Diario de campaña | Por Iñigo Aduriz
21/06/2016
El final de la campaña se augura especialmente tenso en la parte izquierda de la tabla. Los ataques arrecian entre el PSOE y Unidos Podemos, sobre todo después de que el candidato del primero, Pedro Sánchez, dejara claro que en ningún caso hará presidente a Pablo Iglesias si este lograra el próximo domingo más votos que él en las urnas.
También por parte del PP, el principal blanco de sus críticas sigue siendo el máximo representante de los socialistas. Así quedó de manifiesto el lunes a raíz de la polémica surgida por la publicación y difusión del vídeo del saludo de Sánchez a un niño negro.
Por esos ataques y, sobre todo, por las encuestas que se han publicado en los últimos días y que parecen confirmar el temido sorpasso, se ha venido situando a lo largo de la campaña al PSOE en la posición de partida más débil. Y paradójicamente esa situación se presenta como una de las grandes esperanzas de los socialistas para darle la vuelta a las encuestas y mantenerse al menos como segunda fuerza política y como principal alternativa al PP de Rajoy.
Del ‘bandwagon’ al ‘underdog’
En la sociología –y en la psicología– política existen las teorías de las corrientes o efectos de opinión que hacen al electorado decantarse por uno u otro partido en función de lo que creen que van a hacer otras personas. Se trata de los efectos bandwagon y underdog.
El primero tiene que ver con el hecho de que cuando existe la percepción de que va a haber un claro ganador, muchas personas tienden a sumarse a ese previsible vencedor únicamente por seguir al resto. Es el clásico chaqueteo. El segundo se refiere al sentimiento que genera en otras muchas personas el underdog –el candidato que tiene menos posibilidades–, y que les hace movilizarse a su favor por el hecho de compenetrar con el más débil o llevar la contraria al resto.
Las dos grandes corrientes de la izquierda confían en que uno de esos dos efectos haga decantar la balanza a su favor y se conviertan así en el voto útil del electorado más progresista. Unidos Podemos mantiene esa estrategia de condicionar cualquier pacto con el PSOE al dar por hecho que se cumplirá lo que dicen las encuestas y la coalición se situará por encima de los socialistas.
Los sondeos son su principal baza para movilizar a los votantes socialistas –incluso se definen como socialdemócratas– a su favor. Que les vean como los ganadores y como el voto útil, y se sumen a ese efecto bandwagon.
La recta final
El PSOE, en cambio, confía en que ese punto de partida más débil haga que los ciudadanos empaticen con su líder, Pedro Sánchez, a pesar de que, según han reflejado las encuestas, el voto socialista ha sido el menos fiel de las últimas citas electorales.
En esa línea ha ido en las últimas horas la oleada de apoyos que ha recibido el madrileño ante la polémica surgida por el vídeo del saludo y también cuando los socialistas se presentan como las víctimas de los ataques tanto del PP como de Unidos Podemos. El efecto underdog es pues una de sus esperanzas.
Además, el Partido Socialista está dispuesto a echar el resto en los apenas tres días que quedan de campaña. Se trata del último esfuerzo de Sánchez, ya que un escaño menos que la coalición que encabeza Pablo Iglesias podría llevarle directamente al final de su carrera política. En esta recta final pretende hacer medio millón de llamadas a las casas de los votantes y distribuir diez millones de folletos. Asimismo, está previsto que de aquí al viernes se celebren hasta 1.300 actos del partido por toda España.