. En el año 800 y en el intenso frío del Atlántico Norte, el Grind era una manera de aprovisionarse para el invierno, cuando la carne y la grasa de la ballena eran imprescindible para subsistir. La persecución no era con lanchas rápidas ni con motos de agua, sino con rústicos botes que requerían de pescadores muy hábiles y valientes.
No fue legal ni la población está orgullosa del récord
Las islas Feroes siguen siendo poco aptas para la siembra y la cría de animales como fuentes de alimentación. Solo 1% de la población se dedica a la agricultura, el resto vive de la pesca, de la extensa cría de ovejas, del turismo y del subsidio de 100 millones de euros anuales que les concede el Reino de Dinamarca. También exportan prendas de lana, aparejos de pesca y la construcción de barcos es bastante importante.
La carne de calderón o ballena piloto de aleta larga supone una cuarta parte del consumo total de carne. El pescado representa el 90% de los productos de exportación. Y el salmón es la estrella, en Glyvrar la empresa Bakkafrost lo cultiva y anualmente procesa unas 60.000 toneladas con un alto nivel de autosuficiencia. Hasta las cajas de espuma de poliestireno y el alimento para la cría de la especie se fabrican en el lugar. No es fácil estar a cientos de millas marinas del vecino más cercano y no contar con los insumos de una planta totalmente mecanizada.
Su salmón, en las más variadas modalidades, no lo venden barato. Su precio se fija hasta 10% por encima del valor promedio del mercado. Hay razones de calidad: uso de harina de pescado de primera, altos estándares de cultivos, sostenibilidad y restringido uso de antibióticos.
Capturan 600 ballenas pilotos al año de hasta 3.000 kg cada una
Son 18 islas principales con una población con poco más de 53.000 habitantes –aunque su tasa de natalidad es la más alta de Europa– que no dependen de la caza de mamíferos marinos para aguantar las largas noches de invierno. Aunque las ventas de salmón cayeron un 7% por la pandemia de la COVID-19, la tasa de desempleo es más que baja envidiable para cualquier país europeo: 1,7%. El producto interior bruto pér capita totalizó 58.950 dólares, casi igual a los 59.950 de Estados Unidos.
Además del salmón que cobró especial auge con la generalización del consumo de sushi, la actividad que más ha prosperado en los últimos años es el turismo. En 2020 recibió 130.000 visitantes, principalmente alemanes, daneses, estadounidenses, británicos y los propios lugareños en vacaciones. Hay una rica abundancia de paisajes, cuevas marinas y aves anidando que fotografiar. Todavía es el 2% de la economía, pero crea empleo en el sector de los servicios y en el área creativa.
El año pasado el grindadráp capturó 248 delfines y 19 en 2019. Hubo escándalo y hasta Neflix sacó una serie. Pero nada comparable con la conmoción del domingo: 1.428 ejemplares. “Un gran error, una matanza excesiva”, repetía mucha gente sin salir de su estado de perturbación.
Los pocos que defienden la caza de mamíferos marinos aseguran que es “una forma sostenible de obtener alimentos de la naturaleza y un elemento importante de la identidad cultural”. La realidad no identitaria es que en el siglo XXI son matanzas innecesarias y crueles. Los habitantes de las islas Feroe ya no consumen carne de delfín en tanta cantidad
Matar delfines por diversión o deporte es deleznable
Bjarni Mikkelsen, un biólogo marino de las islas Feroe, puso en perspectiva el número reportado de delfines muertos. Dijo que los registros mostraban que esta era la mayor cantidad de delfines jamás muertos en un día en el archipiélago. Dijo que el récord anterior fue en1940 cuando la matanza alcanzó 1.200 ejemplares. Las siguientes capturas más grandes fueron 900 en 1879, 856 en 1873 y 854 en 1938.
La matanza la cuestionaron hasta por quienes han estado a favor y han incursionado en la caza de ballenas. Kristian Petersen, de la ciudad feroesa de Fuglafjørður, dijo que lo ocurrido era inaceptable. “Apoyo el grind cuando es solo por comida, pero por deporte o como diversión es deleznable”, afirmó.
Las partidas de caza marina tradicionales incluyen todo tipo de criaturas marinas, desde ballenas y todos los delfines. No se aplican límites de piezas. El domingo los participantes no perdonaron ni a las crías, tampoco a las embarazadas.
En las islas Feroes ha sido normal que delfines se utilice como alimento, pero esta vez la matanza se excedió. Además, cada vez son menos las personas que la consumen. Al igual que las ballenas, su carne contiene altos niveles de mercurio y no se recomienda como alimento.
Una tradición inamistosa con la naturaleza
Sea Shepherd, un movimiento internacional de acción directa de conservación de los océanos, denunció que la masacre de los 1.428 delfines en las islas Feroe es probablemente la caza individual más grande de cetáceos en todo el mundo. Un desperdicio de recursos naturales que hasta los balleneros profesionales lo critican. “Solo se caza lo necesario”.
Varias leyes y normas de caballeros regulan el “Grind”. El capataz del distrito nunca fue informado, como está prescrito, y nunca autorizó la caza. Fue el capataz de otro distrito quien convocó la faena sin la debida autoridad. Tampoco la mayoría de los participantes tienen licencia que los autorice, y que implica un entrenamiento sobre cómo matar rápidamente, sin causar sufrimiento, a los calderones y delfines.
Deben utilizar una lanza especialmente diseñada que corta la médula espinal del cetáceo antes de cortarle el cuello. “La ballena muere en menos de un segundo. Desde el punto de vista del bienestar animal es mucho mejor que mantener vacas y cerdos encarcelados para luego comerlo”, aseguró un experto cazador de mamíferos marinos. Pero la realidad suele ser muy distinta y los grindadráp convertirse en masacres desorganizadas y salvajes, cimarroneras deportivas con mucho alcohol y sin reglas.
En los videos del domingo se ven delfines todavía vivos entre la fila de cadáveres que exhibían con una minuciosidad que contrastaba con la forma tan cruel como los masacraban. Asimismo, muchos de los delfines fueron heridos por las hélices de las lanchas y tuvieron una muerte lenta y dolorosa.
Serán tirados a la basura o enterrados, su carne no será aprovechada
Olavur Sjurdarberg el presidente de la Asociación Ballenera de las islas admitió que la matanza de los delfines había sido un gran error. Mientras que Heri Petersen, que encabeza la asociación local de Grind, dijo que se acorralaron demasiados delfines en la bahía y había muy poca gente esperando en la playa para matarlos. Su agonía se extendió demasiado. «Los delfines estuvieron retorciéndose por mucho tiempo en la playa antes de ser sacrificados”, lamentó.
Por supuesto, hay más carne de delfín de esta cacería que la que se puede consumir en el distrito, por lo que los están ofreciendo en otras localidades para no tirarla a la basura.
Un vecino declaró al periódico danés Ekstra Bladet que son muchos los feroenses furiosos con los ocurrido. Creen que mucha de la carne será tirada a la basura o enterrada, escondida en un hueco.
Las encuestas indican que la mayoría de los habitantes de las islas Feroe. Trondur Olsen de la radio Kringvarp Foroya, que una consulta más del 50% de los encuestados se oponían a la matanza y 30% estaba a favor de mantener el bárbaro ritual ancestral.
Cifras fuera de escala en las matanzas de delfines
Los 1.428 delfines cazados y degollados en un día es las islas Feroe casi iguala la cuota semestral que autoriza el gobierno de Japón en la infame «ensenada» de Taijí, y supera significativamente el número de muertos en los últimos años de la temporada de matanzas. La matanza de delfines en Taijí, una ensenada de la costa sur de Japón, se dio a conocer al mundo a través de las duras imágenes del documental «The Cove».
La cruel e innecesaria matanza en Skálabotnur ocurre a finales de verano, justo cuando ya mataron 615 ballenas piloto de aleta larga y en total llevan 2.043 ejemplares en lo que va de 2021.
Se habla mucho de hacer las paces con la naturaleza y de encontrar un punto de armonía con las otras especies, pero las matanzas de delfines son el mayor desmentido. Es un espectáculo lacerante. Con garfios cortantes que les clavan en los espiráculos los arrastran hasta matarlos. En la matanza, los delfines que es un mamífero altamente sociable y con fuertes lazos familiares convulsionan presos del pánico.
El delfín de flancos blancos (Lagenorhynchus acutus) tiene una coloración característica y habita las aguas frías del Atlántico norte. Es mucho más largo que otras especies. El macho adulto alcanza 2,80 metros y la hembra 2,50. Llegan a pesar 230 kilos y se alimentan principalmente de arenques y caballas. Es un mamífero muy sociable, alegre y acróbata. Se agrupan en manadas de hasta 60 ejemplares. Se calcula su población entre 200.000 y 300.00 individuos.
Carne contaminada, delfines asesinados, carne desperdiciada
La carne de ballena piloto o calderón ha sido tradicionalmente parte de la dieta de la población de las islas Feroe, pero su consumo ha disminuido. Se demostró científicamente que su carne contiene una considerable cantidad de mercurio, un metal pesado extremadamente tóxico que afecta el sistema nervioso central y los riñones y causa envenenamiento. Causa daños en la vista, en el oído, las habilidades motoras. Interfiere en la memoria y puede conducir a la demencia. A los fetos les causa daño cerebral de por vida.
El científico japonés Tetsuya Endo, que ha realizado extensos estudios sobre la contaminación por mercurio, determinó que los niveles de mercurio pueden ser de 20 a 5.000 veces más altos en la carne de delfines y ballenas pequeñas que los niveles recomendados por la Organización Mundial de la Salud.
Las concentraciones de mercurio y otros contaminantes son tan altos que el Instituto de Higiene de las Islas hizo un llamado a la población para restringir el consumo de delfines calderones. El médico Pál Weihe, jefe del Departamento de Medicina Ocupacional y Salud Pública de las Islas Feroe, declaró que los aldeanos consumen altas cantidades de mercurio y policlorobifenilos en la carne de ballena que consumen. Sus estudios han determinado que los bebés nacidos con altos niveles de mercurio en la sangre se relacionan con la cantidad de carne de ballena piloto que las madres comieron.
El Atlántico norte es el océano más contaminado
El consumo de la carne, grasa y órganos de ballenas piloto o calderón de aleta larga (Globicephala malaena) por los feroenses es motivo de fuerte preocupación. La especie ha sido identificada como una de las principales fuentes de organoclorados o contaminantes orgánicos persistentes y de bifenilos policlorados. Son sustancias tóxicas que se acumulan en los tejidos de los animales y son muy resistentes a la degradación. No proceden de la naturaleza. Resultan de actividades industriales que liberan contaminantes que llegan a los ríos, a las corrientes marinas y a la atmósfera, de donde ingresan a los ecosistemas marinos.
Entre los organoclorados figuran los bifenilos policlorados y pesticidas como el DDT, aldrin, y dieldrin. Todos representan un riesgo para la salud humana y han sido encontrado en altas concentraciones en la carne, grasa y órganos de los mamíferos marinos. Se calcula que alrededor de 100.000 toneladas de estas sustancias ha sido vertidas en el Atlántico norte, y lo convierten en océano en el más contaminado con PCB del planeta.
Aunque se dice que la carne de delfín de flancos blancos tiene muy buen sabor, siempre causarán menos remordimientos las fresas, las acelgas, los pimientos de piquillo y el rocoto, aunque pique como el demonio.
«Teniendo en cuenta los tiempos en que nos encontramos, con una pandemia global y el mundo paralizado, es absolutamente espantoso ver un ataque a la naturaleza de esta escala en las Islas Feroe. Si algo hemos aprendido de esta pandemia es que tenemos que vivir en armonía con la naturaleza en lugar de acabar con ella», dijo el capitán Alex Cornelissen, director ejecutivo de Sea Shepherd Global.