La perforación en alta mar es un proceso complejo y controvertido que desempeña un papel importante en la industria del petróleo y el gas. Si bien representa grandes beneficios económicos, es imposible ignorar el impacto medioambiental. En abril de 2010, el mundo presenció uno de los peores desastres ecológicos de la historia: la explosión en el golfo de México de la plataforma petrolera Deepwater Horizon, de British Petroleum.
El fatal hecho no solo cobró 11 vidas humanas, sino que también desencadenó un devastador derrame de millones de galones de petróleo en el océano, que contaminó hábitats marinos, afectó fauna y flora y puso en peligro la salud de las comunidades costeras.
Recientemente, una docena de científicos visitaron el lugar provistos de un vehículo submarino, trampas de cangrejo y sus respectivos kit para medir el impacto medioambiental del derrame. Dirigido por Craig McClain, un biólogo de aguas profundas, constataron que las consecuencias en el ecosistema marino son todavía evidentes. Describieron que a diferencia de otros naufragios, que con el pasar del tiempo tienden a convertirse en hábitats para especies marinas, los restos de la plataforma se han mantenido comparativamente estériles. Los organismos que típicamente habitan en el fondo marino, como pepinos de mar, isópodos gigantes, corales y anémonas, simplemente no existen. También les resultó inquietantes encontrar en las trampas cangrejos teñidos de negro aceitoso, con patas mutiladas o lesiones.
Deepwater Horizon fue creada para perforar pozos petrolíferos en el subsuelo marino. Era semisumergible y tenía la capacidad de trasladarse de un lugar a otro según fuera necesario. La plataforma de posicionamiento rápido en aguas ultraprofundas fue construida en 2001 por Hyundai Heavy Industries en Ulsan, Corea del Sur, y llevada al golfo por la compañía Transocean.
Suma de eventualidades, o ¿de errores?
Una explosión a bordo hizo que se hundiera en 2010 después de arder por cerca de 24 horas. Una investigación interna de BP arrojó como posible causa que una burbuja de metano escapó del pozo y se disparó hacia la columna de perforación, expandiéndose rápidamente a medida que reventaba varios sellos y barreras antes de explotar. Sobrevivientes afirmaron que hubo un estallido repentino que les dio menos de cinco minutos para escapar cuando se disparó la alarma. El control del derrame de petróleo mezclado con metano fue difícil debido a la dificultad de sellar varias fugas en las tuberías del fondo marino.
Aunque la experiencia muestra que la mejor solución para este tipo de problemas son los pozos de alivio, el de Macondo no contaba con estos. Son perforaciones que hacen intersección con el pozo principal para quitar presión de fluidos cuando hay alguna contingencia. Otras veces los pozos de alivio sirven para introducir cemento o sustancias que puedan disminuir el daño. Las petroleras noruegas son las únicas que exigen perforar los pozos de alivio al mismo tiempo que el principal.
El 2 de mayo se empezaron a perforar dos de pozos de alivio, pero esta operación tomaba entre dos y tres meses. A pesar de los múltiples intentos para cerrar el escape, fue a finales de julio cuando el primer pozo de alivio interceptó al pozo principal. Al mismo tiempo, los ingenieros colocaron una pesada carga de lodo sobre un domo de 70 toneladas y lo sellaron con cemento. Según la revista Science, hasta ese momento se habían vertido más de 700 millones de litros de petróleo, unos 4,9 millones de barriles.
Microorganismos aliados
La mayor cantidad de petróleo que llega a los océanos proviene de filtraciones naturales en el fondo marino, el cual se dispersa y disuelve en el agua de mar, sin generar manchas superficiales. Además, en el océano existen microorganismos capaces de degradar algunos hidrocarburos del petróleo. La cantidad de estos microbios aumenta en el mar luego de un derrame debido al incremento en la disponibilidad de alimento. Su presencia constituye un mecanismo natural de limpieza del océano. Son agentes valiosos en potenciales estrategias biotecnológicas para acelerar la descontaminación marina.
Las manchas que sí vemos y que son las que causan un impacto medioambiental negativo son el resultado de accidentes durante las actividades petroleras. A pesar de que algunos componentes del petróleo son degradados de forma natural por el sol y esos microorganismos, otra fracción que no se degrada se sedimenta porque tiene componentes pesados.
Los microorganismos capaces de degradar el petróleo han evolucionado durante años bajo la exposición constante a este material. Algunos de estos microorganismos son las bacterias «hidrocarbonoclastas» de los géneros Alcanivorax, Marinobacter, Oceanobacter, Cyclocasticus y Thalassolituus.
Más fallas
La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos determinó que los productos químicos dispersantes que usó por British Petroleum (2,5 millones de litros de Corexit vertidos durante el primer mes del desastre) para controlar el impacto medioambiental no eran seguros para la fauna marina dada su toxicidad. El vertido de crudo en el golfo afectó más de 944 kilómetros de litoral de Estados Unidos. Los estados más perjudicados fueron Luisiana, Misisipi, Florida y Alabama.
Todo lo malo que podía pasar, sucedió en el pozo de Macondo y durante 85 días se derramaron diariamente unos 50.000 barriles de petróleo. La perforación comenzó a 1.524 metros de profundidad. A profundidades menores a 400 metros las operaciones pueden ser vigiladas por buzos con equipo especiales. Sin embargo, en aguas más profundas, con presiones de 354 kilogramos sobre cada centímetro cuadrado, el trabajo de supervisión lo realizan robots y la realidad de lo que ocurre en el fondo puede ser un poco incierta.
Las diferencias de temperatura entre la superficie y el lecho marino complican el bombeo del fluido de perforación. Además, las bajas temperaturas alteran las propiedades del cemento que se emplea para fijar las tuberías de revestimiento del pozo. El agua helada de la profundidad puede provocar que el metano, que a temperatura ambiente es un gas, se congele y bloquee el flujo. Las fuertes corrientes marinas sacuden las estructuras, hacen vibrar las tuberías y fatigan los componentes del equipo de perforación.
Mortandad
La ONG para la conservación de los mares Oceana divulgó un reporte en el que dice que en los cinco años siguientes a la explosión la población de ballenas Bryde se redujo en 22%, mientras que algunas poblaciones de peces, camarones y calamares desaparecieron en un 85%. Igualmente murieron 800.000 aves, 170.000 tortugas y más de 8 millones de ostras. Se calcula que la industria de la pesca perdió 1.000 millones de dólares y la del turismo más de 500 millones.
Aunque British Petroleum tuvo que pagar compensaciones por casi 19.000 millones de dólares e intentó durante meses contener el derrame, el petróleo afectó kilómetros de costas a las que llegaban pelícanos, delfines, ballenas y tortugas. Mark Benfield, oceanógrafo de la Universidad Estatal de Louisiana y participante en la reciente expedición, había visitado el sitio del derrame de petróleo poco después de la explosión en 2010. También se unió en 2017 a la primera expedición de investigación científica al pozo explotado.
Cuando Benfield vio el sitio entonces, se sorprendió por lo poco que se había recuperado. Siete años después, dice que se están comenzando a apreciar más señales de vida. Hay “más diversidad de peces y macroinvertebrados». Pero considera que en comparación con antes de la explosión, el sitio sigue siendo un desierto.
Daños colaterales
El peligro de las plataformas no se limita al derrame de petróleo. Durante sus operaciones genera una cantidad considerable de aguas residuales, que a menudo se descargan nuevamente en el océano. Pueden contener productos químicos, aceite y otros contaminantes que dañan la vida marina. También conducir a la formación de zonas donde los niveles de oxígeno en el agua son demasiado bajos para que haya vida.
Es una tecnología que genera mucho ruido, lo que puede causar daños significativos a la vida marina. El ruido puede interrumpir los patrones de comunicación, alimentación y apareamiento de animales marinos, y afectar su supervivencia. Por ejemplo, las pruebas sísmicas que se utilizan para ubicar las reservas de petróleo y gas pueden causar daños graves a los animales marinos como ballenas y delfines. El uso de maquinaria pesada y equipos desequilibra el ecosistema y mata los organismos que viven allí.
Las preocupaciones sobre el cambio climático y la degradación ambiental continúan creciendo. Por eso algunos expertos creen que el futuro de la perforación en alta mar es incierto. Otros ven un crecimiento y expansión continuos en los próximos años. El impacto ambiental es significativo, por lo que es esencial comprender las posibles consecuencias y explorar formas de minimizarlas.
El equipo de perforación en alta mar es muy especializado. El proceso también es complejo y costoso; sin embargo, las plataformas proliferan. Las hay fijas, que se construyen en el fondo, y flotantes que son embarcaciones que están ancladas al fondo del mar y pueden moverse de un lugar a otro. También están los denominados sistemas submarinos, que se utilizan para extraer petróleo y gas sin la necesidad de una plataforma.