El Protocolo de Montreal resulta inspirador en tiempos de crisis climática. Cuando organismos, como el IPCC y la OMM, enrostran que poco se ha hecho por reducir las emisiones de carbono, vale recordar que la respuesta global por frenar el agujero de la capa de ozono se hizo letra. Pero mejor aún, a 34 años del acuerdo, los resultados son alentadores.
No solo bastó la voluntad de 28 países sino el propósito de cumplir sus compromisos. Desde 1987 cuando se firmó el Protocolo de Montreal se han concretado avances. Más de tres décadas de cooperación internacional que han logrado recuperar entre un 1 y 3% de ozono por cada década desde el año 2.000. Y se espera que el ozono se recupere por completo en el hemisferio norte en 2030. Mientras en el hemisferio sur la recuperación completa llegará en 2050. Y diez años después en las regiones polares.
El término «agujero de la capa de ozono» apareció en un artículo científico del British Antarctic Survey en mayo de 1985. Su texto generó un alto impacto por abordar un tema desconocido por las mayorías.
Se dijo que esa capa de ozono es una franja frágil de gas que protege la Tierra de los efectos nocivos de los rayos solares, contribuyendo a preservar la vida en el planeta. Advertía entonces de los peligros de su destrucción que ya comenzaba. La imagen de satélite del agujero de ozono se convirtió en un símbolo mundial de esta amenaza ambiental. También contribuyó a movilizar apoyo público para el Protocolo de Montreal.
Quedó en evidencia que el uso durante años de ciertos productos químicos la dañaron. Contenían sustancias muy nocivas para el ozono, de forma que se redujo considerablemente su capa. Los más conocidas son los CFC (clorofluorocarbonos) y los HCFC (hidroclorofluorocarbonos).
Capa de ozono en reconstrucción
Un esfuerzo internacional conjunto permitió la eliminación y reducción del uso de esas sustancias que agotaban la capa de ozono. Primero con la Convenio de Viena, el 22 de marzo de 1985 y luego, con el Protocolo de Montreal que este 16 se septiembre cumple 34 años. En 1994, la Asamblea General de Naciones Unidas proclamó esa fecha como el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono.
El tratado exige el control de casi 100 sustancias químicas en varias categorías. Para cada grupo, el protocolo establece un calendario dirigido a la eliminación gradual de la producción y el consumo de esas sustancias, con el objetivo de eliminarlas por completo. Estas acciones han protegido la salud humana y los ecosistemas, reduciendo la radiación ultravioleta del sol que llega a la Tierra.
Existe un nuevo desafío. Desarrollar o seleccionar alternativas (principalmente en refrigeración, aire acondicionado y productos de espuma) que también sean amigables con el clima.
El PNUD ha ayudado a 120 países a acceder a una financiación de 733,5 millones de dólares, para eliminar 67.870 toneladas de sustancias que agotan la capa de ozono. Y al mismo tiempo reducir 5.080 millones de toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero
En conjunto, estos países representan el 77% del consumo de HCFC a nivel mundial. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo también presta apoyo a los países para que conviertan los procesos de fabricación en alternativas más ecológicas.
Beneficios colaterales para evitar el cambio climático
Con el control de la producción de estas sustancias, a capa de ozono estratosférico se está recuperando. Y se están evitando los consiguientes aumentos de la radiación ultravioleta dañina en la superficie.
Una investigación, liderada por Paul Young de la Universidad de Lancaster, advierte que el Protocolo de Montreal tiene beneficios colaterales para la mitigación del cambio climático. Explica que las sustancias que agotan la capa de ozono son potentes gases de efecto invernadero.
El estudio señala que la radiación ultravioleta evitada y el cambio climático, también tienen beneficios para las plantas y su capacidad de almacenar carbono a través de la fotosíntesis.
Un beneficio colateral muy importante es que, durante el período 1989-2013, se han reducido las emisiones acumuladas de CO2 en 135.000 millones de toneladas. Y las estimadas para 2080-2099 son mayores.
“Un mundo en el que estos productos químicos continuaran eliminando nuestra capa protectora de ozono habría sido catastrófico para la salud humana y también para la vegetación. El aumento de los rayos UV habría atrofiado enormemente la capacidad de las plantas para absorber el carbono de la atmósfera. Esto significaría niveles más altos de CO2 y más calentamiento global”, dijo Young, autor principal de la investigación.
“Nuestros hallazgos sugieren que el Protocolo de Montreal también puede estar ayudando a mitigar el cambio climático al evitar disminuciones en el sumidero de carbono terrestre”, agregó.
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